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  • Una ecuación perfecta

    Una ecuación perfecta Nicolás Camacho, estudiante de Comunicación Social y Periodismo. Fecha: El más reciente álbum de Ed Sheeran recoge todo el camino de una carrera exitosa, valorando muchas fórmulas del éxito que el cantante ha usado para llegar hasta donde está hoy. Lea también: Talento y dinero Compartir Foto: Portada del álbum 'Equals' de Ed Sheeran Simplemente Ed Sheeran. El creador de éxitos como 'Thinking out loud' , 'Shape of you' y ' Perfect ' ha vuelto a crear una obra de arte musical en la que recoge lo mejor de su discografía para resultar, irónicamente, en '=' (Equals) . Un disco que completa la saga discográfica que inició en '+' (Plus ), siguió con 'X’ (Multiply ) y nos dejó a la deriva con '÷' (Divide ), pues hay que recordar que tuvieron que pasar dos años para que el nacido en Halifax (Reino Unido) volviera a deleitarnos con un nuevo álbum. 'Equals' logra multiplicar lo mejor de sus predecesores, sumarle a este álbum lo mejor de Ed Sheeran y dividirlo en 14 canciones (48 minutos con 30 segundos) que dan como resultado una experiencia única e inolvidable. Este viaje inicia con ' Tides ', una canción que recuerda un poco al tono que tuvo 'Divide' , en especial con ' Castle on the hill ' . Un ritmo movido, una melodía que invita a estar alegres y una letra que comienza a marcar límites con otros álbumes y desde ya deja en claro que el Ed Sheeran que vamos a descubrir en 'Equals ' no es el mismo de otros años. Dice la canción: "Me he hecho mayor, ahora soy padre. Todo ha cambiado, pero de alguna manera sigo siendo el mismo". I have grown up I am a father now Everything has changed but I am still the same somehow (Tides, Ed Sheeran) Este es el inicio de una ecuación perfecta que continúa con 'Shivers '. Tras un inicio tan fuerte, la segunda canción de este álbum regresa al dancehall tan característico que llevó al éxito mundial a 'Shape of you ' en 2017, con un ritmo constante, una melodía pegadiza y una letra que no es necesario entenderla para hacer de esta canción un éxito. Sheeran crea una obra que sube al usuario a un nivel de clímax que nadie es capaz de quitar, excepto él mismo; pues de sentir la música desbordarse en el cuerpo, es hora de sentarse con un pañuelo y recordar las primeras veces. Así nace 'First times '. ¿A quién no le gustan las primeras veces? "El primer beso, la primera noche, la primera canción que te hizo llorar". Esta balada hace recordar al primer Ed Sheeran que conocimos en 2011; un hombre, una guitarra y nada más. Entra la guitarra con una melodía muy al estilo de 'Plus' y de aquí en adelante solo importa la letra. No hay mejor forma de resaltar una carrera de tantos años que con una canción al estilo de su primer álbum y con algunas historias como su primera vez en Wembley frente a 80.000 personas . Y lo mejor de este poema es cuando habla de lo más importante de su vida: cuatro palabras (Would you marry me?) y una reflexión "¿No es gracioso cómo las cosas más simples de la vida pueden transformar un hombre?" Ain't it funny how the simplest things in life can make a man? The first kiss, the first night, the first song that made you cry (First Times, Ed Sheeran) Volvemos al dancehall con 'Bad Habits ', una canción que la rompió desde que salió y demostró que el británico ahora domina un género que en sus inicios no le era tan común. Honestamente de esta canción no hay mucho que decir, además es muy poco probable que para este momento exista alguien que no la haya escuchado, en cualquier caso, si usted es uno de ellos, vaya a hacerlo, pues no miento al decir que esta canción habla por sí sola. De aquí vamos a pegar un salto hasta 'The joker and the queen ' porque esta canción se merece su espacio. En otros álbumes se destacaron ' The A team ', ' Thinking Out Loud ' y ' Perfect ', ahora llega ' The joker and the queen ' a colarse en la lista de canciones únicas e incomparables ; incluso insignias del artista. Una melodía de piano preciosa inunda los audífonos para, al unísono, darle paso a una voz inigualable que empieza a bailar un vals con lo que va sonando en el teclado. A este baile, se une en la segunda parte de la canción unos violines que, tomando otro camino, le dan más fuerza a este compás que termina como inició, con la voz, el piano y una obra de arte. Por último, otra canción que se destaca dentro de esta ecuación perfecta es 'Visiting Hours '. Poco hemos hablado de la influencia de 'Multiply ' en este álbum y es justo esta canción la que recoge sus mejores partes. Una pieza acústica, pero con una melodía potente que pasa de notas bajas hasta notas altas que le exigen al cantante ser relojero y no fallar ninguna nota ni por una milésima . Esta canción, escrita en honor a su amigo y mentor Michael Gudinski, quien falleció este 2021, es otra muestra del gran compositor que es Ed. Esta no es la primera vez que el británico hace una canción con dedicatoria, pues en 'Afire Love ' (Multiply ) ya demostró de lo que es capaz al narrar los últimos días de su abuelo y lo difícil que fue su alzhéimer para él y su familia. El recorrido que hemos hecho hasta este punto destaca las canciones principales dentro de 'Equals '. El que no haya mencionado a profundidad otros temas no significa que no sean buenos, solamente es que acompañan esta perfecta operación matemática y le dan peso a todo este álbum, que abre el corazón de su autor y se lo da en bandeja de plata a sus oyentes. Esto para que descubran cómo sus experiencias son algo que todos podemos llegar a vivir. Aunque este es un gran álbum, en un ranking de toda la discografía de Ed Sheeran, lo pondría en segundo lugar , siendo este el orden: 1) Divide; 2) Equals; 3) Multiply; 4) Plus (solo teniendo en cuenta sus álbumes propios y no los colaborativos). Lo que sí es cierto es que la más reciente obra discográfica de Asylum Records, Atlantic Records y Ed Sheeran recoge todo el camino de una carrera exitosa, valorando muchas fórmulas del éxito que el cantante ha usado para llegar hasta donde está hoy. Eso sumado a las letras profundas y únicas que siempre son plato fuerte en este menú que lo tiene todo; de no ser así, 'Equals ' no habría llegado al billón de reproducciones en Spotify en tan solo una semana.

