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- Planificación: ¿cuestión sólo de mujeres?
Planificación: ¿cuestión sólo de mujeres? Sofía Leal Grondona, Comunicación Social y Periodismo Fecha: Es injusto tener que sacrificar el funcionamiento hormonal y natural de nuestro cuerpo por evitar fecundar un óvulo, trabajo que es de dos. Lea también: 'Lactancia, al ojo de la esfera pública' Compartir Foto: Unsplash Las mujeres, en promedio, somos fértiles tres días al mes, y eventualmente dejamos de serlo. Los hombres, por el contrario, son fértiles todos los días de su vida, entonces, ¿por qué la mayoría de métodos anticonceptivos son para nosotras? La píldora anticonceptiva representa el triunfo de la ciencia sobre la naturaleza, fue el fenómeno que posicionó a la ciencia biomédica en los años sesenta, dándole a las mujeres el control, cambiando la dinámica social, laboral y familiar. Las mujeres tenían la libertad de decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y fertilidad, dejaron de casarse a temprana edad, tener hijos y dedicarse al hogar para estudiar y tener una carrera. O eso es justo lo que nos han hecho creer. Las pastillas anticonceptivas dieron paso, más bien, a la liberación sexual de los hombres. Desde su creación no es necesario que ellos se protejan, ya que nosotras lo hacemos por ellos. El machismo en nuestra sociedad no es un tema nuevo, y desde hace años se reafirma, con el simple hecho de catalogarnos como el sexo débil. La Organización Mundial de la Salud publicó la lista de métodos anticonceptivos existentes, 21 en total, de los cuales solo dos son métodos para hombres ¿no es eso discriminación de género? ¿O acaso estamos obligadas a controlar nuestra fertilidad por el hecho de que nosotras somos las que gestamos? Tener un hijo es un proceso que se realiza en pareja, es necesario tener una célula reproductora masculina y una femenina para dar origen a un embrión. Por lo tanto, el “privilegio” de controlar la fertilidad debería ser de ambas partes. Es innegable que en esta sociedad la responsabilidad de un hijo no suele ser compartida al ciento por ciento por la pareja, o al menos eso dejan ver los datos del DANE: en Colombia hay 12,3 millones de mujeres cabeza de hogar. Esta mentalidad de que la mujer es la que se debe hacer cargo de los hijos, que el hombre es el irresponsable y el que abandona , que al momento de un divorcio los hijos estarán mejor con su madre es fruto de la sociedad machista en que vivimos, en donde pensamos que vestir a un bebé varón de color rosado o permitirle tener una muñeca cambiará su orientación sexual; que las labores del hogar se le deleguen a la mujer; que al momento de ver un accidente de tránsito lo primero que pensemos es que una mujer era la que iba conduciendo. Es cierto que se han venido desarrollando nuevos métodos anticonceptivos para hombres, pero estos intentos por nivelar un poco la balanza, con respecto a la responsabilidad reproductiva, se han visto frustrados. En 2016 cancelaron las investigaciones de un anticonceptivo hormonal para hombres por sus efectos secundarios, los cuales incluían acné, trastornos del estado de ánimo y disminución del deseo sexual. No es justo cancelar la investigación de un útil y revolucionario producto por sus efectos secundarios, o ¿por qué no han cancelado la venta de píldoras anticonceptivas por sus efectos secundarios? Sus reacciones adversas ya han sido las culpables de la muerte de varias mujeres alrededor del mundo, las cuales van desde depresión, cambios de humor y baja libido, hasta el aumento de riesgo de cáncer de mama, riesgo de trombosis, derrame cerebral, paros cardiacos y coágulos que ocasionan embolias pulmonares. Aun así, es uno de los métodos anticonceptivos hormonales más usados en el mundo con 100 millones de usuarias. ¿Y si el tema de la anticoncepción va más allá de quien debe soportar o no los efectos secundarios? La industria farmacéutica es el tercer sector de la economía mundial. Este poderoso monopolio empresarial vende alrededor de 340.000 millones de dólares anuales, según cifras del Banco Mundial, y ha conseguido ser el principal actor en su propia regulación. No es coincidencia que, tras haberse desarrollado, hace más de ocho años, un método anticonceptivo, inyectable para hombres fácil de usar, altamente efectivo y reversible, el cual podría costar menos de diez dólares en los países más pobres, aun no se esté comercializando por tener el potencial de reducir los 3,2 millones de dólares que venden anualmente en condones y anticonceptivos los gigantes farmacéuticos. Al fin y al cabo, ¿quién va a querer vender un producto que ayude a acabar con los embarazos no deseados, muertes por abortos clandestinos, la falta de educación y la pobreza? Claro está, la necesidad de más opciones de anticonceptivos para hombres y anticonceptivos más seguros en general, va más allá de la igualdad de género. Lo más importante es evitar las consecuencias que acarrea un embarazo no deseado. Sin embargo, la falta de equilibrio entre los métodos anticonceptivos existentes para hombres y mujeres es otro de los muchos factores que hace evidente la desigualdad de género que persiste en nuestra sociedad, aún en el siglo XXI. Los métodos anticonceptivos masculinos virilizan al hombre, mientras que los femeninos controlan la sexualidad y su capacidad reproductiva.
