Resultados de búsqueda
Se encontraron 1872 resultados sin ingresar un término de búsqueda
- El municipio que derrocó el icopor con caña de azúcar
El municipio que derrocó el icopor con caña de azúcar Erika Silvana Castellanos, Comunicación Social y Periodismo Fecha: El exalcalde de Iza, Diego López, aprobó el decreto que prohibió el uso del poliestireno expandido. Se presentó el proyecto de ley que busca expandir la medida a nivel nacional. Lea también: Ahogados en plástico Compartir Foto: La plaza de Iza vende más de 3.500 postres cada fin de semana; todos son servidos en los nuevos platos a base de caña de azúcar. Foto: Erika Castellanos Iza, a 12 Km de Sogamoso y 224 Km de Bogotá , un pueblito que conserva el aire colonial con sus andenes de piedra y sus casas que aún muestran balcones de madera, se ha hecho famoso por sus postres. Clara Torres fue una de las primeras en esta industria que surgió dado que el pueblo está ubicado en una región lechera. “Se empezó a trabajar con todos los derivados: el queso, la cuajada, la mantequilla y a raíz de eso nacieron los postres. Al comienzo éramos poquitas, luego más personas empezaron a sacar postres”. Todas las mañanas de los fines de semana, desde hace 25 años, Clara junto con las demás 22 mujeres que conforman la Asociación de Postres de Iza, se levantan antes de las 7 de la mañana para alistar todo y comenzar a preparar los postres. A las 10 a.m. la plaza de postres de Iza ya está abierta, repleta de postres de múltiples colores y sabores que incluyen mora, fresa, guanábana, oreo, tres leches, café, arándanos, agraz, cereza, chocolate y merengón, entre muchos otros. Los más aclamados por los visitantes son los postres de guanábana, tres leches y maracuyá. Esponjosos, dulces, cremosos, suaves: así son los postres de Iza. Quizá por eso conquistaron no solo a su población, sino también a turistas y personas de los alrededores. Las ventas aumentaron. Los platos, primero de plástico, pasaron a ser de icopor. Cada fin de semana se vendían alrededor de 3.000 y 4.000 postres. “Nosotras cada año le hemos aumentado 500 pesos al costo de los postres. Ahorita cuesta 4.500 y si es combinado 5.000”, cuenta Clara. La economía de Iza estaba mejorando, pero el medio ambiente estaba empeorando. El poliestireno expandido, conocido en Colombia como icopor debido al nombre de la primera empresa que empezó a producirlo, es un material derivado del petróleo al que se le inyecta aire. Es muy liviano, muy económico y muy contaminante; no es biodegradable, renovable ni reciclable. Tarda entre 500 y 800 años en descomponerse. Por su gran volumen y corta vida útil- suele usarse una sola vez- es uno de los materiales que más se acumula en los rellenos sanitarios. Y, de acuerdo con una Investigación de la Universidad de Caldas, termina contaminando los océanos e intoxicando animales acuáticos. Su uso descontrolado es lo que causa contaminación, y fue precisamente eso lo que sucedió en Iza. Debido al volumen del icopor, cada sábado y domingo se necesitaba de una volqueta para recoger los desechos que quedaban de las ventas. Se estaban produciendo demasiados residuos. Esto, sumado a las basuras de otros pueblos aledaños desembocó en el colapso del Relleno Sanitario de Sogamoso, a donde iban a parar todas las basuras. El colapso llamó la atención de todos estos pueblos y les dejó claro que debían hacer un cambio y debían hacerlo pronto. Una solución sostenible La idea de hacer un cambio respecto al uso del icopor se venía manifestando en la Asociación de Postres de Iza (Asoiza) desde hace casi seis años. “Siempre pensábamos en la problemática y decíamos que había que cambiar el empaque, pero realmente no hacíamos nada” , expresó Clara. Sin embargo, iniciando el mes de octubre del 2018, se empezaron a sentir las consecuencias económicas de que el Relleno Sanitario Terraza del Porvenir de Sogamoso dejara de recibir los residuos de Iza y 42 municipios más. Fue en ese momento en el que Asoiza tuvo la primera socialización de esta problemática con el Alcalde. El alcalde y las 22 personas que conforman Asoiza decidieron que debían tomar medidas tanto por el pueblo como por el planeta. Empezaron unas jornadas de reciclaje y se propusieron dejar de lado a su mayor contaminante: el icopor. Aquí se presentó el primer obstáculo, pues si no se usaba ni plástico ni icopor ¿en qué servirían los postres? Ni Clara Torres ni Carmen Rosa Santana, las dos postreras pioneras, sabían a quién contactar o cómo encontrar una solución que fuera biodegradable y no afectara la principal industria de Iza. Sin embargo, el entonces alcalde encontró la respuesta. Comenzaron las llamadas a distintas empresas en Bogotá, Tunja y Sogamoso. Diego López, exalcalde de Iza, hizo énfasis en que debían ser empaques amigables con el medio ambiente, pues si iban a hacer un cambio, iban a hacerlo bien. Entre todas las empresas, Itedris (Investigación Tecnología Educación y Desarrollo Integral y Sostenible) fue quien tuvo la propuesta más completa. Investigaron y encontraron que el papel de caña de azúcar ya era producido desde hacía tiempo por varias empresas vallecaucanas. Lo mejor de todo es que parecía papel normal y se dejaba trabajar por las máquinas de imprenta de igual manera. El papel a base de caña de azúcar tarda solo 180 días en degradarse, y una vez se descompone, pasa a ser parte de la tierra. Es decir: es biodegradable. Antes era un poco más difícil encontrarlo y usarlo porque su precio era algo elevado, costaba unos 60 pesos más que el papel normal y solo una empresa lo producía. Sin embargo, según Tibelio Galán, director de Itedris, eso ya no es un impedimento: “Al comienzo ese papel sí era muchísimo más caro que el otro, pero ahora ya vale lo mismo”. Iza dejó de usar poliestireno expandido de manera paulatina. Poco a poco se corrió la voz que este material no era bueno. La población estuvo de acuerdo con la iniciativa. Para Asoiza lo más difícil fue el cambio en el costo, pero no tardaron en adaptarse y ver que eran mucho más grandes las ventajas del cambio que los aspectos negativos. Para mediados de enero, ya casi nadie usaba icopor. “El alcalde fue el que dio el boom de que habíamos dejado de usar el icopor en una reunión con los alcaldes de la provincia”, manifestó Clara, presidenta de Asoiza. Sin embargo, la decisión se oficializó el 15 de febrero del 2019 a través del decreto N. 007. Ese fue el día en el que Iza dejó de usar por completo el icopor. Los primeros 20.000 platos y cajas biodegradables hechos exclusivamente para Asoiza llegaron casi un mes después. Clara fue testigo del cambio: “Antes en Iza había mucha contaminación visual, el icopor era regadito por ahí por el pueblo. Con este nuevo empaque la gente ya no lo deja por ahí, como que han tomado más conciencia” . Además, el transporte de los residuos ya no es un problema y ha aumentado el turismo, pues las personas sienten interés de conocer los recipientes que derrocaron al icopor. A Iza le siguió Nobsa, y casi un mes después, Guatapé en Antioquia también se unió al cambio que ya los países de la Unión Europea, Canadá, Costa Rica y más de 100 ciudades estadounidenses realizaron hace unos años. Cinco meses después en el Senado de la República se presentó el proyecto de ley #60, que busca prohibir el uso del icopor de un solo uso en todo el país. El senador del partido Verde y ponente del proyecto Antonio Sanguino Páez manifestó la importancia que varios municipios ya hayan implementado el cambio: “creo que nos están dando una lección porque están asumiendo decisiones que no hemos sido capaces de tomar en el orden nacional”. Iza, conocido como el Nido verde de Boyacá, dio el primer paso: hizo un cambio y demostró que hay alternativas para reducir la contaminación usando materiales biodegradables que ayuden a preservar el planeta. Colombia también debe y puede dar ese paso. De hecho, no se tiene registro de que algún país sudamericano haya prohibido el poliestireno expandido de un solo uso. Por ello, el senador Sanguino expresó: “nosotros seriamos el primer país en américa del sur en prohibir el icopor”.