  • Ruanda, 27 años desde la masacre

    Ruanda, 27 años desde la masacre Gabriela Cabarcas Julio, Comunicación Social y Periodismo Fecha: A sangre fría, murieron hace décadas más de 800.000 ruandeses, en medio de un conflicto étnico y geo-político, que marcó uno de los episodios más oscuros en la historia mundial contemporánea. Lea también: El anónimo de la Masacre de Cañosibao Compartir Foto: Unsplash Lo que empezó ese 7 de abril de 1994, en Ruanda, una república centroafricana de imponentes montañas, ubicada en una zona con importantes reservas de recursos minerales, que la harían blanco de alianzas internacionales, surgió el conflicto. Fue ahí donde se desencadenó, en respuesta al ataque que cobró la vida de Juvénal Habyarimana, presidente ruandés en ese entonces, el exterminio sistemático de una misma etnia, los ruandeses; quienes, años atrás, fueron clasificados entre hutus y tutsis, como una marca del colonialismo europeo, que sembró odio y resentimientos en un mismo pueblo. El pasado 7 de abril se conmemoraron los 27 años desde que ocurrió la ola de crímenes atroces perpetrados durante 100 días en Ruanda, hecho que acabó con el 11% de la población total del Estado. Durante un acto de memoria histórica llevado a cabo ese día, Francia, uno de los países con mayores implicaciones diplomáticas y legales en el genocidio, desclasificó archivos fundamentales para entender y aceptar su responsabilidad. Estos documentos revelan entre líneas la complicidad militar, económica y política que tuvieron durante su “intervención” en Ruanda. Sin embargo, el gobierno francés sigue sin admitir la culpabilidad en los actos cometidos, luego de las pruebas que la historia ha revelado . La huella sigue intacta, por ello, la publicación de estos documentos es una muestra de que lo sucedido en el país africano no solo fueron asesinatos materializados e incentivados por el odio del gobierno hegemónico Hutu. El problema era más profundo, debido a la imposición de intereses económicos y políticos de grandes potencias internacionales , que estaban en búsqueda de recursos y poder bajo las cuerdas. Dichas potencias incentivaron a una masacre racista, asociada con los regímenes colonizadores que sembraron el daño, y luego fueron actores pasivos del genocidio. La acción e inacción estuvieron a la orden del día. La prueba fue muy clara, los dos países más sonados eran Francia y Estados Unidos, ambos tuvieron la capacidad de penetración e influencia en Ruanda para detener lo que estaba sucediendo. Por el contrario, financiaron y apoyaron “sin saberlo” e “indirectamente” con armamentos, a los líderes de la masacre. Así lo afirma Vicent Ducelart, presidente de la comisión de historiadores que hizo público el informe de Francés. Este utiliza como argumento el hecho de que los “rebeldes Tutsis”, eran una amenaza para los Hutus. Por ello, entrenaron y financiaron a los segundos, quienes eran aliados del país europeo. Sin embargo, el apoyo estaba más ligado a la vigencia de los intereses geopolíticos implícitos, para evitar enemistades con los africanos. Por ello, es prudente preguntarse ¿dónde queda el sentido de humanidad? y ¿qué significa el poder cuando para conseguirlo se debe desangrar una nación? Lo cierto es que, nada de eso tuvo valor, poseer buenas relaciones en África central significaba poder explotar cómodamente recursos minerales como el coltán, uno de los más cotizados por su escasez y beneficios industriales. Por eso, se puede decir que el exterminio no solo vino de los extremistas hutus, quienes lanzaron toda una campaña, desde La Emisora de las Mil Colinas, vocera del Gobierno, usando métodos propagandísticos de estigmatización. La “radio del odio”, se usó para acabar con el mayor porcentaje de tutsis, a quienes los Hutus llamaban “cucarachas” y “asesinos”, por el desprecio que habría sido instaurado en sus mentes años atrás, por los colonos belgas y luego fortalecido por los franceses. Se posicionó, así, al primer grupo étnico con un mayor poder político y recursos en el país. De esa manera, la división étnica fue creciendo con los años, hasta llegar a los extremos ya ilustrados. En este punto, hierve la sangre al pensar que la manipulación de externos pudo dividir a una nación, los Hutus se tomaron el derecho de asesinar sistemáticamente a sus compatriotas, los acorralaban, llegaban casa por casa a asesinar familias; también violaron a más de 250.000 mujeres de la forma más cruel, perseguían a los tutsis por las calles; usaron machetes, armamento de contrabando, pero también aquellos que las potencias les facilitaron. Esta fue una tragedia que se vivió desde todos los frentes, por ello, parece impensable que, hoy en día, las familias no hayan obtenido una completa reparación, o que no fuesen dignas de una simple disculpa. Al contrario, así como sucedió el pasado 7 de abril con el informe publicado, Francia, uno de los mayores culpables, evade, una vez más su complicidad en la construcción de un infierno. Indignante es leer la palabra “ceguera”, como el concepto con el que los franceses cubren la atrocidad de sus actos, alegando que Francia estuvo ciega durante la ocupación en Ruanda, que se arrepienten de no haber actuado a tiempo, mientras que los soldados vieron ante sus ojos la matanza que ocurría. A esto se le suma el hecho de que el presidente francés en aquel año, François Mitterrand, tuviese un fuerte vínculo con el Jefe del Estado ruandés, Juvénal Habyarimana, con el propósito de establecer una cooperación militar que impulsara el desarrollo y las alianzas políticas en Ruanda. Esto, con el fin de evitar el aprovechamiento de Estados Unidos en la zona. Sin embargo, esa alianza se convirtió en el dominio y la opresión de una etnia mayoritaria, en este caso los Hutus. “Sin saberlo”, Francia, hoy se defiende diciendo que la entrega de armas, la colaboración con el sanguinario gobierno Hutu y el racismo generalizado, son parte de su responsabilidad, pero no hay culpas, cuando lo único que les interesaba era obtener riquezas a costa de los ruandeses. Este fue un lamentable crimen de lesa humanidad. Que no se borre de los libros de historia, que se sepa que no había ley, tampoco misericordia, solo hombres y mujeres ignorantes de lo que sucedió, o tal vez muy informados pero poco interesados en salvar a más de las 800.000 víctimas. Ni la ONU fue capaz de intervenir cuando, desde Ruanda, se envió un fax, emitido por Romeo Dallaire, responsable de la misión de la ONU en el país africano, advirtiendo la matanza que se estaba planeando. Mientras, todos los estados miembros miraron hacia un lado, según datos publicados por el Diario La Razón de España. Fue hasta el 22 de junio de 1994, semanas antes del fin de la tragedia, cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó que fuerzas francesas enviasen una misión humanitaria, cuando ya no había mucho que hacer y las calles en Ruanda estaban llenas de pilas de cadáveres. Probablemente, que Francia publicase esos documentos es un paso importante para mejorar la frágil relación con el Gobierno ruandés, y que además ayudará a entender y asumir las cargas que deja una masacre de esta magnitud. Sin embargo, muchos de los familiares de las víctimas, saben que el dolor y las pérdidas son irreparables. Aun así, la historia se sigue repitiendo en muchas naciones, las grandes potencias tienen todo que ver, al poner por delante sus intereses y olvidar la humanidad en tierras que no les pertenecen . Que las vidas que se perdieron en Ruanda no pasen por alto, que el horror del genocidio cobre a sus responsables, para que no triunfe la impunidad.

