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- Artistas y comparsas | unisabanamedios
Multi color de la frontera Artistas y comparsas El avance de múltiples compañías de danza y teatro permiten reconocer las herencias que constituyen a Nariño. En su movimiento reviven una parte de su amplio universo. Hay seres de los relatos fundacionales, criaturas descritas por las religiones y campesinos... Representación alegórica de “Los monos” pertenecientes a la cultura indígena andina de Nariño Agrupación infantil Wayrasuyay Los Cusillos Danza de “la diablada” de origen boliviano Agrupación Ballet Folklorico de Nariño Socavones del infierno Fundación artística Herencia Latina Agrupación infantil Wayrasuyay Guerreros de la vida Artista Fabio René Rosero Montenegro Armonía Ancestral Casa Cultivarte Nidos y tejidos Academia Compañía Dancística Renacer Pregoneros de Paz Agrupación Dancística Cumbe Chay Costumbres y tradiciones propias de mi bella Cumbal Casa Cultivarte Ley del movimiento contínuo Pachapukary, Danza y Teatro Pachapukary Fundación Segismundo Ley de acción y consecuencia Murga Son de Fuego Pachapukary, Danza y Teatro Nostalgias Fundación Folclórica Danza Arte Nariño del municipio de Córdoba, Nariño Amaru, serpiente de los Andes Agrupación del municipio de Puerres, Nariño Fiestas y Tradiciones Danzantes de la siembra y la cosecha, homenaje a San Isidro Labrador Agrupación del municipio de Cuaspud, Nariño Agrupación del municipio de Potosí, Nariño Trillando vida y forjando sueños Muestra el proceso artesanal de prendas como la ruana y las cobijas de lana de oveja Colectivo Cultural Quinde del municipio de Pupiales, Nariño La Guanga Multi color de la frontera Conoce más sobre el carnaval en: Mitos y carrozas Coordinación Juan Nicolás Barahona Espinosa Fotografías y textos Daniela Sofía Romo Ojeda Diseño web Roger Steven Muñoz Baracaldo Lee aquí para conocer más sobre el proyecto.
- Somos parásitos
Somos parásitos Alejandro Ballestas T., Comunicación Social y Periodismo Fecha: La película Parásitos se mueve entre un cuidado guion y unos personajes cínicos. Lea también: Yo soy tu amigo... infiel. Compartir Foto: La película del director coreano Bong Joon-Ho, Parásitos, fue estrenada en 2019. Desde entonces, ha sido aclamada por la crítica y el público, y en un episodio que seguro pasará a la historia, se convirtió en la primera película extranjera en ganar el Óscar a Mejor Película . Y no es para menos. Una cinta sobresaliente que rompe todos los paradigmas y ratifica a los antihéroes como los nuevos protagonistas del cine contemporáneo. El largometraje cuenta las vicisitudes de una familia surcoreana de clase baja y cómo tratan de salir adelante. Un tema común y hasta trillado, pero que experimenta un cambio gracias al excepcional guion escrito a dos manos por Han Jin-won y el director. En medio de la celebración, cuando todo parece perfecto para la familia, ocurre un suceso que cambia la historia para ellos y aún más para la audiencia. El giro llega sin advertencias ni pistas, golpeando al espectador directo en la cara y haciéndole reevaluar todo lo que ha visto hasta el momento. Como dijo el director de cine Alfred Hitchcock : “para hacer una gran película se necesitan tres cosas: el guion, el guion y el guion”. Otro elemento que juega a favor del filme son los personajes. La familia, compuesta por padre, madre, hijo e hija, atrae con su inteligencia y típica dinámica familiar, pero enamora con su facilidad para mentir, engañar y manipular a la familia adinerada para la que trabajan. La inexistente preocupación por sus jefes y por quienes trabajan con ellos demuestra un clásico ejemplo de que el fin justifica los medios. Sin embargo, el suceso inesperado nos muestra que una de las personas que se ve perjudicada por los actos de la familia no está exenta de cometer actos similares, o incluso, ir más lejos. Los protagonistas se dan cuenta de que sus víctimas no son tan inocentes ni tan diferentes a ellos como pensaban. Los personajes principales reflejan características al mejor estilo de los creados por Quentin Tarantino, con la diferencia de que están más adentrados en la realidad y no son tan caricaturescos o excéntricos. No es de extrañar que el coreano lo haya citado como una influencia en su trabajo en varias ocasiones y le haya agradecido en su discurso de aceptación al Óscar a Mejor Director. El giro argumental que divide la película en dos recrea tintes de Alfred Hitchcock en Vértigo y Psicosis y es digno de obras como El club de la pelea, Sospechosos comunes y Barrio Chino. Todo esto ayudado por un guion cuidado, sólido y creativo. Los personajes hacen recordar a otros antihéroes del cine como Alex Delarge, Michael Corleone, Travis Bickle, e incluso a Beatrix Kiddo, creación del universo Tarantino. Son cínicos y determinados, pero con un sentido fuerte del bien y el mal que a veces deben pasar por alto para lograr sus objetivos. En una sola palabra: memorables. Aunque las casas y calles de Seúl se ven distantes, se pueden adaptar a cualquier contexto. Hay personas que quieren salir adelante y recurrirían a cualquier método para lograrlo. Ya sea la necesidad o simples ganas, siempre existirá el deseo de ir más allá. Nuestros sueños y esperanzas van ligados a nuestra familia, y a ayudarla siempre que podamos. ¿Pero que estaríamos dispuestos a hacer para lograrlo? Ahí yace la belleza de la película: una historia humana sobre cómo la ambición puede cegarnos y sacar lo peor de nosotros. Parásitos es una cinta extraordinaria que nos mantiene a la expectativa y puede ser disfrutada por cualquier audiencia. Su merecida, y a la vez sorpresiva, victoria en los premios de la Academia la ratifica no solo como un buen largometraje, sino como una historia que le habla a cualquier persona sin importar el idioma.