- Diana Collazos
Norte del Cauca, Colombia | Comunicadora indígena del Pueblo Nasa Diana Collazos Por Laura Angélica Lenis Llano, Alejandra Paulina Hernández Martínez, Maria Camila Poveda Trujillo y Juliana Martínez Cubillos. Norte del Cauca, Colombia | Comunicadora indígena del Pueblo Nasa Lea también: Edilma Prada Compartir Fotografía por Alejandra Hernández. Desde hace 10 años acompaña el proceso de comunicación comunitaria dentro de su territorio, involucrada en diferentes dinámicas organizativas. Hizo parte del Tejido de Comunicación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), acompañando en su ejercicio de comunicadora los espacios de Liberación de la Madre Tierra en el norte del Cauca. Estudió Comunicación Propia, en la Universidad Autónoma Indígena e Intercultural UAIIN, participó de la Beca Viva Voz de la organización Memoria, en alianza con la comisión de la Verdad y actualmente se encuentra acompañando el programa de comunicaciones del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Nos contó: Sobre cómo deben narrarse los grupos indígenas en Iberoamérica... • Uno de los principales pasos es narrar desde la espiritualidad y entendiendo el concepto espiritual que tenemos como comunidades indígenas. • Si se narra alguna historia, debe desaprenderse la academia e involucrarse en esas labores comunitarias para aprender haciendo. Siento que la comunicación en la academia tiene muchos resabios con los formatos y nos vuelve fríos a la hora de llegar a la comunidad y lograr una buena entrevista en su naturalidad. Sobre las voces indígenas y cómo han contado los procesos migratorios... • La radio ha sido el principal medio que hemos tenido para poder narrar y denunciar porque esta no es invasiva. La comunicación en el territorio se ha hecho fuerte a partir de esta. Hemos contado al mundo cómo nos están despojando de nuestros territorios y, a partir de ese escenario, nos hemos abierto a otros espacios y a otras estrategias de comunicar. Caminamos de la mano del vídeo y conocemos, por medio de lo audiovisual, otros procesos que también se asemejan a la lucha que llevamos las comunidades en el Cauca. • Nos aferramos a la idea de no salir de nuestras comunidades. Pese al conflicto armado y pese a muchas otras estrategias de despojo que la guerra ha implementado, nos hemos querido mantener allí para no desarraigarnos, porque nosotros estamos obligados con la tierra. Dejar la tierra es dejar el ser Nasa, de mi pueblo. Sobre la separación de narrativas respecto a las comunidades y grupos étnicos... • Somos pueblos diversos y al ser pueblos diversos tenemos nuestras propias formas de contar y sabemos qué queremos contar. No voy a comparar mi dolor y mi rabia con la del pueblo afro, con la del pueblo campesino o con cualquier otro pueblo indígena, esas son narrativas y hacen parte de la cosmovisión y del sentipensar de cada pueblo. • Debemos apostarle a un periodismo intercultural que respete la forma de contar y de narrar de cada pueblo, porque lo que para mí no es importante para ellos, tal vez, hace parte de sus vivencias. Fotografía por Alejandra Hernández. Sobre las violencias contra las comunidades... • En el territorio se ha masacrado gente por liberar o recuperarlo. Se ha masacrado gente que incluso el mismo Estado ha reconocido. Casos que no deben olvidarse son la del Naya o las de Nilo, que se dieron en territorio Nasa, y que fueron precisamente por el tema del territorio, por gente externa que deseaba tener un control de territorial sobre la tierra que habitamos. • Al sistema capitalista, estatal, gobiernista, le falta tierra y le sobra gente, y nosotros somos los que habitamos esa tierra que necesitan para desarrollar sus planes mercantiles de explotación que generan el despojo. Sobre los proyectos que visibilizan el proceso comunicativo de las comunidades... • Se empezó a hablar que nosotros tenemos nuestras propias formas de comunicar y entendemos el tema de las señas, los sueños, las asambleas, las mingas, y nos preguntamos: ¿Cómo recuperamos ese escenario de comunicar lo propio? y ¿cómo nos apropiamos de esos espacios de afuera? Se iniciaron procesos de formación que iban de la mano con lo espiritual, lo político y lo técnico, no solo en el departamento del Cauca, sino también de otros lugares de la Abya Yala, con procesos comunicativos, de escritura, manejo de redes sociales y página web. • No solo somos orales como se ha dicho y que todo lo mantenemos en la oralidad, sino que también tenemos que dejar una palabra viva y esa palabra viva la dejamos a través de escritos. En el 2017 se toma la idea del periódico, pero ya denominado revista que se llama Unidad Álvaro Ulcué. Es un homenaje al primer sacerdote indígena en Colombia del pueblo Nasa, que en su función religiosa empezó a motivar a los jóvenes y a las mujeres a organizarse. Empezó a hablar a las comunidades de que teníamos que desarrollar nuestros planes de vida y sobre todo que teníamos que liberar el territorio en ese ejercicio. Esta revista nos permite a nosotros el poder expresarnos y desde allí se quiere contar y dar voz a los que no han tenido voz, al territorio. • Tenemos ‘Autonomías Territoriales’, un proceso documental, que también se hace cada año, en el que se involucramos comunicadores de los distintos pueblos del departamento del Cauca y en el que vamos, contamos y narramos una historia de los territorios indígenas. Ya está en su cuarta temporada. Hay un capítulo que narra el ejercicio político que realiza la guardia indígena en la defensa territorial y hay un ejercicio político que narra cómo nos hemos formado como comunicadores y cómo la comunicación indígena está en riesgo, porque a nosotros nos asesinan en espacios de recuperación. Sobre la voz de la comunidad LGBTIQ+ en las comunidades... • En la revista se habla de la comunidad LGTBI, pues todavía es un tabú dentro de nuestros territorios. Del mismo modo, se le da voz a las personas con capacidades de diversas, que mucha gente llama gente especial, que sienten diferente. Es muy importante hablar de ello porque yo también desconocía el proceso que llevan los compañeros y compañeras diversas en las comunidades, y desconocía la lucha de ellos, porque precisamente los hemos rechazado y nos han vendido la idea incorrecta de tener que ser homofóbicos. Sobre los vínculos con los lugares de origen... • Al nacer nuestro ombligo es sembrado en la tierra para que no salgamos de ella, y si salimos, volvamos a ella. La comunicación parte desde allí. Nosotros no hacemos comunicación por capricho o no nos metimos acá por porque está de moda ser comunicador o porque nos da prestigio. No, nosotros nos metimos a este cuento de comunicar es precisamente porque a nuestros territorios han llegado medios y personas que quieren sacar provecho de nuestra historia. Debemos ser un apoyo a la comunidad y no apoyarnos en la comunidad. • Somos con el territorio, porque en el territorio está sembrado el ombligo. Como dicen los mayores en la casa: “Es donde camina el pensamiento y si mi pensamiento Nasa se planta en un lugar, ese territorio es el que debó también estar defendiendo. Porque no es solamente la vida de mi familia, sino es garantizar el buen vivir de todos, que los mayores y las mayoras vivan tranquilos”. Cuenteros de Iberoamérica
- Sebastián Donoso: El reflejo de un líder
Estefanía García Díaz, Ana María Navarro Sanchez, Luisa Fernanda González Ramírez, Alejandra Paulina Hernández Martínez, Valentina Hoyos Deaza, estudiante de Comunicación Social y Periodismo < Volver Sebastián Donoso: El reflejo de un líder Camera Estefanía García Díaz, Ana María Navarro Sanchez, Luisa Fernanda González Ramírez, Alejandra Paulina Hernández Martínez, Valentina Hoyos Deaza, estudiante de Comunicación Social y Periodismo Este joven líder de Chía se ha posicionado en la política desde muy joven. Pese a recibir amenazas contra su vida, está decidido a seguir a combatiendo la corrupción en el país. Ver también: nota de lee también
- Pantokrator, la iglesia metalera
Pantokrator, la iglesia metalera María Fernanda Gaitán, Catalina Gómez, Natalia Prada y Gabriel Tibaquirá. Comunicación Social y Periodismo La aparente paradoja de un grupo de "metaleros" que usa su música para alabar a Dios. Ver también: ¿Qué les venden a las personas en el Centro de Cienciología en Bogotá? Compartir
- ¡Hay cacho en la manga!