  • El harlismo es mi hobbie, la Policía es mi profesión: Alberto Guevara

    Este coronel retirado de la Policía de Tránsito y subcampeón de motociclismo pasa su vida entre escuadrones y motores. El harlismo es mi hobbie, la Policía es mi profesión: Alberto Guevara Luisa Fernanda Moreno Rodríguez Este coronel retirado de la Policía de Tránsito y subcampeón de motociclismo pasa su vida entre escuadrones y motores. Disponible en Pulzo Luisa Fernanda Moreno Rodríguez En 1996, en Nueva York, un colombiano de 34 años corría por las calles de esa ciudad en persecución de un criminal; el pillo medía casi 1,85 metros y su persecutor era 20 cm más pequeño. Todo comenzó cuando aquel colombiano, junto con un amigo, intentaba encontrar los patines de moda para sus hijas. De repente, le arrebataron el preciado regalo. El culpable fue Willie Green, criminal estadounidense con un extenso prontuario delictivo. El seguimiento se dio en 10 cuadras de la Gran Manzana y terminó cuando ese valeroso colombiano lo alcanzó, y en una maniobra rápida estiró su pie para hacerlo tropezar. Esa heroica hazaña se convertiría para ese hombre en uno de los momentos más valiosos en su vida, pues fue nombrado policía honorario de la ciudad de Nueva York. Alberto Guevara Díaz tiene 57 años, cuerpo fornido, ojos rasgados, tez blanca, cabeza calva, de lo que bromea constantemente. Se encuentra disfrutando de la vida. Es coronel de la reserva activa de la Policía Nacional, institución a la cual perteneció durante 30 años y de la que está pensionado desde hace 12. El coronel Guevara sigue viendo a su padre, aún después de su muerte, como su héroe y ejemplo a seguir. Su papá les dejó a él y a sus cuatro hermanos, como legado familiar, el amor por el universo de las motos Harley Davidson (H-D) y por la Policía Nacional. “La Policía Nacional de Colombia es una de las mejores instituciones del país; mi papá desde muy joven ingresó y yo seguí los pasos […] Es hereditario el ser policía, se lleva en la sangre”, cuenta Guevara con orgullo y una sonrisa amplia. “Fui el segundo en mi promoción, además me gradué como abogado, administrador policial y administrador de empresas”. Y aunque su corazón se le hinche de alegría cada vez que habla de su Policía, no puede evitar entristecerse cuando recuerda a sus compañeros abatidos en operativos y procedimientos. Para él, uno de los momentos más dolorosos fue el día en el que se encontraba en un enfrentamiento armado con el grupo M-19 y su tripulante (guardaespaldas), el agente Obdulio Vargas Peña, no sobrevivió al combate. “Estábamos recibiendo ataques con armas de grueso calibre y explosivos. Mi compañero fue herido y lamentablemente murió ante mis ojos. Tenía impotencia de no poder salvar a mi policía. Fue algo que jamás se borrará de mi mente”, subraya el coronel Guevara. Desde que tenía 9 años y su padre, con paciencia, le enseñó a dominar la H-D, la cultura harlista se quedó en la vida de Guevara. Se reúne cada jueves en el barrio 7 de Agosto, de Bogotá, para salir con su parche de amigos harlistas en una rodadita. Él pertenece a la asociación colombiana de esa comunidad. Su casa es como un museo de piezas en honor al harlismo; pequeñas esculturas de motos, libros, un cuarto con solo cuadros familiares en rodadas y hasta un teléfono en forma de una Harley Davidson. Isami Rodríguez, amigo desde hace 20 años, describe a Alberto como todo un personaje, cuenta que es un excelente amigo y ser humano. Entre risas, Isami recuerda una de las anécdotas que vivió con el Coro, como lo llaman sus amigos con cariño. “Una vez íbamos con él y paré porque mi moto se apagó. Guevara pasó y me dijo: Chao. Yo me quedé en la motocicleta y como a los 20 minutos llegó con un ‘sixpack’ de cerveza y me dijo: ‘Bueno la varada va a ser larga, ya quedémonos acá’”. Guevara camina por su oficina, adornada con menciones de honor y condecoraciones ubicadas a lo largo y ancho de una de las paredes. Se acerca a un cuadro y posa sus dedos sobre un vidrio rectangular, que protege una ilustración: una resonancia magnética de su cerebro. – ¿Por qué es importante para usted esa imagen? – Le pregunté. – Yo me encontraba ya pensionado. Un día me movilizaba en una de mis motos y lamentablemente una persona muy imprudente se pasó el semáforo en rojo y me chocó. Sufrí un golpe en la cabeza, trauma de tórax, 3 costillas rotas y fisura en la clavícula. Duré dos noches en cuidados intensivos, pero gracias a Dios superé eso. Lo curioso fue que, en un TAC que me hicieron en la cabeza, se vio claramente la Virgen del Carmen, la cruz y el Sagrado Corazón de Jesús. Esa imagen es del TAC. El coronel es instructor nacional e internacional de motociclismo y experto en manejo de armas. Se mantiene activo: da charlas, viaja, monta bicicleta, sale a trotar y se echa una que otra partidita de tejo. Su vida está rodeada de grandes logros y éxitos, pero, como todos, tuvo que pasar por momentos duros. Para él, el más difícil fue el periodo que tuvo que pasar con su esposa en la cárcel. Todo empezó cuando Guevara y su familia se preparaban para recibir una noticia que daban por hecho. Esperaban con ansias el momento en que se hiciera oficial el ascenso a general. Se fueron a un viaje a Chile y cuando regresaron se enfrentaron con una realidad distinta. Guevara no fue ascendido. Eso para el coronel fue un golpe duro. “Yo quería que mi esposo no sufriera”, relata Diana Vaca, exesposa de Alberto. “Una hermana nos ofreció otra expectativa de vida, es decir, nos mostró la posibilidad de irnos a otro país. Nunca trabajé y por eso quise hacer parte de eso. Le creí a mi hermana y terminó siendo una estafa que hizo una señora junto con ella. Desafortunadamente, eso recayó sobre nosotros. Se aprovecharon de que mi esposo era una figura pública, e hicieron creer que él y yo habíamos participado de eso”. Alberto pasó cinco días en la cárcel, mientras que su esposa pasó siete meses. Fueron acusados de ofrecer visas a Canadá en condiciones especiales de asilo con posibilidad de vivienda y trabajo, cargos que se plasmaron en el boletín 128 publicado en 2009 por la Procuraduría General de la Nación. Luego de casi 9 años en el proceso todo se solucionó a favor de la familia Guevara Vaca. Las casi 80 horas de grabaciones que Diana recolectó y la confesión del verdadero culpable le pusieron final a ese capítulo. Alberto rescata que gracias a ese proceso se le presentaron cosas muy bonitas. “Ahí vi quiénes realmente eran mis amigos. Continuaron conmigo el 95 % de ellos”. El ‘coro’ se pasea por Colombia en su Harley Davidson, modelo 2009, que pesa 320 kilos y alcanza una velocidad máxima de 240 km/h. Le encanta rodar y aún más compartir esa pasión con sus hijas. Valentina Guevara Vaca, hija menor, expresa: “Mi papá, por su formación policial, está acostumbrado a que estén subordinados a él y a veces nos trata así, pero él es mi amigo, mi confidente y siempre ha dejado que nos expresemos con libertad”. Por años, Alberto ha combinado su vida estricta en la institución policial con una vida más relajada en las motos. Cuando se le pregunta cuál de las dos elegiría, con tono seguro responde: “Elegiría la Policía. El harlismo es mi hobbie, la Policía es mi profesión, mi carrera. Si volviera a nacer, volvería a ser policía”.