- El poder de conocer el pasado
El poder de conocer el pasado Mauren Poveda Marín, Comunicación Social y Periodismo Fecha: La historia depende de la forma y la cantidad en que es contada, y si se suprimen ciertos hechos ¿se estará enseñando o manipulando? Lea también: Disputas por la memoria Compartir Foto: Unsplash El pasado 9 de abril, un taller sobre los falsos positivos desató una polémica mediática con el uribismo. La actividad que debían realizar los estudiantes de noveno grado de la Institución Educativa Libardo Madrid Valderrama, ubicada en Cali, produjo el intercambio de comentarios en redes sociales. Políticos y seguidores del uribismo citaban el trabajo puesto por la docente Sandra Ximena Caicedo como un “adoctrinamiento, manipulación, abuso de la autoridad pedagógica y politiquería”. ¿Es acaso adoctrinamiento conocer la realidad de Colombia? “Inculcar a alguien determinadas ideas o creencias” es la definición de adoctrinamiento según la RAE. Y según el secretario de Educación de Cali, William Rodríguez, “el trabajo tenía como propósito desarrollar las competencias investigativas y el pensamiento crítico en el marco de dimensión de la participación ciudadana en el área de ciencias sociales”. En ningún momento el taller muestra alguna tendencia al adiestramiento a jóvenes estudiantes contra el uribismo, como comentó el activista político del Centro Democrático Juan Camilo Vargas Bermúdez. Además, el senador del mismo partido, Gabriel Velasco, twitteó que “la educación debe ser objetiva, transparente, neutra y no puede ser manipulada”. Claro que sí, Senador, usted está en lo cierto. La pedagogía debe acoger todos los puntos de vista que compone una historia. Si, por el contrario, se enseña un solo testimonio, se estaría decidiendo qué enseñar y qué no, y eso sí es manipulación y adoctrinamiento. Durante 35 años, la cátedra de Historia se dejó de dictar en el país. En 2017, el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos sancionó la Ley 1874, la cual tiene como objetivo “establecer la enseñanza obligatoria de la Historia de Colombia como una disciplina integrada en los lineamientos curriculares de las ciencias sociales en la educación básica y media” ; ley que solo hasta el año 2020 comenzó a regir en los colegios. Desde 1984, se comenzó a construir el país de analfabetas históricos y las consecuencias se ven reflejadas en la actualidad con los graduados de la educación media que desconocen de la historia del país en el que viven. Eso provocó que las nuevas generaciones perdieran el interés por estudiar el pasado de Colombia y que no conozcan la importancia de recordar lo vivido, para así entender por qué hoy en día vivimos así. La historia permite que los jóvenes vean la realidad del presente como producto de una evolución. Conocer el pasado puede ayudar a descifrar qué está ocurriendo ahora, entender que no hay papel fijo para los héroes o villanos y que las víctimas tienen un papel protagónico para narrar la realidad , aquella que a futuro se convertirá en relato y permitirá a otros conocer lo que sucedió desde un panorama diferente, dejando a un lado el típico discurso del ganador. Hay que escuchar también a los que pierden, pues la historia siempre tendrá varios ángulos para comprenderla. Desconocer las épocas anteriores fomenta la idea de hacer que los estudiantes crean en mitos e ideas falsas fácilmente, sin un pensamiento crítico, que no conozcan el poder de la razón en sí mismos y que, al final, permitan la fácil manipulación. Los jóvenes deben aprender a dudar de lo que se les dice, ser críticos, generar debates sobre lo que piensan, no quedarse con un simple panorama, descubrir qué fue y qué es Colombia, para así poder lograr desde la educación un cambio social. Los colegios y profesores deben implementar un método de enseñanza diferente al presentar la historia de Colombia . No solo es dar fechas y simples datos que recuerden héroes, batallas, presidentes o solo los siglos anteriores. Los estudiantes deben tener un conocimiento profundo de los grandes procesos y de la importancia que tienen hoy en día. Deben poder identificar cuáles son las consecuencias de la guerra y de la desigualdad, reconocer a las víctimas, los diferentes grupos sociales, los movimientos campesinos, los malos gobiernos, saber el porqué de las protestas sociales, conocer las disputas ideológicas por las que se rige el país, poder distinguir entre la palabra adoctrinamiento y educación. Deben encontrar la forma de enlazar estos acontecimientos con la vida económica, religiosa y social; poder fomentar en su razón la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la crítica, la diversidad, para ser capaces, a futuro, de dirigir su vida, sus pensamientos y un país libre de políticas baratas. Dictar ciencias sociales en un colegio colombiano se ha convertido mayoritariamente en dar clase sobre democracia, derechos y ciudadanos, temas muy necesarios para la construcción de un buen ambiente social y político; pero los estudiantes también necesitan saber el trasfondo de un partido político, qué posturas ideológicas existen, por qué razón nació la guerra, qué tiene que ver el narcotráfico con la política, qué fueron los falsos positivos, cuál fue el papel de los políticos más importantes en estas situaciones; entender que la historia no es solo un cuento narrado a través de los libros, sino que va más allá, es lo que comprende y caracteriza al ser humano hoy en día . Saber de historia contribuiría a la edificación de un ciudadano que, además de tener voto, conoce el poder de su voz. Siempre se ha dicho que “un pueblo que no conoce su historia, estará condenado a repetirla”. Estoy segura de que Colombia no quiere seguir siendo un país de violencia y desigualdad, al contrario, quiere transformación. Una de las formas para lograr esto es a través de una educación sin sesgo. Dar a conocer la realidad no es manipular, es darle la capacidad al ciudadano de ser crítico y razonable para la toma de decisiones . No dejemos que Colombia siga siendo el país de rebaños, logremos ser un verso libre.
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- XXS- El deseo de encajar en un molde
Las terapias electroconvulsivas son un método terapéutico para las personas que padecen trastornos alimentarios, así como trastornos de bipolaridad, depresión, esquizofrenia, entre otros. XXS- El deseo de encajar en un molde María Salomé Cabrejo Rodríguez Las terapias electroconvulsivas son un método terapéutico para las personas que padecen trastornos alimentarios, así como trastornos de bipolaridad, depresión, esquizofrenia, entre otros. Disponible en Infobae María Salomé Cabrejo Rodríguez “¿Quieres ser delgada? ¿Quieres llamar la atención del chico que te gusta? ¿Quieres ser vista como la niña perfecta?… Deja de comer paulatinamente, toma mucha agua, come manzana verde y, finalmente, vuélvete una maestra para evitar la ingesta de alimentos”. Estas son unas de las reglas más comunes en los blogs pro-anorexia y pro-bulimia para llegar a la moda de la delgadez. En el 2009, Guillermo Prieto La Rotta, uno de los líderes de opinión pública en Colombia, más conocido como “Pirry”, realizó una crónica acerca de la anorexia para el Canal RCN sobre el caso de Diana Marcela Rincón. En el mismo año, los padres de María Camila Parada quedaron alarmados con la transmisión de “Pirry”. María Camila empezó con su dieta “inofensiva" y ya había bajado dos tallas. —Los trastornos alimentarios se pueden dar desde dos puntos de vista teniendo en cuenta la ingesta. Hay personas que restringen la ingesta de alimentos, a eso se le llama anorexia y hay personas que tienen atracones o consumo compulsivo de los alimentos, a eso se le llama bulimia. Hay una bulimia purgativa o una bulimia pura— explica Jairo Novoa, psiquiatra. Este era un año lleno de cambios y nuevas metas, donde yacía un viacrucis no solo para la vida de María Camila Parada, sino también, para un promedio de 550 niños de la misma edad quienes habían comprado un pasaje económico al infierno, habían desarrollado una obsesión creciente por la figura y un “el lunes empiezo la dieta” les arrebató los sentimientos y el sentido de vida. La noche era fría en la ciudad de Bogotá, quedamos en vernos a las 7:30 p. m. de ese lunes, conversábamos como si nos conociéramos de toda la vida. Irónicamente estudiamos en el mismo colegio. Ella se encontraba a través de mi pantalla en una llamada por Zoom, sentada en un espacio que podría ser su estudio. Acababa de llegar de cocinar unos deliciosos postres para entregar. A su costado derecho, se encontraba un cuadro compuesto de tres fotos; estaba ubicado en unas repisas de madera. Dos fotos a los extremos eran de logros de ella y su hermano. Y, en la mitad, se encontraba una foto de Paco, su perrito y ángel guardián. María Camila Parada nació el 7 de diciembre de 1995, en la celebración del día de las velitas y dando bienvenida a lo que sería el inicio de las fiestas navideñas. Era la segunda hija planeada de un feliz matrimonio, quien más adelante estudiaría en el Colegio Champagnat de Ibagué, una ciudad ubicada a tres horas de la capital colombiana. Se graduaría como profesional de Diseño de Interiores en LCI Bogotá, con doble título en LCI Monterrey. Camila es de cabello negro, cejas pobladas, mirada profunda y manos expresivas. Mientras pasábamos el tiempo charlando, me iba revelando un poco más de sus inseguridades. Había sido toda una travesía planear un encuentro juntas. María Camila es una mujer emprendedora, proactiva y amante del dibujo (aquel instrumento que habría sido su escapatoria en tiempos de caos). … Con un leve y tranquilo tono de voz, María Camila me