¡Hay cacho en la manga! Silvia Avella Bernal, Comunicación Social y Periodismo Fecha: El coleo, una actividad autóctona de los Llanos Orientales, se ha convertido en un negocio que impulsa económicamente a los departamentos, gracias a su atractivo turístico. Lea también: "Detrás del tono crema de la leche fresca" Compartir Foto: Foto: Silvia Avella Bernal En medio de la majestuosa sabana de los Llanos Orientales se escuchan los gritos de cientos de personas. “¡Campana!”, dicen al unísono, cuando el coleador en una faena le da una vuelta al toro. De fondo se percibe la inconfundible música llanera, canciones del Cholo Valderrama, Walter Silva y Reynaldo Armas, las cuales hacen que se emocione aún más el público. Esto es la manga de coleo, el lugar donde los llaneros aprecian su deporte autóctono. A lo largo de 330 metros se observan dos hombres, el coleador y el encajonador, montando sus caballos de raza ‘Cuarto de Milla’. De repente, se abren las puertas del corral y sale estrepitosamente una res de aproximadamente 400 kilos. El público emocionado grita: “¡Hay cacho en la manga!”. Y en cuestión de segundos el coleador toma la cola del toro y, con empuje y fuerza, hala hasta lograr voltear la res. Acaba de volcar el equivalente a una moto ‘Harley’. Mientras tanto, en la gradería los espectadores aplauden, cantan, aprecian los caballos y comentan las faenas: “Pija pariente, qué jalonazo”. En la manga de Trinidad anuncian al siguiente coleador: Yonency Cuevas, más conocido como ‘Criollo’. Él y su caballo van directo a la arena de la manga y allí hacen una espectacular faena con dos campanas, una en primera zona que le suma 20 puntos, y otra, en segunda zona que le agrega 10. ‘Criollo’ es conocido así por haber nacido el 20 de julio, el día del grito de independencia, y ser la representación misma del hombre llanero. Nació en el municipio de Trinidad, ubicado a 2 horas de Yopal, Casanare. Él ha estado inmerso en el coleo desde los 9 años. “Desde que tengo uso de razón ando en un caballo”, cuenta Yonency con orgullo. Este hombre de tez blanca y sonrisa amable, quien no suelta su sombrero criollo, fue ganador del Mundial de Coleo en el 2014, junto a su caballo castaño Corazoncito, el cual falleció un año después de haber ganado la competencia. “Ha sido una de las cosas más tristes de mi vida, que se me haya muerto mi caballito”, expresa Criollo . Cuando obtuvo el mundial era el alcalde de su municipio Trinidad y consiguió el triunfo estando en uno de los clubes de coleadores más antiguos de Colombia, Club las Panteras, fundado en el 2000 por su abuelo Publio Amaya. Después de la faena de Yonency en la manga de Trinidad, el narrador anuncia a Ángel Zambrano, la leyenda del coleo. El público se emociona y cuando entra Ángel con su caballo los espectadores le tiran ponchos, sombreros y pañuelos. Él, como de costumbre, hace una magnífica faena. Al ser el ganador de cuatro mundiales de coleo y llevar más de 40 años en este deporte, Ángel, conoce perfectamente todo del mismo. Vivió el coleo desde sus inicios, cuando era una faena diaria en las fincas ganaderas del llano. En esas épocas, los ganaderos se levantaban a las tres de la mañana con el hermoso amanecer llanero - el sol apenas saliendo y los tonos del cielo entre naranja y amarillo - a recorrer el hato y a arriar su ganado. Ensillaban y montaban sus caballos. Llevaban consigo poncho, sombrero, rejo y pollero (una funda con carne y patacón) para su día de trabajo en medio de la sabana. Cuando se encontraban sedientos bebían agua de ríos o caños, la cual colaban con sus ponchos o sombreros. Transportaban el ganado de un lado a otro, con el fin de dejarlo en el corral. Sin embargo, cuando un toro intentaba salir del rebaño, el ganadero apresuraba su caballo, tomaba la cola del toro y le daba un jalonazo hasta derribarlo, así lo enseñaba a no abandonar su manada. Una vez la res era coleada no volvía a intentar escaparse. Por lo tanto, el coleo procede del trabajo llanero; en palabras de Ángel, “este deporte viene de la forma que trabaja uno en los hatos”. En las graderías de la manga de Trinidad la emoción es indudable, todos los espectadores visten con poncho, sombrero y alpargatas, vestimenta típica de la región. Cantan los coros de su música autóctona: “Soy coleador de mi pueblo y no lo niego, mi gran orgullo es tumbar a un toro bravo”. Los niños y jóvenes disfrutan cada faena entre risas y aplausos. Hasta las más pequeñas generaciones de llaneros sienten un amor inexplicable por su región, como lo manifiesta ‘Criollo’: “En el campo casanareño, en la Orinoquía, Vichada y Arauca un niño sueña con ser coleador, no sueña con ser futbolista”. Gracias a este amor al Llano fue que Nohora Tovar, ex senadora del Centro Democrático, decidió presentar un proyecto de ley para reconocer la cultura, tradición e identidad llanera. Ella asegura: “Vamos a hacer un reconocimiento a nuestra cultura y ya estamos a un paso de que la Unesco nos declare patrimonio cultural del mundo”. La ley 1907 fue aprobada por el Congreso el 28 de junio de 2018. En esta, se hace reconocimiento nacional e internacional del paisaje llanero, la riqueza y diversidad de los Llanos Orientales, además de reconocerse como elementos integrantes del patrimonio nacional manifestaciones culturales llaneras, como el coleo. De repente en la manga de coleo de Trinidad entra una retroexcavadora, pues tiene que recoger un toro que acaba de fallecer. Sin embargo nadie lo celebra, ‘Criollo’ cuenta que es debido a que, a pesar de que sí hay maltrato, a ellos también les duele cuando un toro fallece. Pero, para los movimientos animalistas el coleo no es un deporte, es una forma de explotación animal y de violencia especista. Como asegura Carlos Crespo, representante de la Red Antitauromaquia, “se ve a los animales como un objeto para satisfacer los deseos humanos”. Además, está en completo desacuerdo con la ley 1907, pues, asegura, dicha ley fue “una estratagema completamente baja y antidemocrática”, debido a que no se consultó a la población si estaba de acuerdo o no con la misma. A pesar de esto, en la manga de Trinidad sigue el coleo, en esta competencia hay 160 coleadores, categoría élite, dando todo para posicionarse en el primer lugar y así obtener 100 millones de pesos, el