  • El viaje de una familia desplazada

    El viaje de una familia desplazada Nicolás Mateo Vivas, Comunicación Social y Periodismo Fecha: Los años 90 constituyeron la época más álgida de los secuestros en Colombia. Una madre nos cuenta cómo fue que perdió a su hijo en aquél momento y cómo, después de tanto tiempo, mantiene la esperanza de reencontrarse con él. Lea también: La cara insospechada del desplazamiento forzado Compartir Foto: Señora Villarreal, con su hija 20 años después, en su casa en Fontibón, Bogotá. Eran las seis y media de la mañana, el sol se colaba con brusquedad por las rendijas de las ventanas del cuarto donde dormía doña Marina, una mujer robusta, de cabellos rizados y cortos, que alcanzaban a cubrir algo de su cara quemada por el sol, a causa de trabajar en los cultivos. Era domingo, por lo que esta madre podía descansar sus manos tullidas de recoger granos de café. Como siempre, esperaba con ansias este día para acudir al esperado encuentro con Dios, acompañada de sus cinco hijos. Esta fue la última vez que la familia Villarreal despertó en su casa, ese día fue un adiós sin saberlo, un hasta nunca a las veredas de Alpujarra, Tolima. Al llegar a la ceremonia, la santidad de la ocasión se veía totalmente desvanecida, y en su lugar solo se escuchaban gritos de desesperación. —¡Se nos metieron, se nos metieron! —gritaban los labriegos mientras arrastraban a sus hijos a toda velocidad. La guerra había tocado las puertas del pueblo sin avisar, sin motivo, pero no era la primera vez que la guerrilla venía a hacer su voluntad, arrasando, saqueando, y autoproclamándose como promotores de una causa justa. Fueron dos horas de disparos, clamor, y terror, que terminaron con todo habitante del pueblo en la plaza central, reunidos como un rebaño asustado de ovejas. Doña Marina abrazaba a sus cinco tesoros con los ojos cerrados, sumida en el mayor temor que puede tener una madre. —Encomiéndese al señor— susurra entre dientes para no llamar la atención. Durante veinte minutos hubo un silencio fúnebre, los pasos de los partisanos y el sonido de sus armas tambaleándose eran las únicas señales de vida en todo el poblado. De pronto, ese mutismo colectivo se transformó en histeria. —¡No, por favor no se lo lleven!— gritaban los padres mientras eran despojados de sus amores, quién sabe hasta cuando, sabiendo que estos serían las nuevas piezas de un conflicto armado incesante y nefasto. En esta toma guerrillera se llevaron a Henry, el primogénito de la familia Villarreal. Ese día, Marina perdió a su hijo, a sus tierras, tal y como había perdido al hombre que amaba hace varios años. Pasó a ser presa en las calles donde creció por más de dos días, alimentándose de los sacos de papas y mangos que sus vecinos llevaban encima. Al tercer día, las furgonetas de los perpetradores se encendieron, preparando su retirada, llenas de comida, agua y niños, dejando en su lugar un sentimiento de ira y tristeza infinita en el corazón de los lugareños. El siguiente martes en la mañana esta campesina decidió huir del tormento, subió a sus tres niñas y al varón restante a un pequeñoautocamión comerciante, dejando su futuro en manos de su inflexible fe. El estrecho vehículo se bamboleaba estrellando las cargas de café contra sus maltrechos cuerpos, mientras este bajaba el espiral de una montaña, la cual comunicaba a Dolores con la capital del Huila. Durante seis horas de viaje, no se presentaron quejas, preguntas o riñas, solo lágrimas silenciosas, acompañadas de un aroma de desdén e incertidumbre. Olvido y despojo El año 2000 fue un año nefasto para los desplazados, aumentando la cifra de expulsados de sus tierras por más de tres mil, siendo el número oficial de 607.563 damnificados según la Red Nacional de Información. En palabras de la profesora Marcela Gonzáles, historiadora egresada de la Universidad de Los Andes, la época más álgida de secuestros en Colombia fue a finales de la década de los años 90, cuando el país llegó a registrar más de 3.500 casos. El año 2000 se alcanzó el pico máximo de damnificados, ya que en esta época había convergencia de varios grupos armados como guerrilla y paramilitares en zonas norteñas del país, a causa de que estaban en plena guerra contra el Estado. “Si mi hermana no se hubiera mudado a Bogotá unos años antes, no sé qué habría hecho, aunque quieras venir a la capital esta no es amable contigo si no sudas la gota gorda”, dijo Doña Marina. Ha pasado un año, ella se ha sabido mantener vendiendo tamales de arroz como los que hacía su madre, consiguió un cupo en el colegio público de “La Estela” en Fontibón, localidad de la capital colombiana, para matricular al menor de sus hijos, mientras las tres hermanas la ayudaban a atender el negocio, ya que al principio no tenía dinero para que todos estudiaran a la vez. “No se preocupe mamá, cuando vayamos al colegio le trabajamos en la tarde, y cuando terminemos los estudios nos conseguimos una casa bonita para todos”, le decía su hija mayor, con la esperanza de que las mandara al colegio más rápido. Al año siguiente consiguió unos cuadernos de Coca-Cola, que daban por promociones de tapitas, y compró unos uniformes usados que le vendió una vecina. La felicidad de las niñas por estudiar era incontenible, por primera vez en tres años volvía a dibujarse una sonrisa en su rostro. Consiguió un puesto en arriendo en el centro de Fontibón, un pequeño espacio en el primer piso de una residencia esquinera, con una fachada que apenas tenía una pequeña puerta de entrada, enmarcada con el nombre del anterior negocio , donde abrió un restaurante de comida casera. Este pequeño puesto fue la fuente de sustento de los Villarreal por más de cinco años. Según el Sistema de Control Interno del Ministerio del Trabajo, en 2000 el 87,4% de los desplazados no recibieron ningún tipo de ayuda gubernamental, la mayoría ni siquiera la solicitó. Andrés Ribero, profesor sociólogo de la Universidad Nacional asegura que en ese tiempo los desplazados no contaban con ningún tipo de información la cual les permitiera acceder a auxilios de alguna índole, y los que accedían a ellos recibían su subsidio mucho tiempo después. “Venir a Bogotá desde un lugar tan diferente es agobiante al principio, hace demasiado frío todo el tiempo, todo queda muy lejos, y por la noche los carros que pasan hacen que dormir sea una tarea difícil”, cuenta doña Marina. ***** Superación, evolución, pero nunca olvido. Cuando tuve la entrevista con la señora Marina me recibió muy arreglada, con un atuendo formal y una tasa de tinto sobre un pequeño plato con adornos florales. Las paredes de concreto expuesto de su casa estaban adornadas por fotos de sus nietos e imágenes religiosas juntos a dos altares, uno en la sala y otro en su habitación. Actualmente vive en compañía de su hija mayor, en la misma localidad a la que llegaron. Parecía estar ansiosa por contar su historia, intentando hablar de una manera muy formal, la cual, fue desapareciendo a medida que iba avanzando en su relato. Aún se le escapan gotas de tristeza al recordar a su hijo mayor, puesto que no tiene noticias de él hasta el sol de hoy. —Sueño con él seguido, sueño con mi casita y el cafetal, no me imagino cómo estará todo por allá, pero la verdad no quiero verlo, me imagino que todo está muy distinto y quiero recordarlo todo cuando era bonito — comenta doña Marina mientras baja la cabeza y toma un largo respiro para no llorar. Al terminar la entrevista, la serenidad con la que fui recibido vuelve a ella. Toma un sorbo largo de café, y cruza la pierna. —Aún tengo fe, si mi hijo aparece será un regalo del Señor, solo puedo esperar cosas buenas. Al despedirse, se nota el desdén en sus ojos, unos ojos que expresan el sentir de lo que la violencia les ha quitado. ● *Algunos nombres y locaciones fueron modificados por seguridad de los implicados*