iba relatando su proceso. —yo era una niña muy sociable — me dijo. Camila era de las "populares” del salón y hacía parte del grupito que regañaban continuamente por indisciplinas o juegos bruscos. Sin embargo, la presión de los pares no desvanecía, los comentarios quedaron instaurados en su subconsciente y para María Camila las inseguridades fueron creando una maraña de pensamientos y barreras. Sus vecinos solían llamarla “la gorda" o "polita". Por otro lado, un amor de colegio generó muchas inseguridades. La hizo desear ser la niña de una figura esbelta. Pero, en casa, su madre inicialmente se preocupaba por el ancho de su espalda y la forma que iba adquiriendo su cuerpo por las prácticas de natación. Así, lentamente, fue instaurando una fijación en la figura corporal a los inicios de su pre adolescencia, indagó en internet y suprimió poco a poco sus alimentos. —Escuché al joven de la cafetería hablar de lo terrible que era ser gordo y lo mejor para evitarlo, era beber mucha agua [...] yo escondía las manzanas verdes detrás de los inodoros del colegio— Mencionó María Camila. … Sin embargo, María Camila no era la única. Camila Torres también se encontraba atrapada en los ideales del trastorno, comenzó cambiando comidas por jugos verdes. Y, de jugos verdes pasó a periodos de ayuno prolongados. En su caso, el talento artístico no era suficiente. — Beto, te pedí que trajeras una niña, no un cerdo— Escuchó Camila Torres a través de una pared en el año 2003. Camila Torres es una artista y comunicadora de profesión. Estudió, en la Universidad de Ibagué, Comunicación Social. Su trastorno alimenticio, detonó tras escuchar aquel comentario que había quedado fijado en su cabeza. Por esta razón, surgió la necesidad de ir a un gimnasio y se convirtió en su arma de doble filo. Camila asistía para lograr sus objetivos, pero los cuerpos esbeltos y comentarios escuchados de personas, la segaron para motivarse a dejar de comer. Era una tarde calurosa de domingo en Ibagué, a eso de las 4:30. María Camila me invitó a su hogar para tomar un café y contarme su historia. Ella se mostraba muy alegre y extrovertida. Ese día se encontraba en su ropa de hacer ejercicio, su largo cabello castaño suelto y una sonrisa en el rostro de oreja a oreja. Nos sentamos en su comedor, ella estaba a mi mano derecha. El apartamento estaba lleno de juguetes de su hijo y en el balcón se observaban los implementos deportivos de su esposo... es entrenador de profesión. Al igual que María Camila Parada, Camila Torres se vio influenciada por los ideales y prototipos instaurados con el paso del tiempo. Para ella, la gordura era sinónimo de fracaso y su amor por la música era una meta por cumplir. Sin embargo, lo logró con esfuerzo y dedicación, luego de pasar un periodo de tiempo tormentoso, lleno de conductas como la adicción a píldoras para adelgazar, atracones (bulimia), intentos de suicidio y períodos de ayuno prolongado (anorexia). Seguíamos sentadas en su comedor, el sol ya se estaba escondiendo y, esta vez, nos encontrábamos en compañía de su esposo y su hijo de dos años. Le pregunté sobre una actividad que hubiese sido una escapatoria. Respondió con nostalgia y dijo —Conforme más me enfermaba, mejor me iba en la música [...] yo me crie con Hannah Montana, solo que Miley Cyrus era el demonio poseído por la anorexia y la bulimia. Yo salía, cantaba, hacía el show, me quitaba el maquillaje y me bajaba a vomitar— Mencionó Camila Torres. Y así mismo, lo afirmaba su mejor amigo, Maigel Montoya. Fue compañero y fiel amigo de la universidad, quien le salvó la espalda más de una vez, cuando Camila no asistía a la universidad por las recurrentes visitas a los centros hospitalarios. —Camila, aparte de ser cantante, es muy buena actriz. A ella nunca se le notó lo que le estaba pasando—comentó Maigel con tono de sorpresa. … Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) pueden ser tratados de distintas formas. En muchas ocasiones, los fármacos como fluoxetina o prozac son la primera opción junto a las sesiones psiquiátricas. Sin embargo, aunque haya una concepción errónea, los fármacos psiquiátricos no generan adicción, pero sí, dependencia. — Es tener un chocolate y un café, el chocolate no genera una dependencia, el café sí, por la cafeína— Mencionó el doctor Jairo Novoa, psiquiatra. María Camila Parada habría de pasar años de su vida en un vaivén; fue internada en la Clínica Medicadiz y Los Remansos, en la ciudad de Ibagué. Pasó a ser tratada en centros de Bogotá y ya cuando fue desahuciada por todos los médicos, había recibido la comunión y los santos óleos, regresó a Ibagué en el 2012 para depositar su fe en el doctor Jairo Novoa, el padre de su mejor amiga: Andrea. —Hay que tener en cuenta todo, [...] no es solamente la restricción de los alimentos, siempre le digo a mis estudiantes que hay que buscar cuál es el punto cardinal del trastorno, [...] yo le pregunté al papá qué fue lo primero que hizo después de la convulsión, él me respondió que quería una malteada— Fue allí, cuando decidió realizar terapias electroconvulsivas con María Camila. Las terapias electroconvulsivas (TEC), son un procedimiento terapéutico de 2 segundos, en el cual se ubican dos electrodos con una carga de 4 jules en la sien del paciente, para ser inducido a una convulsión de 10 a 20 segundos. La convulsión busca la activación de los factores neurotróficos derivados del cerebro para que empiecen a funcionar bien las áreas que generan la depresión. Los procedimientos psiquiátricos se han vuelto un tabú, son satanizados por muchos. —Yo me lo imaginaba un procedimiento macabro [...] pero, no me acuerdo de nada— me dijo María Camila en tono de burla… ¿por qué funcionó este procedimiento? En el Caso de María Camila, la anorexia fue causada por una depresión crónica. ¿Cuál fue el detonante? eso es una incógnita. Las TEC solo sirven en pacientes con enfermedades mentales como trastornos de bipolaridad, depresión, esquizofrenia, entre otros. No en una conducta alimentaria pura. La depresión llevó a cabo su cometido. María Camila empezó haciendo cortes a los costados de una cánula y pasó a querer suicidarse con sobredosis de fármacos al igual que Camila Torres. — Es como si los sentimientos se perdieran a medida que vas bajando de peso — enfatizó María Camila Parada. El dolor ya no existe y el sentido de la vida ya se ha desvanecido. Solo queda que un milagro ocurra y una decisión sea tomada por el paciente. Nada cambia a menos de que sea consciente — pero no hay mejor remedio que la prevención— recomienda Jairo Novoa, psiquiatra. Los pacientes con trastornos alimenticios son manipulados por voces que les retumban dentro la cabeza todo el tiempo, pareciera que tuvieran una doble personalidad. La comida es su peor enemigo; los amigos son aislados lentamente; los trucos para evadir la comida son cada vez más ágiles, y todos quienes quieren ayudar se convierten en un enemigo. —Es como una relación de amor-odio [...] ellas creen que queremos entrometernos en su objetivo— menciona Carolina, enfermera de profesión. ... En 2020, en Colombia, se registraron por el Sistema Integral de Información de la Protección Social (SISPRO), al menos 453 pacientes atendidos por anorexia nerviosa, 117 por anorexia atípica, 347 por bulimia nerviosa y por último, 107 por bulimia nerviosa atípica. Teniendo en cuenta estos datos y que la etapa de la preadolescencia es el periodo en el cual puede existir una alta tendencia a los TCA, desde el Ministerio de Educación Nacional, el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, el Ministerio de Salud y Protección Social y la Fundación Saldarriaga Concha, se ha implementado un programa llamado “Emociones: conexión vital”. Se trata de un proyecto que tiene como finalidad ser un componente transversal de las instituciones educativas, para fortalecer las competencias socioemocionales y favorecer la inclusión de niños, niñas y adolescentes como oportunidad para potenciar su salud mental y desarrollo integral. De este proyecto —Se benefician 300 Establecimientos Educativos en 26 departamentos del país, priorizados por criterios como: altos índices de consumo de sustancias psicoactivas en escolares, embarazo temprano, violencias basadas en género y conducta suicida en niñez y adolescencia, municipios con programas de desarrollo con enfoque territorial (PDET), Zonas de Especial Intervención, entre otros. — Me mencionó el Viceministro de salud, Alexander Moscoso. ... —Los trastornos alimentarios nunca se van de tu vida en un 100% —dijo María Camila con un tono tenue. Es por esta razón que lucha cada día dando testimonio junto a su libro “Silueta de una sombra deseada”. Se encuentra más proactiva que nunca en la repostería de sus sueños, la perfección es la meta principal y la calma solo viene a la hora de dormir. —Tú sabes el día que inicias, pero nunca sabes cuándo vas a salir o cómo vas a quedar— Mencionó con un poco de desaliento. Las TEC fueron un alivio para la familia de María Camila, las ocho sesiones realizadas la hicieron volver a renacer como un ave fénix después de grandes tropiezos y trucos para esconder la comida. María Camila habría pasado parte de su adolescencia queriendo buscar el cuerpo perfecto, sus ojos se encontraban vendados ante la realidad del espejo. Las voces en la cabeza querían atentar contra su vida y hoy en día, sigue luchando para evadir la nube negra que la quisiera atrapar en cualquier momento. Al final del tormentoso camino, encajar en un molde fue una tarea fácil. La talla xxs fue una meta obtenida con simplicidad, los tropiezos fueron continuos, las visitas a los oscuros hospitales, eternas, y las inseguridades quedaron para siempre.