premio más grande en la historia del coleo de Colombia. Entre ellos se encuentra Edwin Benavides, más conocido como ‘Manotas’, montando su hermoso caballo de raza ‘Cuarto de Milla’. ´Manotas’ vive de este deporte y asegura haber ganado entre 20 y 25 millones mensuales solo con las competencias del mismo. Eso, porque, actualmente, el coleo no es solo una actividad social y cultural, es además un negocio, ya que gracias a las competencias de este deporte los dirigentes políticos promueven turísticamente sus regiones, como lo hace ‘Criollo’ en Trinidad. “Indiscutiblemente cada vez que se hace un evento de esta magnitud se mueve turismo, en Trinidad hoy los hoteles están llenos”. Además, Nohora Tovar manifiesta que la idea principal de la ley 1907 es visibilizar la región y generar más turismo en ella por medio de las demostraciones culturales. El coleo se ha convertido en un deporte organizado con una federación (FEDECOLEO), seis ligas y 118 clubes. Asimismo, ha dejado de ser un asunto de interés exclusivo para hombres, pues ahora mujeres y niños lo practican y cuentan con escuelas especializadas para aprenderlo. Ángel Zambrano asegura que “hay muchos muchachos que le están cogiendo amor y eso es muy importante para que siga adelante”. Además, ‘Criollo’ manifiesta que “es cuestión de que el coleo se forme, que haya mucha inversión en los niños y la juventud”, con el fin de que este deporte continúe generación tras generación. En la manga de coleo de Trinidad cae el atardecer y se aprecia el cielo con una magnífica puesta de sol. Se da inicio a la premiación; 100 millones para el primero, 30 para el segundo, 10 para el tercero y 5 para el cuarto. La celebración continúa para los ganadores de esta victoria y para algunos coleadores que estuvieron a punto de ganar. Sin embargo, para los espectadores ya ha terminado un día de una gran competencia, así que se despiden y salen lentamente por las puertas de la manga.
- Estado colombiano vs. plataformas digitales
Estado colombiano vs. plataformas digitales A propósito de la solicitud de la Cámara de Representantes al Ministerio de Transporte de reglamentar el uso de las plataformas tecnológicas de transporte de pasajeros; 'La cabina de los atrevidos' hace una crítica a cómo históricamente se han puesto trabas a esta clase de plataformas de servicios digitales en el país. Ver también: App para campesinos Compartir
- El despertar de cientos de bicicletas.
“Los que somos apasionados estamos viviendo este tema a diario, desde que uno se levanta hasta que se duerme, incluso en los sueños”, Alexander Gacharná. El despertar de cientos de bicicletas. Joselín María Cuartas Barrio “Los que somos apasionados estamos viviendo este tema a diario, desde que uno se levanta hasta que se duerme, incluso en los sueños”, Alexander Gacharná. Disponible en Pulzo Joselín María Cuartas Barrio Desde las 3:00 de la madrugada, las cuadrillas del Instituto Distrital de Recreación y Deporte preparaban los más de 120 kilómetros para recibir a miles de personas. 700 vallas anunciaban los cierres viales y entre 6 mil y 9 mil conos naranjas adornaban el asfalto. Ese fin de semana, los asistentes a la ciclovía recorrieron en patines, patinetas, caminando y, cómo no, en bicicleta, la Bacatá de los muiscas y los chibchas, nombre con el que habían bautizado a la capital colombiana. Este espacio se vive desde el domingo 15 de diciembre de 1974, cuando el colectivo ‘Procicla’ organizó un primer acercamiento a lo que hoy se conoce como ‘Ciclovía’. Alrededor de 5 mil capitalinos se tomaron las carreras 7° y 13° como una forma de manifestarse en contra de la falta de espacios recreativos y de deporte, pero también por el incremento de vehículos y su efecto contaminante. Tomaron sus ‘bicis’ dispuestos a hacer de las vías un escenario de protesta y, a punta de pedal, lo lograron. El hecho quedó registrado en el periódico El Tiempo, que titularía el suceso días después como “El Mitin a favor de la cicla”. Pero es hasta 1976 cuando, gracias al alcalde Luis Prieto Ocampo, se expidieron los decretos 566 y 567; estos ofrecieron distinciones entre las ciclorrutas (vías destinadas para transporte diario) y las ciclovías (un evento abierto los fines de semana y festivos). Aquel domingo la ciclovía no solo se recorría en bicicleta; también sonaba, olía, se sentía. Se escuchaba la cumbia en los tambores de inmigrantes venezolanos que se ubicaban en la popular Carrera Séptima pidiendo alguna colaboración. Estaban quienes preferían la salsa y lucir disfraces del inolvidable Chespirito. Otros se dedicaban a vender mangos en tiras, piñas y patillas en cuadros. Olía al centro de Bogotá; un olor que se paseaba entre lo embriagante del café recién preparado y lo desagradable de la combinación de perfumes, alientos y comidas. “La ciclovía brinda la posibilidad de un intercambio cultural”, manifiesta Bibiana Sarmiento, Coordinadora distrital del Programa Ciclovía. Para ella, en este espacio no existe distinción de estrato económico, raza o condición. Bernardo López, biciusuario, comparte esta opinión. Mientras pedaleaba con rumbo al Parque Nacional, se encontró con personas de todas las razas, religiones y filiaciones políticas; sin embargo, él vio más allá de eso. Vio a personas que descubrieron un escape de la rutina: la bicicleta, un objeto lleno de historias. Y ahí estaba. Una cicla Monark, modelo Mirim, del año 1978. Su color azul rey brillante permanecía casi intacto a pesar de los años, adornada con rayas blancas y naranjas, con dos ruedas y dos rodachines. Ahí, rodeada entre otras bicicletas clásicas más grandes, la Monark se robó las miradas de los asistentes a la exposición que tuvo lugar en la Biblioteca Pública Virgilio Barco. De repente, un hombre se detuvo frente a ella. “De pequeña tuviste una igualita a esta”, dijo aquel. Le hablaba a quien, al parecer, era su hija. Esas historias, esos recuerdos, vuelven a la vida gracias a Cachacos Club, un colectivo capitalino de bicicletas clásicas, antiguas y vintage dedicado a fomentar el uso de la bicicleta desde la memoria. “Pienso que es una gran labor la que estamos haciendo al rescatar toda esta historia”, afirma Alexander, quien aún se sorprende cuando Cachacos Club logra que alguien “saque sus bicis, las desempolve, y vuelva a