  • Bogotanos al límite

    Aunque mucho se ha hablado de este tema, pocos conocen el verdadero impacto que tiene en la salud de sus habitantes. Bogotanos al límite Paula Andrea Vargas Pedraza Aunque mucho se ha hablado de este tema, pocos conocen el verdadero impacto que tiene en la salud de sus habitantes. Disponible en Pulzo Paula Andrea Vargas Pedraza Lorena Pedraza es un claro ejemplo de lo que puede llegar a pasar. Enfermera y con bebé a bordo, fue una de las víctimas de la contaminación. Como muchos otros ciudadanos, mientras realizaba sus actividades diarias, el aire que respiraba no solo la estaba matando a ella, sino también a su hijo. A diario se alistaba para ir a trabajar. Caminaba hacia la autopista y allí, rodeada por el ruido y el humo producido por los medios de transporte, esperaba a que el bus indicado llegara para poder subirse. Después de media hora de viaje, o incluso más tiempo, dependiendo del tráfico, arribaba a la zona norte de la ciudad, en donde debía bajarse del bus y continuar, como otras personas, su travesía a pie. Luego de diez minutos de caminata, disfrutando de la brisa de la ciudad, llegaba al hospital en el que trabaja. A eso de las seis de la tarde, Lorena sabía que su jornada laboral estaba por terminar. Con su suéter de cuello alto, una bufanda de lana y un abrigo que le cubría hasta las rodillas, emprendía su trayecto de regreso a casa. Lo que no sabía era que el frío no era lo único de lo que se debía proteger, sino también de la polución que, sin darse cuenta, la acechaba y envolvía cada parte de su cuerpo. La contaminación, un depredador más Entre las principales fuentes de contaminación que amenazan la salud humana se encuentran la generación de residuos sólidos y sustancias tóxicas. Mayra Parra, ingeniera ambiental de la Universidad Libre de Bogotá, enfatiza en que el Transmilenio y el SITP, así como las construcciones y obras viales de la ciudad, son 2 de los causantes de la contaminación del aire. Igualmente, señala que el mal estado del agua es producto de los vertimientos de aguas residuales resultantes de las actividades realizadas por las industrias. Diversos estudios han comprobado que este fenómeno está asociado directamente con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y oculares, que incluso pueden conducir a la muerte. Las dos primeras son las que más se presentan dado que la vía respiratoria es el conducto principal de ingreso de los contaminantes al organismo. Guillermo Sánchez, médico internista egresado de la Universidad Nacional, explica que el sistema respiratorio y cardiovascular están íntimamente relacionados para llevar energía al cuerpo a través del oxigeno, por lo que, al incrementar la cantidad de toxinas en el aire, este disminuye haciendo que los órganos del cuerpo humano trabajen el doble para eliminarlas. Sin embargo, estas quedan depositadas en los órganos para toda la vida produciendo daños de diferentes tipos. Entre estos se identifican el asma, la neumonía, la bronquiolitis y el Síndrome Bronco-obstructivo (SBO). De acuerdo con un reporte de la Red de Monitoreo de Calidad del Aire, en la capital del país se prendieron las alarmas después de que se registrara un incremento en la concentración de material particulado PM 2,5 y PM 10, un polvo no visible a simple vista, pero que representa una seria amenaza para la salud de las personas. Aunque la presencia de este peligroso contaminante no es nueva, su agravamiento se dio no solo por las emisiones vehiculares a gasolina y diésel, sino por la erosión del suelo, la degradación del pavimento y las actividades de construcción. Según declaraciones del secretario de Ambiente de Bogotá, Francisco Cruz Prada, en la Radio Nacional de Colombia, a esto se suman las condiciones meteorológicas que se han empeorado por los incendios y los fuertes vientos que arrastran las partículas de las quemas que se han presentado en diferentes zonas del país. Sin embargo, el problema radica en que con alarma ambiental o sin ella, la polución expone un riesgo permanente de infecciones y enfermedades que afectan de manera diferente a distintos grupos de personas. La Organización Mundial de la Salud estableció que los más susceptibles a enfermarse a causa de este acontecimiento son los niños, los ancianos y las familias de pocos ingresos. Además, las consecuencias más graves se producen en individuos que ya tienen alguna afectación en su salud. Elementos vitales, pero a la vez mortales Día a día, sin darse cuenta, Lorena inhalaba el oxigeno que al estar contaminado, se convertía en una especie de veneno dentro de ella. El 18 de diciembre de 2018 su cuerpo por fin habló. “Empecé a tener síntomas respiratorios, especialmente una tos seca que se exacerbaba en las noches y ya ni siquiera podía dormir, lo que más me preocupaba era mi bebé”. Estudios demuestran que la exposición a contaminantes durante el embarazo está relacionada con el bajo peso al nacer. Más aún, con malformaciones cardiacas o urinarias, según la Secretaría de Salud. Lorena se dirigió a un centro médico en Bogotá en donde fue atendida por un ginecólogo y un médico internista. Después de una serie de exámenes fue diagnosticada con neumonía e inmediatamente la hospitalizaron por cinco días. Ella hace parte del porcentaje del 50 % de las personas que, cuando asisten a instituciones médicas, lo hacen por una afección ante los altos índices de polución en la ciudad, con lo cual contraen enfermedades respiratorias o sus derivadas, según explicó Guillermo Sánchez. No obstante, estos no son los únicos tipos de afectación a los que se han tenido que enfrentar los habitantes de Bogotá. Un informe del Observatorio Nacional de Salud, titulado ‘Carga de enfermedad ambiental en Colombia’, reveló que la mala calidad del aire también origina reacciones alérgicas, infartos y hasta cáncer de pulmón, pero esto no es lo peor. La contaminación se ha convertido en una enfermedad mortal. El estudio determinó que la contaminación del aire y del agua en Colombia, causan más de 17.000 muertes al año, pues de las 223.000 registradas, el 8 % se atribuye a factores de riesgo ambiental. De igual manera, se calcula que en Bogotá 1.963 personas fallecen anualmente por estos mismos motivos. Eliminando las secuelas Aunque se han tomado medidas como la restricción del transporte de carga, la implementación del pico y placa extendido para vehículos particulares y motos, y los operativos en fábricas, entre otras, no son suficientes para contrarrestar la contaminación y reducir el impacto que tiene en la salud de los bogotanos. Guillermo Sánchez recalca que la solución no es, como se ha venido haciendo, tratar únicamente las fuentes del problema, sino también mejorar los elementos que producen descontaminación, es decir, potenciar la acción de la naturaleza como árboles y plantas para inyectar oxígeno al medio ambiente y así generar un equilibrio entre la carga de oxígeno y gas carbónico. De igual manera, es fundamental que se haga un análisis profundo del tema del cambio climático y así hacer de éste una prioridad para que el gobierno, las organizaciones y los individuos trabajen conjuntamente y reduzcan tanto sus causas como sus consecuencias, según el Informe de Carga de enfermedad ambiental en Colombia. No cabe duda de que las medidas deben ser más drásticas para prevenir la intensificación de esta problemática y contribuir al bienestar de los bogotanos. De lo contrario, el impacto sobre el medio ambiente, la salud pública y por ende en la calidad de vida de los ciudadanos alcanzará un punto en el que el daño será irreparable. Lorena cuenta que, por fortuna, su recuperación fue un éxito y, con una sonrisa, le da gracias a Dios por permitir que su hijo naciera totalmente sano. Después de unos segundos, hace una pausa, mira al piso y con una expresión de desilusión recuerda que diariamente debe usar un tapabocas para impedir que las partículas del aire, que inevitablemente debe respirar, pasen por su nariz y boca. Las secuelas le quedarán por siempre.