- La Unión Patriótica sigue presente con una nueva generación
valentina leal < Volver La Unión Patriótica sigue presente con una nueva generación Camera valentina leal Entre 1985 y 1993 fueron asesinados mas de 1.500 militantes de la Unión Patriótica, lo que se considera el crimen político más grande de la historia de Colombia. Las Autodefensas Unidas de Colombia, el narcotráfico y sectores del gobierno de entonces, fueron los artífices de este genocidio. Ver también: Ver también: Estos asesinatos incluyeron a Jaime Pardo Leal en 1987 y Bernardo Jaramillo en 1990, dos candidatos a la Presidencia con altas probabilidades de ganar. En Echando el Cuento de Ruta 45 hablamos con Gabriel Becerra secretario y Representante a la Cámara por la Unión Patriótica, sobre la historia y la importancia de este partido político.
- Proponen soluciones frente a bandas de rompevidrios en Chía
Proponen soluciones frente a bandas de rompevidrios en Chía Laura Daniela Olarte López, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de La Sabana. Fecha: El concejal del Partido Cambio Radical William habla sobre la decadencia de la seguridad en los últimos años y plantea soluciones y estrategias para esta problemática. Lea también: ¿Qué se ha hecho para reducir robos en Transmilenio? Compartir Foto: Unsplash La seguridad en el municipio de Chía, Cundinamarca, es uno de los temas más preocupantes para sus habitantes. Durante los últimos años, la ciudadanía se ha visto afectada gravemente por la delincuencia y el hurto de pertenencias, por lo que se han tenido que tomar decisiones para controlar esta problemática. La alcaldía de Luis Carlos Segura ha implementado medidas en el municipio como la instalación de una base militar, los gestores de convivencia, la central de emergencia 123, y ha puesto la tecnología al servicio de la seguridad por medio de cámaras y bocinas, entre otros elementos, pero ¿realmente estas técnicas funcionan? El concejal del partido Cambio Radical, William Tamayo Donoso, evalúa los resultados obtenidos por la alcaldía con estas medidas y amplía de manera concreta las estrategias que se pueden tomar para mejorar la seguridad en el municipio, además, guía y aconseja a la ciudadanía en caso de ser víctimas de la delincuencia y muestra una perspectiva actual de esta problemática. Como habitante de Chía, ¿cómo ha percibido el tema de seguridad en los últimos 10 años? Creo que Chía ha sido un municipio que ha venido creciendo a pasos agigantados, la expansión demográfica es bastante fuerte y eso hace que crezcan los problemas de seguridad. Se ha evidenciado el incremento de las bandas de apartamenteros o delincuentes que ingresan a las casas de perfil social más alto a robar, también, ha ido creciendo el hurto, el atraco callejero y los homicidios; sin embargo, creo que estos últimos dos o tres años han sido los más fuertes en problemas de seguridad porque a pesar de que la pandemia fue en el año 2020, los niveles de inseguridad en los dos primeros meses del aislamiento bajaron y después de la salida del confinamiento estricto se disparó la inseguridad como consecuencia de problemas económicos, de la llegada de migrantes y del desorden del municipio. ¿Qué opina de la gestión del actual alcalde sobre el tema de la inseguridad? No ha sido una gestión sólida que dé resultados. Ha querido hacer esfuerzo, ha traído un grupo del ejército para que tenga asentamiento en el municipio de Chía, pero no ha sido suficiente porque ellos están de vez en cuando y normalmente tienen que salir. No hay una política integral de seguridad clara y ese es un problema real. Efectivamente creo que no se ha manejado la seguridad con el conocimiento y la experticia que se debe manejar. Se ven algunas actuaciones en redes sociales e infortunadamente no se ve un trabajo preventivo, sino que al contrario, se ve un trabajo reactivo cada vez que se presenta alguna situación grave en materia de seguridad. ¿Cuál cree que es el mayor reto para combatir la inseguridad en el municipio? Es entender que el problema de seguridad no es aislado y solo de policías y ladrones; la seguridad tiene que entenderse como un escenario íntegro, por eso hay que crear una política integral de seguridad que incluya deporte y cultura, donde los jóvenes estén en actividad constante. Además, se debería incluir inteligencia y seguimiento judicial a bandas delincuenciales que se pueden estar formando en el municipio; por esto, se debe trabajar con policía judicial, con SIJIN y SIPOL, en donde haya un trabajo preventivo y de presencia con la Policía Nacional y una red de apoyo entre ciudadanos. En temas de seguridad, las comunicaciones son mucho más importantes que las armas, si hay una muy buena comunicación, unas muy buenas redes y frentes de seguridad, realmente se va a lograr disminuir el problema de la delincuencia en el municipio. Además de eso una política clara de manejo de espacio público es pertinente porque acordémonos que el desorden también genera inseguridad, que no haya esa invasión desmedida de ventas ambulantes. Se debe tener un componente triple que es la comunidad, administración municipal y Policía Nacional, todos trabajando articuladamente para cerrarle la puerta a la delincuencia. Se han presentado casos en donde la policía no atiende al llamado del ciudadano en el tiempo requerido. ¿Qué hacer en caso de que las autoridades no contesten o no den ninguna solución? Chía tiene un sistema de llamadas que es el 123, toda llamada que no tenga la respuesta oportuna por parte de la policía crea una situación que se llama una falla del servicio, eso inclusive puede ser una demanda en contra de la policía y generar una responsabilidad en favor de la persona que no fue atendida a tiempo, presentándose un hecho gravoso; pero desde el punto de vista del municipio, hay que hacerle seguimiento a esas llamadas que no tienen respuesta de la policía y tomar cartas en el asunto. Por eso es importante que también se tenga una red cívica y una red de apoyo para que la respuesta sea mucho más oportuna y mucho más rápida, que es lo que se quiere para quien tiene una emergencia o quien solicita la ayuda la policía por una situación novedosa en su vida. ¿Qué factores considera usted que están asociados a la inseguridad del municipio? Los factores que están asociados con la inseguridad en el municipio son muchos, como la cercanía con Bogotá. Chía queda cerca de la capital, entonces eso hace que la delincuencia se traslade muy fácil. Además de eso la creencia de que en Chía hay dinero. Muchas personas creen que el municipio es rico, en donde hay personas con una capacidad económica grande, eso hace que vengan bandas de apartamenteros, de rompe-vidrios de carros y raponeros. Además, hemos tenido históricamente la llegada algunas personas foráneas del municipio y ahora personas migrantes de otro país, que efectivamente han incrementado el tema de la inseguridad. También, los arriendos de manera desmedida en algunos sectores del municipio, el expendio de psicoactivos, los problemas de rumba en la noche, ya que a la salida de estos establecimientos de comercio se presentan situaciones de hurto. El problema de seguridad en Chía es complejo. ¿Qué elementos pueden contribuir al aprovechamiento del tiempo libre para que no se presenten hechos relacionados con la delincuencia? Es importante que el tiempo de ocio se maneje de manera adecuada. Se requiere una política integral para que las personas estén ocupadas leyendo, en actividad culturales, deportivas, que realmente hagan cosas que los tengan pensando en situaciones distintas a la delincuencia. Desde los niños y jóvenes es muy importante hacer una intervención en los colegios, trabajar con los jóvenes para que tengan actividades adecuadas que les permitan tener una ocupación diferente y por supuesto de ahí empezar a construir un mejor futuro. Si estuviera en sus manos, ¿qué estrategias implementaría para mejorar la seguridad en Chía? Efectivamente es importante generar la política integral de seguridad. Primero tenemos que identificar cuáles son