usarlas”. Alexander respira la pasión por las bicicletas. En la sala de su casa se encuentra exhibida una Penny Farting de 1887, que trajo desde Francia hace tres meses. Hecha de metal y compuesta por una llanta de tamaño notablemente mayor que la otra, esta bicicleta es exótica para los ojos de cualquiera. Y es que aún, muy a pesar del viaje y de los años, conserva su pintura negra y una lámpara que enciende con pequeños destellos verdes en los bordes. Alexander agarró los mangos de la bicicleta, tomó impulso y logró sentarse en el sillín. Ver a Alexander montar la Penny Farting era todo un placer visual. El girar de los delgados tubos negros dentro de la rueda grande era hipnotizante. Alexander evitaba girar, pues le quedó de experiencia que contra la Penny Farting no le es posible ganar, la rueda más grande podía sacarlo por completo del sillín solo con un movimiento y tumbarlo de la bicicleta. “Nuestro club se inició solamente con una persona: yo”, cuenta Alexander Gacharná entre risas. Es un ingeniero de sistemas que decidió fundar y ser el presidente de un club cuyos miembros están unidos por la pasión a las ciclas. Desde Procicla, el primer colectivo que dio origen a la Ciclovía hasta Cachacos Club, uno de los 21 colectivos urbanos de Bogotá, hay un sinnúmero de grupos de personas aficionadas a la bicicleta, cada una con distintos enfoques. En Sabana Centro se encuentra Clásicas del Zipa que, a través de las bicicletas clásicas, busca que las familias vuelvan a vivir esas épocas bonitas del pasado. En palabras de Fabián Rojas, su fundador, “todo el que va en bicicleta tiene una historia”. Historias como la que tiene el nombre de este colectivo, propuesto por Óscar Goyes como un reconocimiento a Efraín ‘El Zipa’ Forero, el primer ganador de la Vuelta a Colombia proveniente del municipio de Zipaquirá. Y más allá de las montañas que encierran el departamento de Cundinamarca, en la Costa Caribe, Raúl Medina fundó en marzo de 2010 Bielaquilla, un colectivo que inició en una reunión de amigos hace 8 años. “Salíamos los fines de semana hacia el sector de las playas de Salgar y Puerto Colombia y nos regresábamos. Un día nos sentamos en un quiosco en la playa y empezamos a tomarnos esto más en serio”. De 15 personas pasaron a 800 mil en un mes; creció como una bola de nieve que cae colina abajo. Aunque en Bogotá hay muchos colectivos, son pocos los que son reconocidos como clubes, Cachacos Club es uno de ellos. Registrado ante la Cámara de Comercio como ‘Corporación Cachacos Club’, este grupo busca fomentar el uso de la bicicleta para descontaminar la ciudad, preservar el medio ambiente, conservar las bicicletas y su historia, pero, sobre todo, pasarla bien. El amor de Alexander por las bicicletas viene desde cuando era apenas un niño y se interesó por la Chopper. En aquella época, en la que los vecinos se reunían en las tiendas y los amigos del ‘parche’ jugaban en las calles, quien tenía esa bicicleta era el más afortunado del mundo, puesto que era la bicicleta de moda, la más popular para los niños de su generación. Su padre le compró una de esas Choppers, estaba en mal estado, pero para él fue el mejor de los regalos. Años después, Alexander conseguiría 6 ejemplares más de estas y les daría vida nuevamente (las Choppers tenían la llanta delantera más pequeña que la trasera, e incorporaban resortes a manera de suspensión). Yensi Fonseca, su esposa, sonríe al verlo contar aquella historia, pues comparte su pasión y el amor por las bicicletas; además, juntos han rodado cientos de kilómetros. Tantos kilómetros como los que tiene la ciclovía, que son alrededor de 120, cuyas vías principales son la carrera 7ª, carrera 15, calle 116, Avenida Boyacá y Avenida Calle 26 y cruzan 17 de las 20 localidades de Bogotá. En estos predominaba el color naranja durante el mes de abril cuando la Embajada Holandesa tomó la ciclovía como sede del ‘Hola Holanda es bici’, un escenario en el que la cultura colombiana y holandesa se dieron cita. “Claro, la bicicleta se puede volver un ícono y se puede volver parte de la cultura, pero hay que mantenerlo y promocionarlo, que los políticos y la ciudad la consideren como algo propio”, pide Carolina Ramos, consultora de la Embajada Holandesa para Latinoamérica y África. Ella explica que Holanda se convirtió en uno de los países propicios para hablar de transporte integral gracias al Approach Bottom-Up; es decir, a partir de la capacidad de la comunidad para apropiarse como líderes de los procesos que se dan en el país, Carolina explica: “La verdad todo esto vino del pueblo, de la gente y Bogotá debería aprender de eso, nosotros estamos acostumbrados a que en Colombia todo nos lo tienen que dar desde arriba, que el Gobierno tiene que darlo”. Las ciclorrutas en Holanda funcionan con un programa que consta de tres partes: Orgware, Hardware y Software. El Orgware se encarga de reunir las empresas y entidades que contribuirán en la organización del espacio. El Hardware maneja la parte técnica; es decir, las condiciones de las vías (infraestructura) y el diseño e implementación de las ciclorrutas. Finalmente, el Software se enfoca en promover una cultura y educación de la bicicleta mediante el fomento de su uso y el respeto por el espacio de las ciclorrutas. Bogotá parece estar aprendiendo. La ciclovía se ha convertido en el espacio perfecto para compartir con la familia, divertirse, hacer deporte y descubrir que esta ciudad es más que una capital fría encerrada entre edificios. “Antes era un espacio que no tenía un objetivo específico, sino simplemente la policía cerraba las calles”, dice Bibiana Sarmiento. Ahora, “la ciclovía brinda un intercambio cultural, precisamente, donde tú sales sin distinción alguna de estrato económico, puedes ir de norte a sur, occidente a oriente; en fin, sin distinción alguna”. Con el fin de la jornada de ciclovía en Bogotá cayó la noche, el frío se apoderó de las calles. Los camiones del IDRD se llevaron las 700 vallas que anunciaban los cierres viales y los conos naranjas con una línea blanca fluorescente que adornaban el asfalto. Los miles de asistentes de aquel domingo dejaron nuevamente los 120 kilómetros de ciclovía a disposición de los carros, Transmilenio y el afán capitalino.
- Hijo de piloto: ¿privilegio o condena?