- El infierno del olvido
El infierno del olvido María Fernanda Pantano, estudiante de Comunicación Social y Periodismo Fecha: “El padre” es una película que retrata la historia de muchos adultos mayores que se enfrentan a la pesadilla de la vejez, el olvido. Lea también: Escombros en vez de oro Compartir Foto: The Father, póster. Nombre: El padre (The father). Director: Florian Zeller. Compañías productoras: Coproducción Reino Unido-Francia; Trademark Films, Embankment Films, Film4 Productions, F Comme Film, AG Studios NYC. Distribuidora: Lionsgate. Duración: 97 minutos. Año: 2020 En la historia, Francia es considerada la cuna y baluarte del cine, al ser el lugar en donde nacieron sus creadores, los hermanos Lumière. A través de los años, muchos talentos galos se han destacado en el medio, entre ellos directores que plasman una estética innovadora en sus obras y que desarrollan de una manera fascinante las historias que van a contar. Una de las nuevas revelaciones es Florian Zeller, un novelista, pródigo del teatro francés que ha cautivado con sus obras y que debutó el año pasado en el cine con la adaptación de una pieza teatral estrenada en el 2012, escrita y dirigida por él mismo, que conforma una trilogía familiar y se titula El père, traducida al español como El padre. Este largometraje, protagonizado por Anthony Hopkins y Olivia Colman, fue nominado a seis categorías de los Premios Oscars 2021 de las cuales terminaron llevándose el galardón Hopkins por Mejor Actor y Christopher Hampton junto con Florian Zeller por Mejor Guion Adaptado . Aparte de estos reconocimientos, el filme obtuvo dos Premios BAFTA (en las mismas categorías), un Premio de la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles por Mejor Edición , un Premio AACTA International Award a la Mejor Actriz de Reparto (Olivia Colman), un Premio Goya por Mejor Película Europe a, entre otros. Sumó algo más de 11 premiaciones, lo que demuestra el éxito que ha tenido la ópera prima de Zeller. El padre es una película de drama británica que retrata la historia de Anthony (Anthony Hopkins), un hombre mayor de aproximadamente 80 años, amante de la ópera y con mucha inteligencia que vive en su propio apartamento en Londres sin ninguna compañía. Pero debido a su vejez y a la limitación que tiene para realizar algunas actividades, su hija Anne (Olivia Colman) lo trata de convencer de contratar a una persona que esté a su cuidado y lo ayude con otras tareas de la casa, algo que él rechaza incesantemente. Pero realmente el tema sobre el que gira el rodaje es el relato de escenas de la vida de este hombre que poco a poco entra en un laberinto de confusiones que empieza a fragmentar su realidad y del cual no encuentra ninguna explicación o respuesta lógica. Todo se debe a que dentro de esta cinta el director y guionista francés muestra desde una óptica completamente diferente el padecimiento de la demencia, una condición que implica el deterioro de la memoria y el comportamiento de quienes la padecen, que en su mayoría son adultos mayores. Un tema que, sin duda alguna, representa la vivencia diaria de muchos abuelos, teniendo en cuenta que, según cifras de 2019, la demencia afecta a unas 50 millones de personas en el mundo y cada año se registran 10 millones de nuevos casos; y en la región, entre el 6.5% y 8.5% de los adultos mayores de 60 años padecen algún tipo de demencia y la forma que más se presenta en ellos es el Alzheimer , que llega a representar el 60-70% de los casos. Pero es importante recordar que la demencia también afecta a todos aquellos que están alrededor de las personas que cuentan con este deterioro, algo que confirma Anne a lo largo de la cinta, con su lucha constante por entender y cuidar a su padre, aceptando su pérdida de memoria y que incluso la desconozca en ciertos momentos. Además, está aquel dilema doloroso que la evade en su interior sobre qué debe hacer y qué decisiones debe tomar ante la enfermedad de su padre, que hace que esté en un constante trance de confusión y desorientación. Dado el tema de eje, hay que resaltar que El padre tocará cada fibra a todo aquel que la vea, pues al poner al espectador en la mirada subjetiva de Anthony, este podrá ser parte de aquel proceso doloroso y realista que el hombre vive. Son hechos que suscitan en el observador un papel activo