los puntos críticos, en qué hora se cometen más delitos y de qué tipos; eso se hace desde un observatorio que debe estar muy bien estructurado en Chía. Además, en la parte preventiva, trabajar muy fuerte en deporte y cultura, en los colegios en actividades con las familias, con las comunidades, vincular a las juntas de acción comunal al tema de seguridad, hacer frentes de seguridad con la comunidad, con grupos de WhatsApp, con taxistas, con vigilantes, tener una red cívica que apoya la policía, hacer investigación, inteligencia judicial, identificar cuáles son las bandas que están ingresando al municipio para asimismo lograr desmantelarlas, no es simplemente evitar que se cometa el delito, sino es desmantelar la banda y judicializarla para que queden tras las rejas. Efectivamente, es un programa que tiene que ser completo. Como ciudadanos, ¿qué podríamos hacer para contrarrestar la inseguridad? Lo primero es tomar medidas de precaución. Segundo, deberíamos trabajar de la mano con la administración municipal y con la policía y generar estrategias que nos hagan más seguros, como la creación de frentes de seguridad, tener un grupo de WhatsApp con los vecinos para que todos estemos alerta, al caminar en la calle tener las precauciones, pero lo más importante es que desde la alcaldía se genere una estrategia para que la comunidad haga parte de esa solución a la inseguridad del municipio, tiene que hacerlo con una policía que reaccione, atienda y que sea amable con la comunidad. No solo la comunidad y la administración pueden blindarse, no solo la policía puede blindarnos, aquí depende de que todos trabajemos de la mano y de manera integrada, para que demos un resultado oportuno en pro de la seguridad del municipio.
- Educación pública: ni suficiente ni tan buena
Educación pública: ni suficiente ni tan buena Leonardo Londoño, Comunicación Social y Periodismo Fecha: El desfinanciamiento de la educación, Fecode y Ser Pilo Paga, algunos de los problemas que lista Moisés Wasserman, ex rector de la Universidad Nacional. Lea también: Las públicas, de mal en peor Compartir Foto: unsplash Hasta ahora, lo había visto tres veces, pero siempre escuché hablar de él. En una ocasión, me encontré, por un trabajo provisional, entregando un domicilio en su puerta. Jamás lo vi como una celebridad, porque él es un tipo al que uno respeta en silencio, como se respeta a quienes, en efecto, merecen respeto alguno. Empero, debo confesar que cuando noté que era él, o, más bien, que era yo a la entrada de su apartamento, sosteniendo una torta, me emocioné e incluso me puse un poco nervioso. Una tontería de adolescente, pero siempre admiré a la gente inteligente que no hace escándalo. Señor Wasserman, un gusto, le dije. Buena noche, joven, igualmente, me miró un tanto desconcertado y preguntó ¿Cuánto sería? Me pagó y eso fue todo. Cuando lo localicé para esta entrevista, fue todo lo amable que pudo, el único obstáculo fue que no se encontraba en el país y tuvimos que hablar vía Internet, y, sin embargo, a través de la imagen pixelada —que, como los tiempos en que vivimos han querido, no se diferencia mucho de una ventana en un día gris para alguien, como yo, miope—, aún comunicaba, por medio de sus ojos cansados, la sabiduría y la amabilidad de alguien que sabe o cree saber para qué trabaja o, lo que me pareció que era los mismo, para qué vive. Moisés Wasserman se formó como químico en la Universidad Nacional de Colombia y realizó dos doctorados en el exterior, uno en Israel, el otro en Estados Unidos. Cuando volvió al país, se vinculó al Instituto Nacional de Salud, que presidió durante tres años y en el cual construyó un laboratorio investigativo en química. Posteriormente, empezó a trabajar en su alma máter, donde fue rector por seis años, decano por dos en la Facultad de Ciencias y siempre docente. Se pensionó después de la rectoría, hace seis años. Actualmente, hace parte de la Misión de Sabios, proyecto sobre el que debe entregar un informe en 10 meses, en lo tocante al foco de ciencias básicas, cuyo objetivo último es tratar de convencer al país de que las ciencias básicas son fundamentales para el desarrollo nacional. Luego de escuchar su resumen, hay un pequeño silencio; no de esos incómodos sino aquello que indican que ambos comprendemos hacia dónde se dirige la conversación. La educación pública en Colombia es demasiado convulsionada. Pero primero lo primero. —En la UNAL el ambiente es históricamente famoso por ser movido, ser rector de la universidad pública más importante de Colombia debe dejar mucho que decir ¿es un puesto realmente académico o es más bien político? —Mucha gente piensa que es político y, sí, tiene un contenido político, porque le toca a uno enfrentar y negociar muchas posiciones del gobierno y de diferentes grupos sociales por dentro y por fuera de la Universidad. Pero yo no soy político, yo siempre fui académico; creo, además, firmemente, que los rectores deben ser académicos, que tengan capacidad de dialogar, pero que sean fundamentalmente académicos. Yo siempre me sentí en un cargo académico, mucho más que en un cargo político. El nombramiento en la Universidad Nacional, desde su fundación hasta el 91, o poco después del 91con la nueva constitución, lo hacía el presidente, con lo que el rector era prácticamente un delegado del Ejecutivo. Pero después de la constituyente, el nombramiento lo hace un consejo, en el cual el gobierno tiene presencia, claro, pero existen distintos representantes. Por lo tanto, los consejos en los cuales yo estuve eran consejos de una visión mucho más amplia. —Pero supongo que eso no le quita lo complicado ¿verdad? Particularmente en la coyuntura actual, aunque del siglo pasado de seguro hay mucho que discutir, estar vinculado al sector público representa distintos retos ¿cuáles diría usted, como rector y como docente, que son las principales dificultades y, por qué no, fortalezas? —Pues hay muchas complicaciones y dificultades. Existe la necesidad de abordar de manera distinta cada generación. Ni siquiera digamos generación; cada nueva cohorte de estudiantes viene con un perfil distinto y con unas necesidades diferentes y la universidad tiene que responder a eso. Precisamente, uno de los proyectos en los que más nos concentramos fue en una reforma académica, que logró reformar la estructura administrativa de la Universidad y todos los currículos. Eso ya es una gran dificultad en sí, pero adicionalmente la universidad pública es un medio muy efervescente, con muchos grupos con visiones diferentes. Me atrevo a decir que la universidad, en general, no solo en el país, sino en el mundo, es una institución bastante conservadora; a pesar de que dice estar dispuesta a los cambios, cuando llegan encuentran mucha resistencia. Entonces hicimos esta reforma y creo que hoy en día todo el mundo aceptó que era conveniente y necesaria. A pesar de que, en teoría, por entonces, todos decían algo similar, o al menos lo reconocían en silencio, la oposición fue muy dura. Cambiamos el Estatuto Estudiantil, que tenía más de 30 años. Era un Estatuto que no estimulaba la bondad académica. Teníamos personas que decíamos que se iban a pensionar de estudiantes. Llevaban casi 20 años en la universidad. No obstante, para cambiar el Estatuto tuvimos que enfrentar hasta huelgas de hambre. Tuvimos muchos encontrones con el gobierno y con varios sectores sociales, pero, al final, creo que todo se resolvió de manera bastante pacífica. —Eso es cierto, si uno mira el caso históricamente. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la educación pública en Colombia sigue evidenciando múltiples problemáticas; por nombrar algunos casos recientes: el desfinanciamiento, Fecode, Ser Pilo Paga… Sería difícil decir que no existe una crisis de base. —Sí, voy a resumir en dos frases la problemática, y es que: no tenemos suficiente y no es suficientemente buena. Es decir, nos falta cobertura y nos falta calidad. Ahora, hay que ver el otro lado, avanzamos mucho en cobertura y avanzamos mucho en calidad. Comento, cuando yo era estudiante, ya me gradué hace 50 años (sonríe y niega con la cabeza), solo el 4 por ciento de los jóvenes en edad estudiábamos en la universidad, ahora pasó a más del 50 por ciento. Mejoramos sustancialmente en cobertura, eso es innegable. El problema es que el promedio en los países de la urbe a la cual estamos entrando es del 80 por ciento; esa es la cobertura que planeamos tener en 2030, es decir, nos falta. Esa diferencia del 30 por ciento es comparable al tamaño de toda la universidad pública en Colombia. Ahora, tenemos universidades buenas, egresados excelentes que tienen éxito en todas partes, cosa que no es uniforme. También hay instituciones mediocres, algunas incluso se pueden calificar como malas. Es decir que, a pesar de que tenemos cobertura, es muy desigual, también a nivel regional: las mejores universidades están ubicadas en cuatro ciudades. Un factor muy central en la calidad de la educación en todo el mundo es la capacidad de las universidades para hacer investigación. Creo que todas las mejores quinientas son reconocidas como universidades de investigación; se entiende que la investigación es una variable fundamental para la buena educación. En Colombia son pocas las universidades que de verdad la hacen, es un factor un poco olvidado. El lado bueno es que se ha construido una estructura de calidad, un sistema de registros que exige unas condiciones mínimas, que no existía hace unos años y que se prestaba para, digamos, estafas académicas. También existe el programa de acreditación institucional, que estimula la calidad de la educación. Hay aspectos buenos, pero nos falta en esos dos campos. —Claro, y es que existe una diferencia entre las políticas de Estado y las políticas de gobierno. Quizá todo se debe a que, en Colombia, se ha tratado la educación como la política de gobiernos particulares, y no como un proyecto de Estado. —Yo creo que nosotros tenemos, en Colombia, una situación crónica de divorcio entre el discurso y los hechos. Yo, desde que me conozco, escucho que todos los gobiernos dicen que la educación es lo más importante. Sin embargo, desde antes de la ministra Cecilia María Vélez, que fue la ministra del presidente Uribe durante ocho años, el periodo de duración de un ministro era inferior a un año, en cien años; los cien años antes de ella ese era el promedio. Eso ya indica que en la práctica la educación era vista como secundaria. Hoy en día, y seguramente es cierto, los índices muestran que el promedio más alto de inversión en el país es para la educación, pero eso también tiene matices. Es cierto, es el presupuesto más alto, pero eso incluye cosas que no son exactamente educación, como la alimentación escolar, la construcción de colegios, y realmente si se compara la inversión del país por cada estudiante en educación básica, media y superior, existe mucha diferencia con los países a los cuales queremos parecernos. Hay una franja, que es la educación preescolar, que está supremamente baja; no llegamos, creo, ni siquiera a un veinte por ciento de cobertura. Los psicólogos hoy, en el mundo, dicen que precisamente esa es la franja más crítica en la formación del futuro ciudadano. Sí, los presupuestos han crecido. Sin embargo, uno piensa que la cosa no es tan en serio como dicen los discursos. —En ese sentido ¿cree que los gobiernos han tomado iniciativas serias para subsanar esos problemas? Por ejemplo, una de las situaciones más recientes, hace relativamente poco, fue la de Ser Pilo Paga. Algunos argüían que era un proyecto para desfinanciar a la universidad pública, que en realidad era algo más negativo que nada, porque la educación pública es, en últimas, la columna vertebral del desarrollo de un país. —Yo varias veces he planteado mi posición, que es bastante contraria a la de mis colegas. Siempre he estudiado y trabajado en instituciones públicas. No obstante, creo que hay que ser realistas y hay que mirar las cosas como son. Y en Colombia la educación [superior], pública y privada, es de tamaños similares; ambas cubren aproximadamente un 50 por ciento del total. Más o menos es así, con pequeñas variaciones. Si queremos llegar a la cobertura que se pretende, tenemos que, de alguna forma, prácticamente duplicar alguno de los dos sistemas, cuantitativamente. Claro que no hay que pensarlos como dos cosas distintas. Ahora, si pensamos, como piensan muchos, que la educación tiene que ser solamente pública, eso implicaría no solo crecer al doble, sino además absorber todo el sector privado, que sería simplemente un esfuerzo imposible, y quienes lo dicen creo que no han usado la calculadora. Por otro lado, creo, también en forma heterogénea, pero es un hecho, lo visto, que la educación privada, en una gran parte, es una educación buena, responsable; hay universidades privadas muy comprometidas. Universidades que, según la definición de la constitución, por cierto, prestan un servicio público. No es tan importante su origen, sino que la educación es un servicio público. De tal forma que creo que lo realista y lo justo es un desarrollo armónico y tratar que toda la educación tenga la calidad de las buenas universidades, privadas o públicas. Y, por otro lado, tampoco veo que sea pecaminoso que un gobierno de becas a sus jóvenes de bajos recursos. Me parece bien, directamente lo he dicho. Ese argumento de que eso le está quitando plata a la educación pública es un ejemplo de que vemos a la contabilidad como una contabilidad en suma cero. Es decir, si se le da a uno es porque se le quita al otro y eso no tiene por qué ser así. Casi todos los gobiernos que tienen educación privada tienen sistemas de becas muy generosos. De tal modo que yo creo que se debe concentrar el esfuerzo en un crecimiento armónico y en apoyar a los jóvenes. Fíjese que lo que se logró, a la larga, mirándolo con un año de distancia, con el ataque al programa Ser Pilo Paga, es que diez mil jóvenes, que hubieran podido estudiar, no tienen beca, porque el número de cupos no creció en la pública por el hecho de que se haya eliminado el programa. Tal vez muchos de los que hubieran sido Pilos pudieron entrar en la universidad pública, pero, como los cupos no crecieron, hay tantos otros jóvenes que no estudiaron. El resultado neto es ése, diez mil jóvenes sin entrar a la universidad. Además, creo que también es una visión errónea. Lo que he planteado es que se deben crear más programas con muchas más especificidades. Porque está bien apoyar a los jóvenes de bajos recursos que son pilos, pero hay que también ayudar a los de bajos recursos que no son tan pilos, pues en la educación básica y media es definitivamente superior la educación privada, y por lo tanto hay muchos que tendrían dificultades de acceso. Y hay muchos pilos que no tienen tan bajos recursos, pero que no son ricos, y la universidad privada de alta calidad es costosa, con lo que hay que crear un programa para los que son pilos, pero no son tan pobres, porque de lo contrario terminamos obligándolos a entrar a universidades de más baja calidad, en general, o a endeudarse y comprometer su vida laboral. Por lo tanto, creo que es torpe, es miope oponerse a programas de becas estatales. —Y no obstante es innegable que existe un desfinanciamiento en el sector público. Hace poco, miles de jóvenes en Bogotá, y en todo el país, salieron a marchar por sus universidades públicas, porque no tenían plata para terminar el semestre. Las que no cancelaron semestre, cursarán tres semestres este 2019. En el caso de la Universidad Nacional, por ejemplo, se dice que los edificios se caen por falta de mantenimiento. —Eso tiene que ver algo con lo que mencionaba de que nosotros tuvimos varios encontronazos con el gobierno. A raíz de una declaración que hice, y muchos rectores de hecho pagamos anuncios en la prensa, acerca de una inconformidad que había con respecto a la ley 30, que se aprobó poco después de la Constituyente, y que definía la estructura de financiamiento de la universidad pública, hubo desacuerdos. Tenía un par de artículos que definen cómo puede crecer el presupuesto