Hijo de piloto: ¿privilegio o condena? María Camila Riaño Pardo Fecha: Ser hijo de una leyenda puede sonar fascinante, pero aquel que decide perseguir ese mismo sueño, se enfrentará a una plena lucha por no vivir a la sombra de su padre. Lea también: Juan Pablo Montoya: pasar el testigo Compartir Foto: Camila Riaño Muchos deportistas profesionales han llegado a la cima de sus carreras gracias al apoyo y la experiencia que tiene algún miembro de su familia. En el tenis, Rafael Nadal desde los tres años ha sido entrenado por su tío Toni y las hermanas Serena y Venus Williams han entrenado y competido juntas desde muy pequeñas. Así mismo, en el fútbol, Sergio Busquets siguió los pasos de su padre, Carlos Busquets, quien también jugó en el Barça, y lo propio están haciendo los hijos de Diego Simeone o de Zinedine Zidane, quienes están empezando a destacar en sus clubes. Estos son apenas unos cuantos de las decenas de ejemplos que podríamos nombrar. En el automovilismo, esto no es la excepción. Hace unos días conversé con una promesa del automovilismo colombiano, y la primera pregunta que le hice fue, ¿quién es Sebastián Montoya?, a lo que él, sin pensarlo, respondió, “soy el hijo de Juan Pablo Montoya”. Prosiguió a hablar un poco más de su trayectoria, logros y aspiraciones, pero me quedaré con esa primera frase que casi instintivamente salió de su boca. Sebastián Montoya, de apenas 17 años, actualmente corre en la Fórmula Regional Francesa, lo que representa un gran paso en ese camino hacia la máxima categoría del automovilismo, la Fórmula 1. Sin embargo, lo que todos saben es que es el hijo de Juan Pablo Montoya, el colombiano, ganador de lo que llamamos La Triple Corona (Campeón en las 24 horas de Le Mans, primer puesto en un Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1 y vencedor de las 500 millas de Indianápolis). Sebastián, solo por nacer y decidir ser piloto ya tiene una carga sobre sus hombros mucho más pesada que la de cualquier otro corredor. En la rueda de prensa donde Sebastián anunciaba su nuevo contrato como atleta de Red Bull que, sumado al apoyo de Claro, representa un gran logro teniendo en cuenta que patrocinadores importantes acortan el camino a la F1, comentó algo que podría sonar súper inspirador pero que, si uno lo piensa más a fondo, evidencia la presión que tiene desde el día cero que decidió compartir profesión con su padre. Cuando le preguntaron sobre su relación, él contestó que son muy competitivos, que él le exige mucho y que su benchmark es ser, mínimo, como su padre. Y, aunque él no lo mencionó, esto implicaría ser, al menos, el tercer ganador de La Triple Corona, reconocimiento que, a lo largo de la historia, solo lo han alcanzado su padre y el dos veces campeón mundial de F1, Graham Hill. Entre otros puntos a tener en cuenta, podemos incluir que no le gusta que le llamen “el segundo Montoya” y con toda razón le choca que su nombre sirva como gancho para recordar las glorias de su padre y que estos comentarios trunquen la oportunidad de resaltar todo lo que a su corta edad ha logrado en este exigente deporte. Y es que Sebastián no es el único, el gran Michael Schumacher, siete veces campeón mundial de Fórmula 1, también tiene un hijo, Mick Schumacher, quien solo por tener este legendario apellido ya genera altas expectativas. Actualmente, corre en una de las escuderías menos exitosas, por no decir la peor, donde conduce un monoplaza que ni siquiera nos ha permitido saber si es buen piloto o no. Caso contrario, Max Verstappen, a sus 24 años, aún recuerda la sutileza de su padre, quien ha forjado su carácter como actual campeón. Jos Verstappen, ex corredor de F1, dejó tirado a su hijo en una estación de gasolina en Francia después de que a sus 14 años Max cometiera un error que lo dejó fuera de una carrera de karts que hubiera podido ganar. Ahora, a pesar del trauma, ha superado con creces la trayectoria de su padre. Algunos vencen a sus padres mientras otros siguen pagando su condena como sucesores. Entonces, poder decir que eres el hijo de Montoya o de Schumacher definitivamente te abre puertas, pero así mismo podría quitarte mérito, pues fueron en su momento tan grandes que la sombra que dejan es gigantesca y estas jóvenes promesas deben guerrearla por ser más que los hijos de una leyenda.
- El caballero estratega
El caballero estratega Daniel Andrés Durango Caicedo, Comunicación Social y Periodismo Fecha: Russo fue escogido para estar el frente de Millonarios debido a que hoy en día es un técnico muy reconocido en Sudamérica, ha sido campeón de Copa Libertadores. Lea también: Colombia sí tiene goleador mundial Compartir Foto: Daniel Andrés Durango Caicedo Era un miércoles 18 de octubre, y en la sede deportiva de Millonarios Fútbol Club, ubicada al norte de Bogotá en el kilómetro 3,5 por la vía Arrayanes, periodistas de diferentes medios de comunicación colombianos esperaban, en una pequeña construcción moderna de un piso de altura, al director técnico del equipo, el argentino Miguel Ángel Russo, para escuchar sus declaraciones sobre el partido que se jugaría aquel fin de semana contra el Once Caldas de Manizales. Eran poco más de las 12 del medio día y hacía un día soleado en La Sabana de Bogotá. Los arqueros de Millonarios, ajenos a la rueda de prensa, continuaban su exigente entrenamiento sobre el verdoso pasto de las canchas profesionales, bajo el sol picante y caluroso que caía sobre ellos. Con un blazer gris puesto sobre un saco informal azul oscuro en donde también se vislumbraba el cuello de una camisa azul clara, el “profe Russo” arribaba al lugar con postura recta, caminando a pasos largos y mirando a cada uno de los periodistas, y sentándose rápidamente en la silla ubicada detrás de la mesa que había frente a las cámaras de los medios. Inmediatamente una de las periodistas, tal vez conocida del entrenador, le resaltaba la elegancia con la que estaba vestido, a lo que él le respondía con un acento típico cliché del país argentino “¿elegante yo? véase usted con esa elegancia y ese porte”. Bromeaban quizá, para romper las tensiones del ambiente. Luego con voz fuerte y segura preguntó “¿quién va a empezar?” Su presencia e incluso los nervios de algunos jóvenes periodistas que se encontraban allí, podía ser reflejo del respeto que se tiene hacia el director técnico, quizá una sensación entendible por sus logros como jugador y como dirigente de equipos grandes del exterior, mayoritariamente en Argentina. Como afirma Hernando Salazar, miembro de la junta directiva de Millonarios FC, Russo fue escogido para el cargo debido a que hoy en día es un técnico muy reconocido en Sudamérica, ha sido campeón de Copa Libertadores y campeón de la liga argentina varias veces. Dice también que es “el mejor técnico que hay en Colombia, el que tiene mayor trayectoria”. Opinión que también comparte con el periodista colombiano, Javier Hernández Bonnet, quien afirma que Russo y Juan Manuel Lillo, el ex-director técnico de Atlético Nacional, son los mejores entrenadores que hay actualmente en el país. Pero además, dice que Russo es más ganador y es el “top” de los técnicos. Sin embargo, y compartiendo la misma opinión