  • Las calles son nuestras.

    La ciudad está llena de historias y los graffitis son una muestra irreprochable de ello. Bonitos o no, estéticos o no, esconden un mundo que pasa imperceptible. Las calles son nuestras. Laura Alejandra Ortiz Bautista. La ciudad está llena de historias y los graffitis son una muestra irreprochable de ello. Bonitos o no, estéticos o no, esconden un mundo que pasa imperceptible. Disponible en Pulzo Laura Alejandra Ortiz Bautista “El arte callejero es una manera de reclamar nuestras calles. Porque las calles no les pertenecen a los carros, ni a los buses ni a los anuncios de Coca-Cola, nos pertenecen a las personas”, dijo ella mientras, con una brocha, trazaba delicada, pero firme, la primera línea de lo que un par de horas más tarde se convertiría en eso: un reclamo. Su nombre es Marcela Esguerra, mejor conocida artísticamente como ‘Perversa’. Una muralista oriunda de la capital, madre, empresaria y activista que aparenta mucha menos edad de la que tiene. Con solo una mirada se puede intuir su espíritu de artista: pantalones negros salpicados ligeramente con gotas de pintura blanca, amarilla, rosa y azul; un camibuso del mismo color que cumple la función de protegerla tanto del frío como de una quemada al estar expuesta por tantas horas a la tenacidad con la que a veces actúa el sol bogotano; lleva su cabello recogido en unas rastas largas que de vez en cuando reciben la pintura que sus manos dejan caer con descuido sobre ellas, un piercing plateado en la nariz y una mirada soñadora que ve arte en cada esquina de la ciudad. “Ella es la persona más inteligente que conozco”, comenta Óscar, quien prefiere ser llamado ‘Saintcat’, como un precursor del street art capitalino. La relación de Óscar y Marcela es un choque artístico. Son dos muralistas talentosos que quieren ver arder el mundo y, aunque antes hayan sido pareja y esa relación no haya funcionado, son socios y colegas que desde hace más de 10 años trabajan para poder vivir del arte por medio de su empresa: War Design. La cita era en el eje ambiental de Bogotá, muy cerca de la estación de Transmilenio Aguas, un viernes en la mañana. Cuando mis colegas y yo llegamos al lugar acordado y no hallamos rastro de ella, nos angustiamos pensando en las típicas incertidumbres y cuestionamientos de cuando alguien lo deja plantado a uno. “Estoy en el CAI”, contestó al rato con un mensaje. Resulta que Óscar y Marcela habían llegado al lugar elegido para hacer el mural cuando un entusiasta, protector del patrimonio cultural, empezó a hacer alboroto por el muro a pesar de que ellos llevan años pintando allí. Eso lleva a un punto bastante complejo del oficio: ¿hasta qué punto se puede decir que es arte o vandalismo? Considero que la respuesta a esta pregunta es completamente subjetiva y que, como siempre, no hay verdades absolutas. “Yo nunca había tenido problemas con la policía porque, de hecho, nunca he pintado ilegalmente”, dice. Entonces allí, sobre la Jiménez, llegaron ellos a pedirnos documentos, un procedimiento normal. A veces dicen que no se puede pintar y ya. Sin embargo, a mí nunca me había pasado. El problema en este caso fue un contratista de patrimonio, que le exigió a la policía de manera muy insistente que nos multara. “Nosotros tenemos permiso de propietario, pero no de patrimonio, y eso fue de lo que se aferró este hombre como argumento. Yo le pregunté si haciendo eso sentía que sí hacía algo, porque evidentemente no es una persona que vaya a salir a las tres de la mañana a la calle para cuidar el patrimonio. Supongo que este tipo de persecuciones son importantes en el pequeño mundo que tiene en su cabeza. Proteger patrimonio no es acumular multas, eso no tiene ningún sentido”, comenta Marcela. Así que, cuando finalmente nos encontramos en la 82 con 15, el lugar en el que ella usualmente pinta, ya había perdido bastante tiempo. El mural de ese día era un encargo para War Design y debía estar listo antes de las 3 de la tarde. A pesar de haber empezado el día de aquella manera, Marcela me saludó con una gran sonrisa, me presentó a Óscar y me mostró el boceto del mural, ante el cual no pude evitar emocionarme. Se trataba de una propuesta de matrimonio, pero, a pesar de mi romántica reacción, ella dijo “a mí no me gusta, esto me parece demasiado cursi ¿te imaginas que le diga que no?”. Así que, aunque ni a Perversa ni a Saintcat les convenciera la idea, se equiparon con su ropa de pintar, dos maletas llenas de aerosoles y vinilos y empezaron a trabajar; entre tanto, mis colegas y yo también preparábamos nuestras cámaras, ansiosos por conocer el resultado final. Marcela es muralista desde hace 10 años. Un día agarró sus materiales y se lanzó a hacer su primer mural. Desde el principio su estilo ha retratado sus valores feministas y especialmente activistas, “ella siempre está apoyando causas humanas”, señala Saintcat. Tiene dos grandes proyectos que son “Perversa”, por supuesto, y “Ven, seremos”. La iniciativa del proyecto, que además lleva su nombre artístico como estandarte, es hacer de la ciudad un lugar menos hostil para los niños, pintando monstruos de colores en sus calles. El resultado es una paradoja tan divertida como llena de color: patos con cuatro ojos, pulpos enormes con dientes afilados e iglesias en llamas que son una crítica social y defienden que ellos en sí mismos no son el verdadero peligro y, aun así, lo perverso también se viste de colores brillantes. Por otra parte, “Ven, seremos”, un proyecto que cumple dos años de existencia, maneja un estilo bastante diferente y llama la atención de las personas por su contundencia. Si alguna vez ha visto paredes que le dicen a gritos “no te rindas”, “sin miedo” o “no estás sola”, es porque en serio no lo está. Estas tres frases recorren la ciudad en vibrantes letras amarillas sobre un fondo negro, y es justamente su simplicidad lo que denota la fuerza y la autenticidad del mensaje. En agosto de 2016, Marcela tuvo que afrontar la pérdida de su hermana menor, acontecimiento que provocó un impacto enorme en su vida; justo en esos días, su vida no tenía los colores que tiene su obra. Además de cargar con el dolor de la ausencia, en diciembre de ese mismo año ocurrió una tragedia que paralizó la ciudad por mucho tiempo, de hecho, aun se me hace un nudo en la garganta recordar el nombre de la víctima: Yuliana Samboní. Esta serie de eventos desafortunados conmovieran profundamente los principios activistas de Marcela, pero, especialmente, su empatía. “No estás sola fue la primera frase que pinté. Tenía todo listo y una mañana me dije: tengo que hacerlo. Tenía permiso para pintar en el muro de la 67 con séptima, muy cerca de donde vivía Rafael Noguera, el delincuente ese”. Y, a pesar de que el primer mural es en memoria de aquel terrible feminicidio que sacudió el país, el proyecto nació como algo egoísta: “quería pintar en las calles aquello que necesitaba leer en esos momentos. Sé que en el fondo todos sabemos que no estamos solos, pero a veces necesitamos que nos lo recuerden”. Volvemos a la base fundamental de que las calles están llenas de historias. Historias de pérdida, de amor, de rebeldía y desencanto; y, en la magnífica subjetividad del arte y la belleza, las paredes pueden decirte mucho o no decirte nada en absoluto. Mientras tanto, artistas urbanos como ‘Perversa’, ‘Saintcat’ y tantos otros, siguen luchando por el mismo objetivo: reclamar nuestros espacios públicos como un lienzo para plasmar la visión del mundo, lo que nos indigna, lo que nos apasiona, lo que somos. No como colectivos, no entregando una visión homogeneizada ni uniforme, porque al fin de cuentas, aunque merecemos igualdad, no pensamos ni sentimos de la misma manera. Lo que me duele a mí puede no dolerle al otro y justo ahí está la riqueza del arte. 3:00 pm. El mural está terminado. Un hermoso retrato de la chica a la que pronto le pedirán matrimonio con una frase bastante cursi en el fondo. Los cuerpos de los artistas cansados, pero satisfechos, reflejan el amor con el que trabajan. La mirada radiante de Marcela al ver la pieza terminada es un reafirmar de su credo y es que las calles son nuestras.