de la universidad pública y determinó, en ese momento, el presupuesto general, lo que de entrada dejó a algunas universidades con presupuestos bastante exiguos, pero además de eso definió que cada año el presupuesto iba a crecer de acuerdo al Índice de Precios al Consumidor, al IPC. El ponente fue un exrector de la Universidad Nacional, el profesor Mosquera, o sea que obviamente su intención era que eso se entendiera como un “al menos con el IPC”, pero los gobiernos hasta ahora, todavía, lo han interpretado como un “solo con el IPC”. El hecho es que el costo de la educación superior crece muy por encima del IPC. Primero, porque las universidades crecieron. El costo no se calculaba por estudiante, sino de manera global. Y al crecer las universidades, en algunos casos de forma extrema, como la Universidad de Pamplona, que se duplicó o cuadriplicó, quedaron con el mismo presupuesto, con lo que se disminuye el tamaño de la inversión por estudiante. Pero, además de eso, la educación, acá y en todo el mundo, repito, crece muy por encima del IPC, porque hay que hacer actualización tecnológica, actualización docente. Ahora hay que contratar profesores, evidentemente, con doctorado, que cuestan más. También hay sistemas de estímulos, como que los profesores tengan actividad académica, como artículos, libros… eso también aumenta el salario. Ahí está uno de los mayores costos. Hay que renovar laboratorios, talleres. Cuando salió la ley 30 había un computador grande por universidad; ahora las universidades están llenas de computadores y tiene que haber Wi-Fi por todos lados. Eso fue generando un desfinanciamiento continuo, permanente, que llevó a la situación de actual. Todo aquello implicó que los rectores tuvimos que decidir en qué invertíamos. En el caso de la universidad nacional, decidimos que lo más importante era mantener la calidad de la enseñanza y la investigación; entonces invertimos en laboratorios, invertimos en profesores: más del 50 por ciento tienen doctorado. Obviamente, eso a costa de otras cosas. Ahora muestran problemas de construcción. Tampoco es que se hayan acabado las construcciones, pero sí, indudablemente existen las carencias. También hay que reconocer que las universidades públicas se han mantenido en los mejores puestos de todos los rankings, del país y de la región, eso, por supuesto, requirió una inversión. Todo para concluir que hay un desfinanciamiento crónico que no se solventa con una adición. Claro, cualquier adición es bienvenida, pero el desfinanciamiento está implícito en la ley de educación superior. —Y entonces ¿qué se hace? Porque bajo esa lógica el problema se agrava con cada año que pasa. No, con cada semestre, y no es sostenible una protesta de semejantes dimensiones cada siete y ocho meses. —Cuando discutimos con la ministra María Fernanda Campos la modificación de la ley 30, desde ASCUN (Asociación Colombiana de Universidades) y desde el SUE (Sistema Universitario Estatal), propusimos algunas cosas. Para ponerlo muy simple, lo que nosotros insistíamos era que tenemos que construir un sistema de financiamiento sostenible a largo plazo; que no es posible estar pidiendo periódicamente una adición presupuestal, eso no sirve así. Tiene que ser algo sostenible a largo término, que le permita a la universidad crecer y mantener la calidad. Se proponían varios mecanismos con diferentes discusiones. La posición más sencilla era simplemente decir que el gobierno dé más plata, pero no es algo cien por ciento realista, en mi opinión. Hay que buscar distintas fuentes para lograrlo y, más o menos, propusimos el esqueleto de un sistema de financiamiento sostenible. Desafortunadamente, eso no se ha logrado. —Hablando en tema de financiamiento, en ese aspecto también hay muchos desacuerdos. Hay quienes dicen, incluso, que se gana lo mismo no estudiando y trabajando de una vez, que esperando a pagar la deuda tan brava —lo coloquial se me escapó, ambos reímos— que deja un sistema como el Icetex. Por eso hay sectores que buscan acabar dichos sistemas. —Hay mucha gente, y creo que están ahora en comisiones para eliminar al Icetex, y me parece que sería tan malo como eliminar los sistemas de becas del gobierno. Porque es una fuente para estudiantes de clase media para financiar sus estudios. Lo que sí es muy importante es que no se convierta al pago del préstamo en un impedimento para el desarrollo posterior, y hay varias maneras de lograrlo. Una de las propuestas que está hoy en día circulando, incluso por unos profesores de la Universidad Nacional, que no son sospechosos de neoliberalismo, porque son bastante de izquierda (vuelve a reír), es un sistema de pago dependiendo de los ingresos. Es decir que solamente paga aquel cuyos ingresos sobrepasan cierto umbral y proporcional a ellos, sin afectar su desarrollo. Uno de los problemas que hay actualmente con los intereses altos es que, cada vez más, el posgrado se ha vuelto una necesidad, no un lujo. En el mundo laboral se ha hecho bastante evidente que el pregrado da la instrucción básica y el posgrado la capacidad laboral. El Observatorio Laboral del Ministerio de Educación muestra la gran diferencia que hay entre el primer ingreso laboral de quien tiene simplemente la educación universitaria de pregrado y aquel que tiene maestría o doctorado. La estructura de préstamo que nosotros tenemos, una de las cosas que impide muy seriamente, es el acceso a posgrado. Si alguien tiene que pagar una deuda que absorbe gran parte de sus ingresos, muy difícilmente podrá acceder a un posgrado. Además, es una época en la que la gente forma familias, compra una casa… es tremendamente inequitativo, porque la equidad consiste en que la gente tenga oportunidades iguales. De tal forma que eso hay que cambiarlo, no eliminarlo. Si se elimina, tendríamos que reemplazarlo con un presupuesto de becas que probablemente no esté disponible. —Dentro de otras propuestas, está aquella que fue planteada por el sector político de la derecha colombiana, que ponía sobre la mesa privatizar la educación para evitar que se dogmatice a los estudiantes. (No puedo evitar mi tono de desaprobación, Wasserman lo nota y vuelve a sonreír). —Es una propuesta esquizofrénica. La educación pública es realmente la posibilidad que tienen muchísimos jóvenes de estudiar. En el caso de la educación básica y media, más del 80 por ciento es pública. Hay que mejorarla, claro, en muchas materias, pero el primer factor es el de la calificación maestros; el corazón de la educación son los maestros. En Colombia tenemos un problema en su formación; las facultades de pedagogía son, digamos, las menos buenas entre las facultades que tenemos, y, como cosa paradójica, los mejores estudiantes no escogen la carrera de docencia, y los que no son tan buenos muchas veces optan por ella. Eso no sería un problema tan grave si las facultades fueran buenas, porque la gente saldría más preparada. También la educación rural está muy rezagada; con uno o dos maestros que dictan todas las materias, donde los niños tienen que caminar, en los mejores casos, cuatro kilómetros para llegar al colegio… eso definitivamente hay que cambiarlo. —Por supuesto. Eso si existen las condiciones para que, de verdad, los maestros de calidad surjan o, mejor dicho, se multipliquen. Algo tienen que ver con este tema en particular las recientes manifestaciones de Fecode… —Sí. La verdad es que es difícil y es lento. El problema de formación es de generaciones completas. Eso se puede lograr con acceso a formación continua. En algunos países no solo los maestros tienen acceso, sino que están obligados a atender a dicha educación. Tienen que renovar su licencia permanentemente, tomando diferentes cursos y actividades especiales. Eso habría que implantarlo, pero cuesta mucho, por supuesto. Obviamente habría que mejorar la formación profesional de los profesores, pero eso tiene impacto a lo largo de años, por eso digo que el proceso es muy lento. Viene acompañado también de los salarios. El pago tiene una cosa y es que viene acompañado de prestigio social, y eso, en