con Nelson Enrique Ascencio –otro periodista deportivo en Colombia– Hernández Bonnet afirma que “Millonarios tiene más técnico que nómina”, es decir que ellos consideran que el “profe Russo” tiene más nivel que los mismos jugadores del equipo. Terminada la rueda de prensa, Russo se dirigía a su oficina personal, acompañado de César Ardila, el jefe de prensa del equipo “Embajador”, nombre con el que se conoce a Millonarios en la jerga futbolística. Sin embargo, la sensación de molestia irradiaba el rostro del “profe” ya que, durante la rueda de prensa, uno de los periodistas fue muy insistente en cuanto a la contratación del joven arquero venezolano, Wuilker Fariñez, figura de las eliminatorias sudamericanas para el mundial de Rusia 2018 y que llegará al equipo en enero del mismo año. Era un tema del que Russo no quería hablar aquel día, pues decía que todas las preguntas sobre Fariñez ya las había respondido. La oficina, su lugar de aislamiento y donde era casi imposible que alguien lo molestara, estaba ubicada en una pequeña cabaña a un costado de las canchas profesionales donde los jugadores entrenaban. Al ingresar por una puerta metálica de color gris claro, se vislumbraba un escritorio con innumerables papeles, junto a una pequeña ventana cubierta con una cortina veneciana de color gris. Escasamente se podía ver a través de ella. El profe Russo ordenó las hojas que se encontraban sobre el escritorio y se acomodó en la silla de color negro y de espaldar reclinable ubicada detrás del mueble, recostándose allí con una comodidad notoria, dejando entrever el escudo de Millonarios hecho de vidrio que estaba colgado detrás de él en la pared. Su disposición para hablar era absoluta. A los 19 años de edad, en el año 1975 fue el debut oficial de Miguel Ángel Russo como jugador de Estudiantes de la Plata, equipo de la ciudad de La Plata en Argentina que se encontraba en etapa de crecimiento como institución. Allí también finalizó su carrera deportiva después de haber jugado 418 partidos con el equipo. Al hablar sobre esta etapa de su vida, Russo se torna en una posición firme en la silla, hablando con orgullo y con pasión de lo que fue Estudiantes de la Plata para su vida como profesional, ya que según él, este equipo es una forma de vida, es un lugar que lo formó como deportista y como hombre. Significó para él una escuela de vida y reitera todo su agradecimiento con el equipo al que considera como “su casa durante muchísimo tiempo”. Afirmación que demuestra lo que Estudiantes de la Plata influyó en su forma de ser y en su forma de pensar. Tal y como lo confirma Hernández Bonnet, “esta escuela de vida (Estudiantes de la Plata) buscaba no solo el bienestar en la cancha de sus jugadores sino el bienestar fuera de ella. Se preocupaban mucho por el estado económico del jugador, pues entendían que si estaba bien, iba a rendir frente a las exigencias que se le imponían en entrenamientos y partidos”. Este equipo se dedicó no solo a crear buenos jugadores de fútbol sino también a crear una filosofía para el buen desarrollo personal del mismo. Dice Russo que durante el proceso de crecimiento de Estudiantes de la Plata, el equipo solo contaba con una cancha de madera antigua para que sus jugadores entrenaran. También afirmaba que es un club en donde la gente, sus hinchas, lo han hecho grande, y quizá por esa razón nunca se le ocurrió siquiera irse a otro equipo, pues “su destino fue terminar su carrera allí”. Pero así como tuvo una carrera de jugador de fútbol, también se incursionó en la labor de director técnico desde antes de los 33 años de edad en Lanús, equipo también perteneciente al fútbol argentino . Con 33 años, Russo podía considerarse “joven” para ocupar este cargo. Pero de esta manera puede reflejarse la experiencia que tiene estando frente al mando de un equipo de fútbol. “Toda una vida detrás de una pelota, por suerte”, es lo que afirmaba Russo cuando hablaba de su carrera como jugador y como técnico, al estar nuevamente recostado en el espaldar del asiento, pero ahora revisando su reloj de mano. Desde diciembre de 2016, Miguel Ángel Russo arribó a Bogotá, Colombia, para entrenar a Millonarios. Llegó única y exclusivamente para estar plenamente dedicado al puesto, pues su familia no viajó con él . Su esposa, dice él, “va y viene”, haciendo referencia a que ella viaja de Argentina a Colombia ocasionalmente. Su hija, la mayor entre dos hermanos, y sin dar detalles precisos, es con la que según Russo, pueden encontrarse más fácilmente. Mientras tanto, su hijo menor, de 16 años, es jugador del equipo de fútbol Rosario Central en Argentina. Cuenta que su hijo quiere terminar bachillerato allá y espera, si Dios quiere, que su familia pueda viajar a Colombia a final de año. Al hablar sobre Millonarios en sí, Russo afirmó: “Creo que no debe haber otro equipo en Colombia con la presión que tiene Millonarios… mis jugadores han dado muestra de superación en todo eso” , haciendo alusión a la responsabilidad que tiene con el equipo de la capital. Millonarios actualmente no tiene figuras significativas, así que el reto de Russo como entrenador, es crear el mejor rendimiento posible en los jugadores, ya que las opiniones de seguidores y conocedores del fútbol son enfáticas y similares. Blanca Mora, hincha de 76 años de edad y seguidora del equipo desde su infancia, afirma que a Millonarios le hace falta un jugador de experiencia, que sepa “crear juego” en el equipo, similar a lo que hace James Rodríguez en la Selección Colombia y además, dice que también es necesario conseguir a un delantero, pues los goles son los que más falta le hacen al equipo azul. Afirmación que también expresa Hernández Bonnet diciendo que la base de jugadores jóvenes es importante, pero es necesario tener jugadores que marquen la diferencia y que hagan correr a los otros. “Lo que falta es poder meter el gol, terminar las jugadas. Porque el equipo llega muchas veces al arco pero el último lanzamiento no lo logran, no son capaces de definir”, dice Mora al criticar a su amado equipo. Russo es consciente de estas opiniones, y está de acuerdo con ellas. Enfatiza con seguridad, mientras su cara se torna seria y con gesto de convicción demostrado al levantar los labios inferiores y ascendiendo con la cabeza, que Mora tiene razón. Explica que internamente en el equipo, están en una búsqueda insaciable por conseguir a jugadores experimentados en esas posiciones de juego. Sin embargo, y como lo entiende Hernández Bonnet, Russo le transmite a los jóvenes jugadores el positivismo de poder ganar y de obtener títulos. Esto también se debe a las bases con las que la Escuela de Estudiantes de la Plata lo formó, pues la escuela se destacaba porque siempre montaba equipos sin contar con grandes figuras del fútbol. Osvaldo Zubeldía, quien comandó la escuela en los años 70, jugaba con los jóvenes, sabiendo que los podía “moldear”, dándole protagonismo a los jugadores “con hambre”, aquellos que tenían altas ganas de jugar para conseguir resultados positivos a favor del equipo. Miguel Ángel Russo, en Millonarios, lleva a cabo esta filosofía como parte de su manual como entrenador en el equipo bogotano.