  • Había una vez en... Hollywood

    Amigos del Cine vuelve en una tercera temporada con una reseña de la que, al parecer, será la penúltima película de uno de los directores de cine más importantes de los últimos tiempos: Quentin Tarantino. Había una vez en... Hollywood Amigos del Cine vuelve en una tercera temporada con una reseña de la que, al parecer, será la penúltima película de uno de los directores de cine más importantes de los últimos tiempos: Quentin Tarantino. Compartir

  • Ernesto Ruiz, el labrador de sueños

    Ernesto Ruiz, el labrador de sueños Mariana León, Juan Diego Márquez, Juliana Moreno y Mariana Tibaduiza. Ernesto Ruiz, siendo el bachiller más viejo de Gama, Cundinamarca, logró ser su alcalde más joven. Su colegio no fue una institución, sino una radio. Ver también: App para campesinos Compartir En Colombia, para garantizar una buena educación a los campesinos se necesita cumplir con las condiciones por fuera de las aulas, como el transporte, vías de acceso, alimentación, estabilidad económica y, especialmente, una cultura comunitaria que los motive a formarse. Al menos el 70% de los niños y jóvenes que no acceden a educación en el país provienen de zonas rurales. Entre ellos, la posibilidad para ingresar a una universidad y culminar una carrera profesional es menor. Entre las múltiples historias que se tejen ante esta situación, surgen ejemplos que pueden inspirar cambios colectivos y motivar a entidades públicas y privadas a invertir en el futuro integral de los campesinos. Ernesto Ruiz es uno de esos ejemplos, con una especie de paradoja: siendo el bachiller más viejo de Gama, Cundinamarca, logró ser su alcalde más joven. Su colegio no fue una institución, sino una radio, con la cual comenzaría a construir las bases para cursar, años después, una licenciatura en Teología, una especialización en Derecho Público y una maestría en Derecho Administrativo.