los países en los cuales los maestros ganan bien, hace que los buenos estudiantes opten por esa carrera. Lo que le critico a Fecode es su negativa a la evaluación, su resistencia a la calificación, porque un factor absolutamente fundamental es que los profesores tienen que ser evaluados constante y rigurosamente, y la evaluación tiene que tener impacto. La mayoría de los maestros tienen buena voluntad, y si tienen algún problema hay que resolverlo con programas de educación continua. Pero si hay un profesor que es definitivamente malo, hay que retirarlo, porque le está dañando la vida a 20 o 30 niños cada año. Hay que mandarlo a hacer otra cosa. En nuestro sistema no es posible. Seguramente muchos me criticarán por decirlo, pero yo creo que un sistema que no es capaz de excluir a un mal maestro está condenando a niños a una educación mala, más que eso; un mal profesor de matemáticas en primer o segundo nivel de la básica le daña las matemáticas a un niño para toda la vida. Creo que ese es un limitante que Fecode y el sistema educativo, en general, no aprecia lo suficiente. —De seguro hay mucho más que decir, pero todo esto genera incertidumbre, un sentimiento al que, desafortunadamente, nos estamos acostumbrando en Colombia. Y por eso le pregunto ¿para dónde va la educación, la pública, en particular? —Creo que va a progresar. Es una pregunta para todo el mundo, porque hay un cambio muy grande. Primero, hay tecnologías que influyen mucho en la educación, como lo que tenemos en este momento (señala el computador y sonríe). Abre muchas puertas, no abarata la educación ni la hace más fácil, tenemos que adaptarnos y aprovecharlo. La educación misma tiene que flexibilizarse cada vez más. El estudiante tiene que tener cada vez más poder sobre su programa de formación, así definiría yo la flexibilidad. No es posible que haya dos profesionales de la misma profesión que sean iguales. Creo que la labor del maestro de ser cada vez más de acompañamiento al estudiante en su búsqueda personal que simplemente dictar una clase. Vi el otro día alguien que quería prohibir los teléfonos en el aula de clase. Me parece totalmente absurdo; se deberían utilizar más, y al que no tenga hay que comprarle uno porque es un instrumento excelente. Va a evolucionar, acá y en todo el mundo. La educación va a ir cada vez más hacia una educación básica fundamental y cada uno tendrá que desarrollarse mediante el autoaprendizaje, porque eso es fundamental. Los cambios van a ser tan rápidos que la educación va a ser cada vez más individual; habrá trabajos nuevos y otros desaparecerán, pero la educación irremediablemente se adaptará, orientada hacia el desarrollo personal, especializado.
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Las clases virtuales y el teletrabajo han sido el diario vivir de los colombianos, pues estamos enfrentando algo completamente nuevo para nuestras generaciones . Es la primera pandemia en una era digital. El covid-19, como lo ha bautizado la Organización Mundial de la Salud, o coronavirus, conocido así mundialmente, es un virus originario de la ciudad de Wuhan, China, que en poco más de siete meses se ha esparcido con gran velocidad en diferentes países y, hasta la fecha de publicación de esta nota, ha dejado 550.440 muertos y 12.081.232 enfermos a nivel mundial. En Colombia, tenemos más de tres meses de cuarentena y, para muchos, el encierro ha sido como un castigo. Pasan los días y la rutina siempre es la misma: desayuno, trabajo, almuerzo, trabajo, cena y a dormir. Al día siguiente, lo único que cambia es la comida. “No me gusta estar encerrada, siento que me dan ganas de llorar. Extraño mi trabajo, mis compañeros, estar en la calle. Se le hace a uno el día eterno”, afirma Elsa Alfonso, una mujer de 65 años, que está acostumbrada a salir de casa desde las 5:30 de la mañana. Distracciones Hacía ya casi un mes que Elsa había renunciado a su trabajo (dos semanas antes de la cuarentena) y su rutina había cambiado drásticamente, pero cuando quería salir lo hacía sin ningún problema, sacaba al perro, caminaba por los parques de Cajicá y, cuando se aburría, volvía al apartamento a hacer un tinto. Ahora, las horas del día parecen eternas. Ir de la cocina al cuarto se ha convertido en su nueva rutina, ver cómo se esconde el sol a través de las montañas es lo único cambiante en el ambiente. Salir, una de las actividades a las que ya estaba acostumbrada, es ahora su mayor enemigo, pues, pese a que Colombia había ingresado en fase de supresión, ha sido evidente cómo la curva de contagios ha empezado a subir tras la apertura de ciertos sectores económicos en el país. Sentarse en el borde del sofá, viendo por la ventana con el tinto en la mano, es lo único que no ha cambiado y, desde que comenzó la cuarentena, se ha convertido en la nueva estrategia de distracción para Elsa en estos días difíciles. Sin embargo, cuando su hija, Claudia, y su nieta, Alejandra, terminan su trabajo, se reúnen a compartir en familia. Aunque parezca loco, la familia Suárez hace mucho más ejercicio que antes, dice Claudia. “Prendemos el televisor, nos conectamos por videollamada con nuestros familiares, colocamos un video de ejercicios en casa y comenzamos a seguirlo. A veces es chistoso, porque uno está saltando y el otro hace algo completamente diferente y se supondría que todos estamos haciendo lo mismo”, afirma Alejandra. Aun cuando la actividad física no falta, las pequeñas risas durante el entrenamiento ayudan a distraer la mente. Cuando terminan la rutina, Alejandra y algunos de sus familiares, juegan stop a través de las pantallas y pasan el tiempo en familia, conectados desde la distancia. Tecnologías “Esta ha sido la oportunidad para escribirme con los que están lejos. Ha fortalecido esos lazos de amistad y lo ha vuelto a uno más compasivo con las personas que no tienen los mismos recursos”, asegura Claudia. “Tal vez, que esta pandemia haya ocurrido en una época altamente tecnológica, nos ha hecho valorar más las simplezas de la vida: ir a estudiar o a trabajar, sentir la lluvia sobre nuestro rostro, o un simple abrazo de un amigo, son algunas de las cosas que extrañamos” , dice Alejandra. La pandemia nos ha cambiado la vida, nos ha dado un pequeño respiro de la ajetreada rutina que tenemos día a día. Sin embargo, vivimos en una época consumista y el sistema no nos permite parar, por lo que aun estando encerrados debemos continuar con nuestras responsabilidades. Claudia, desde que se levanta está en frente del computador y, entre reuniones y gráficos de Excel, pasa el día ante sus ojos. Alejandra tiene el horario un poco más flexible. Las clases son virtuales y estar en la casa hace que pueda organizar mejor su tiempo, pero, como ella afirma, la pereza, algunas veces, gana la batalla ante los trabajos, la tentación de la cama, Netflix o las redes sociales resultan siendo su enemigo. No obstante, para Elsa la tecnología ha sido de gran ayuda para matar el tiempo y conectarse con sus seres queridos. Beneficios Pese a que el cambio ha sido difícil, no todo es tan malo como parece. La cuarentena ha permitido un espacio de introspección y reflexión. Estábamos tan acostumbrados a estar rodeados de ruidos, estrés, cansancio, y no sólo los seres humanos, sino los animales también. Los roles han cambiado. Ya no son los animales los que están encerrados, de hecho, son ellos los que ahora deciden salir a conocer la civilización, los ríos y mares están recuperando su esencia y el aire se purifica. Para varias personas, esta situación ha permitido encontrarse con esa parte “humana”. Aquellos que viven del día a día son los que más afectados se han visto, pero gracias a la solidaridad de algunos, se hallaron soluciones para no dejarlos de lado. “La industria, incluso algunos ciudadanos particulares, se ha volcado a dar recursos para aliviar en algo esta emergencia”, afirma Claudia. De hecho, “el simple acto de guardar la cuarentena es un gesto de empatía y protección hacia los que nos rodean”, afirma.
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