- El cirujano que le reimplantó una mano a una niña de 2 años
El cirujano que le reimplantó una mano a una niña de 2 años Manuel Alfonso Durán Lafont, Comunicación Social y Periodismo Fecha: “Muchas personas pasan por la vida sin dejar un legado; yo ya comencé a dejar uno y espero seguir dejando más para que recuerden quién fui”- Giovanni Montealegre. Lea también: El médico que se formó en la enfermedad Compartir Foto: Giovanni Esteban Montealegre Gómez es un médico al que no le tiembla la mano ni siquiera en el momento de reimplantar una. Nacido en Sogamoso, Boyacá, siempre supo, al igual que otros médicos, que su vocación era la medicina. Siendo todavía un niño, amaba experimentar con animales que encontraba en el pueblo, especialmente con sapos y pollos y por experimentar se refería a disecarlos y guardarlos debajo de su cama o en el congelador, en la parte donde se almacenaban las carnes. Estos pequeños experimentos, o como Montealegre los llamaba “delirios de hacer una cirugía” llevaban a que su madre Cecilia Gómez de Montealegre pensara que su hijo estaba “loco” ya que, “cuando ella abría el congelador lo primero que encontraba era los animales disecados, puestos en el mismo lugar donde guardábamos la comida congelada”, dice Montealegre mientras se tapa la boca con la mano y suelta una pequeña risa. Estas ganas de operar y de ser cirujano siempre se vieron apoyadas no sólo por su madre sino también por su padre, Miguel Montealegre Zapata, quienes lo ayudaban en todo lo que les fuera posible. Sus “viejos”, como él los llama cariñosamente, son ejemplo claro de superación, ya que ellos trabajaban durante el día y estudiaban de noche, cursando el bachillerato por radio. Toda esta dedicación desembocó en que el doctor pasara “de ser estrato dos a ser estrato tres y tener la oportunidad de estudiar Medicina en Bogotá” afirma Montealegre mientras sus ojos miran fijamente a la pared blanca que se encuentra detrás de mí, al tiempo que se humedecen y su voz se entrecorta. Otra fuente de inspiración fue su hermana, Doris Montealegre, quien es enfermera y en muchas ocasiones lo llevó al Hospital Regional de Sogamoso para que tuviera la vivencia de lo que era un día o una noche laborando en una institución de salud. Con esta experiencia, Montealegre “tenía más que claro que quería ser doctor, ya que era a ellos a quienes la gente respetaba, tenían la última palabra al momento de tomar decisiones y era quienes realmente tenían poder en los hospitales” exclama el doctor mientras abre los ojos y sacude sus manos para enfatizar su idea. Egresado de la Universidad Nacional de Colombia, hizo su año de Servicio Social Obligatorio en Nunchía, Casanare, en donde se ganó el respeto y aprecio de sus habitantes, pero lastimosamente tuvo que ser trasladado, como consecuencia de haber sufrido una retención por parte de la guerrilla durante una toma al pueblo. Decidió especializarse en Cirugía Plástica y Reconstructiva en la Universidad Nacional de Colombia, realizando posteriormente una subespecialidad en Cirugía de la mano y Microcirugía en el Hospital San Juan de Dios. “El Dr. Montealegre es una persona que contagia alegría y durante sus cirugías no falta la música, especialmente la llanera, alternada con uno que otro chiste”, expresa Sonia Galeano, instrumentadora quirúrgica quien lo conoce desde los inicios de su formación como especialista. Sin embargo, Montealegre, como todo ser humano, no es perfecto. El cirujano plástico no es ajeno a demandas y críticas, y reconoce haber cometido errores u omisiones en su trabajo, que si bien han tenido consecuencias legales o personales, también han servido para hacer una retroalimentación y buscar siempre mejorar para poder brindar una atención de mayor calidad a sus pacientes. Montealegre ha realizado innumerables cirugías reconstructivas pero tiene una que lo llevó al reconocimiento a nivel mundial, a tal punto que se le abrieron las puertas para formar parte del equipo de microcirugía en el London Bridge Hospital en Londres, Inglaterra. Esta cirugía fue el reimplante de la mano derecha a una niña de dos años , cuya extremidad había sido amputada por una sierra eléctrica, en Cachipay, Cundinamarca. La noche del 26 de abril del 2015, el doctor recibió la llamada de un colega que se encontraba de turno en el Hospital de la Misericordia, quien le comentó el caso. Inmediatamente, Montealegre dio instrucciones vía telefónica, para que el equipo multidisciplinario que se encontraba disponible en el hospital, tuviera anestesiada y preparada a la paciente para dar inicio a la cirugía. Alrededor de las 9:30 p.m., el doctor llegó al Hospital de la Misericordia y dio inicio al procedimiento quirúrgico a las 10:00 p.m. “Fueron ocho horas de trabajo duro pero gratificante” expresó Jorge Gama, ortopedista que hizo parte del equipo quirúrgico. Por ser una herida irregular, era difícil reconstruir los vasos sanguíneos para llevar sangre a los tejidos; por lo que Montealegre elaboró un “sistema de irrigación temporal”, utilizando catéteres mientras se lograba concluir la unión de los cabos en vasos sanguíneos de la extremidad. “La excelencia de un cirujano (especialmente reconstructivo) se mide por la capacidad que tenga de diseñar soluciones que conduzcan al éxito de la cirugía y que éstas puedan ser recreadas en otras operaciones, con igual finalidad”, así lo expresó la dra. Nena Nubia Pareja, Cirujana Plástica. La cirugía terminó siendo un éxito, ya que después de varias citas de control, “un año en sesiones de terapia y muchos ejercicios en casa, que aún realiza la niña, gran parte de su movilidad y sensibilidad se recuperó. Ya puede escribir y hacer varias actividades por su cuenta; sin embargo, sigue teniendo unas molestias en la muñeca y esto es algo que el doctor Montealegre ya tenía previsto, por lo que acordamos realizar otra revisión para ver como solucionar esta secuela” expresó Catherin, madre de la menor. El doctor fue galardonado con el premio ‘León Hernández’ por la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, al igual que tiene una mención de honor por mejor investigación en el Área Clínica. “Es un excelente doctor con una carrera académico-científica, con muchos logros, reconocimientos e investigaciones a nivel mundial, además de ser una excelente persona y claro está, un excelente profesional” dijo Ricardo Galán, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva. Con una sonrisa de oreja a oreja, dientes grandes como paletas, un lunar al lado derecho de su boca, pelo negro ondulado, peinado casi siempre hacia atrás y con “marcas de distinción” como el llama a las canas, de tez blanca con algunas manchas producidas por el sol y un par de arrugas o “líneas de expresión” las cuales Montealegre denominó así para no “sentir la vejez”, nariz un poco ancha y ojos un poco caídos a tal punto que el doctor dijo que la única cirugía plástica que se haría sería una “blefaroplastia” o en términos coloquiales levantamiento de párpados, vestido casi siempre con uniforme negro o verde y una bata blanca, un Apple Watch en su mano izquierda y tenis deportivos color negro, Montealegre es el orgulloso padre de dos hijos adolescentes, a quienes dedica su tiempo libre y lleva, en muchas ocasiones, como acompañantes a sus viajes, muchos de los cuales realiza invitado como expositor a los diferentes congresos. Montealegre, el boyacense, el “loco” de los sapos y los pollos, es hoy un reconocido y exitoso cirujano, que labora en el Hospital San José, Hospital de la Misericordia, Clínica La Carolina e Instituto de Ortopedia y Cirugía Plástica de Bogotá, brindando atención con calidad, calidez y esperanza a sus pacientes y compartiendo conocimientos con exigencia a sus residentes.
.png)