  • Jerónimo García, entre letras y salsa

    Jerónimo García, entre letras y salsa Diana Marcela Bejarano Ritacuba, Santiago Hernández Fernández, Laura Camila Parra Díaz, Laura Valentina Pedroza Rodríguez, Danika Dajham Rodríguez Álvarez, Comunicación Social y Periodismo El ingeniero electrónico vive la pasión por la lectura y la escritura desde hace 30 años. Es el ganador del I Concurso Nacional de Cuento Breve (2011) y obtuvo el segundo lugar en el Premio Nacional de Cuento La Cueva (2018). Esta es su historia. Ver también: El hijo del tiempo Compartir

  • Un Superhéroe Rompiendo Barreras

    Víctor Cárdenas, el 'Coach de las Estrellas', es un hombre carismático, profesional y cómico, amante de la salsa y un as de la presentación en televisión. Un Superhéroe Rompiendo Barreras Juanita Nieto Sierra Víctor Cárdenas, el 'Coach de las Estrellas', es un hombre carismático, profesional y cómico, amante de la salsa y un as de la presentación en televisión. Disponible en Pulzo Juanita Nieto Sierra Bogotano, de un barrio cualquiera, más cachaco que nadie, con las ganas y la convicción de que todo se puede lograr. Víctor Cárdenas se graduó de la Universidad INPAHU en producción audiovisual y televisión. En ese entonces no brillaba el que no tuviera “palanca” en este medio y le fueron cerradas muchas puertas, pero como la perseverancia lo es todo, comenzó a construir su carrera de a poco y hoy está brillando en este entorno televisivo. Ha preparado a muchas personas, entre los que están Laura Tobón, Luciano D’Alessandro, María Fernanda Aristizábal, la actual Señorita Colombia, entre otros personajes, y sus talleres ya son de renombre internacional, pues ha sido contratado para preparar personalidades de diferentes perfiles. Un héroe soñando Desde pequeño demostró sus ansias de comerse el mundo entero, pues como cuenta su hermana Andrea, era un terremoto andante, indisciplinado y su mal comportamiento era insoportable. “Víctor era terrible, pobrecita mi mami, que tuvo que aguantarse a un niño que casi se bota de la terraza pensando que era un superhéroe; era impresionante la energía que tenía”, aclara su hermana Andrea. Tuvo un único disfraz en su infancia y fue el de un superhéroe llamado Hi-Man, ese disfraz lo usó durante seis meses cada día después de llegar del colegio, con el que llenaba a su madre de un estrés profundo. “Me encantaba Halloween, yo me ponía ese disfraz desde la mitad de octubre hasta los primeros días de diciembre, hasta que mi mami lo botó porque ya no me soportaba”, cuenta Víctor entre risas. Perdió varios años académicos y siempre decía que él quería acabar como bachiller lo más pronto posible para hacer lo que le gustaba, pero este anhelo se le complicó al Bastón Mayor de la Banda de Guerra del Colegio, en la medida que perdió dos veces décimo. “Yo era malo en el colegio, pero malísimo; nadie se imagina lo vago que era, pero estaba metido en todas las actividades extracurriculares”. Víctor se acuerda de que en el colegio lo querían mucho; tanto, que fue representante del Consejo Estudiantil. “Yo hice que pusieran tres descansos en ese colegio y hoy es el día que aún siguen con esa regla”. Un camino largo No obstante, una vez lograda la meta del bachillerato, esta hiperactividad se controló debido a que se comprometió con lo que realmente le apasiona: la producción y la televisión. Durante sus años de estudio descubrió que el mundo de los medios y la comunicación son realmente su pasión al punto de finalizar su carrera con una tesis laureada, hecho que lo llevó a verse inmerso en un mundo lleno de cámaras y luces. Canal Capital fue el lugar en donde hizo sus pasantías y logró vincularse. Este fue un punto clave de su carrera, ya que nunca se imaginó estar en un programa infantil llamado Franja Metro y puso a prueba todo lo que sabía haciendo volar su imaginación. Creó un personaje llamado ‘Cocolito’, quien era muy vigente antes de ‘Aurelio Cheveroni’, luego de este debut fue trasladado a ser presentador de entretenimiento del noticiero de dicho canal. “Tengo tres peluches de este personaje y es un recuerdo muy bonito porque ese fue mi inicio en esta profesión”. Detrás del ‘coach’ Víctor es dueño de un carácter muy fuerte, apasionado por su trabajo, arraigado a lo que hace, valora la amistad y da lo mejor de sí para conservarla, pero conservando límites. Andrea afirma: “si le fallas a Víctor, no hay vuelta atrás, es un ser muy orgulloso y rencoroso cuando se siente herido de verdad”. Desde pequeño denotó siempre independencia. Por lo que se puede ver, esta característica viene de sangre, pues su familia es de profesionales emprendedores, con la clara consigna de que cuando se crea que algo es necesario iniciar desde cero para poder brillar en grande, pues lo que emprenden son tus ideas. “Mis hermanas y yo nos fuimos por las ramas de trabajo independiente y eso nos hace una familia peculiar”. En el barrio donde creció lo conoce desde el señor de la panadería hasta el alcalde local, pues su don de gente lo hace muy popular. A la hora de preguntar por él siempre se tendrá como respuesta: “ah, claro sí sé quién es”. “Creo que al que conocen de mi casa siempre es a Víctor, él salía desde pequeño por los mandados y regresaba contando que había hecho un nuevo amigo. Es demasiado sociable, mucho más allá de lo profesional”, relata Andrea. Al hablar, se toca la boca, dando a entender que está analizando cada palabra y a la que le añade una expresión especial tratando de responder de una manera directa y clara. Un sentido del humor inconfundible lo describe: hace reír con facilidad, pero es muy difícil que el ría por chistes o bromas de otros. Es un hombre de unos 1,94 cm, cabello con rulos, blanco y delgado. Su altura lo hace ver bastante atractivo y tiene las facciones realmente marcadas. “Víctor toda la vida ha sido muy llamativo para las otras personas. Le encanta usar bufandas, gabardinas, aficionado a los relojes y las gafas oscuras; yo creo que debe tener una colección”, añade Andrea. Se define como un ser que tiene claras sus metas y tiene sus ideales y tradiciones inamovibles, entregado en cuerpo y alma a sus dos aretes, como él define a sus hijas Isabella, de 12, y Valentina de 8, quienes son las encargadas de sacar la versión más dulce de este productor y artista desde muy temprana edad. “Mi papá es muy exigente, pero nos da gusto en todo, es muy consentidor”, cuenta Isabella. Su poco tiempo libre Su gusto por la salsa, el fútbol y el arte lo hacen llegar al límite. Por un lado, es el arquero estrella de esos equipos de amigos donde le gusta quemar toda esa adrenalina acumulada y que se ve reflejada entre otras en Valentina, la menor de sus hijas, a quien le gusta el arte y el deporte, mientras que Isabella opta por TikTok y el baile. Por otro lado, vemos a este fan y maestro de los asados en familia, le encanta compartir con su familia y amigos. “Yo soy amigo de la pola y de hablar con mi familia sobre anécdotas y encuentros pasados, sobre los que se fueron al cielo y los que están aún en este mundo”, dice. Sentimientos ocultos “Víctor oculta mucho sus sentimientos y emociones. Le puedes dar la noticia más triste y él siempre va a tener soluciones, sin llorar o sin gritar. Todo se lo guarda y lo hace cuando nadie lo ve”, comenta su confidente y hermana Andrea. Es así como un pequeño e indisciplinado superhéroe se convirtió en el más fiel creyente de que la pasión es la que lleva a concretar las ideas más grandes y con su experiencia forma a quienes están ávidos de su generosidad a la hora de convertirlos en reconocidos personajes para los medios de comunicación.

Escucha aquí los podcast de Conexión Sabana 360 

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