inédito, pues el filme lo llenará de un sin fin de dudas que harán que esté cada vez más atento a los cambios en pequeños detalles que se presentan en el entorno y hasta en los mismos personajes. Lo anterior sabiendo que en toda la película se utiliza una misma localización que en ciertos momentos puede parecer distinta y que será un factor importante para mantener el suspenso en la historia; acto con el cual Zeller logró mantener la dramaturgia de su obra teatral en la nueva adaptación. Otro factor que resulta vital destacar es la interpretación genuina y única que realiza Hopkins que logra conectar mental y emocionalmente con la audiencia, que puede reflejar en aquel admirable actor británico a un miembro de su familia, situación que extraerá recuerdos y quizá algunas lágrimas. De igual forma no se puede dejar de lado el uso de las suaves y delicadas composiciones de Ludovico Einaudi que acompañan varias escenas y las complementan de una manera perfecta al ser aquel “hilo dorado del laberinto”, como lo dice Zeller. Basta decir que esta obra del séptimo arte está llena de humanidad y genera varias reflexiones sobre lo difícil que resulta llegar a la vejez, a aquel ocaso de la vida que terminará convirtiéndose en muchos casos en un viaje al infierno del olvido, un doloroso final del que no podemos escapar y que avanza rápidamente. Pero no todo es drama o ansiedad. El padre nos ofrece 97 minutos de sorpresas, dudas, sonrisas y lágrimas, que también nos mostrarán lo efímera que es la vida y lo importante que es aprovecharla y disfrutarla ; y no solo pensando en cada uno, sino también en nuestros seres queridos.
- 12/10: ¿hay garantías para todas las 'razas'?
En este capítulo, te contamos cómo ven los fans de Guns N' Roses su visita a Bogotá y cómo la espiritualidad, más que nunca, es hoy cosa de jóvenes. 12/10: ¿hay garantías para todas las 'razas'? Luisa Fernanda Ardila Díaz, Andrea Carolina Duque Londoño, Daniel Fernando Clavijo Bolivar, Yuliana Cepeda Puentes , Cristian Moreno Garzón, Valentina Rodriguez Pinzón, Camila Jurado Cuartas, Silvia Gabriela Salas, Silvia Catalina Pinzón Meza, Diana Paola Rodriguez, Andrés Felipe Mora Martínez, Karen Valentina Correa Gómez, Juan Esteban Neira Aguirre, Valentina Maya Urrego, Laura Camila Hinojosa Urbina, María Lucía Castañeda Ballen, María Fernanda Pacheco, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo. En este capítulo, te contamos cómo ven los fans de Guns N' Roses su visita a Bogotá y cómo la espiritualidad, más que nunca, es hoy cosa de jóvenes. Ver también: El check list para participar en política Compartir
- El colombiano que llevó los servicios bancarios al vecindario
El colombiano que llevó los servicios bancarios al vecindario Mariana González Mosquera, estudiante de Comunicación Social y Periodismo Fecha: La apertura de un nuevo concepto de corresponsalía bancaria nació de la necesidad de crear un servicio para la gente y Javier Ruiz estuvo al frente del proyecto desde su origen. Lea también: Forma Emprende, una alternativa para los emprendedores de Cundinamarca Compartir Foto: Cortesía Cada mañana, al despertar, Javier se dirige a la cocina a servirse su tan preciada primera taza de café del día. Sin hacer mucho ruido, mientras su esposa aún yace dormida en su cama con cabezal de cuero gris, Javier se acomoda en su oficina y empieza su labor diaria. Responde algunos correos, resuelve dudas de sus empleados y hace algunas llamadas en voz baja. El impacto de los dedos con el teclado del computador, el cantar de los pájaros y las voces que se escuchan desde el parque del frente, son los únicos sonidos que invaden su apartamento a las seis de la mañana. La razón por la cual este hombre empieza su trabajo a tan tempranas horas de la mañana es porque, en primer lugar, tiene una empresa por la cual responder, y cada decisión suya influye en el adecuado funcionamiento de esta. Además, Javier dedica mucho tiempo a su familia, por lo que decide invertir parte de su tiempo en su empleo en las primeras horas del día, para después servir en lo que más pueda a sus más allegados. Este empresario no cuenta con un horario laboral fijo y puede distribuir su tiempo a su conveniencia. ¿La razón? es el Gerente General de la empresa que él mismo ayudó a construir, y su arduo trabajo en tiempos pasados lo ha recompensado con el nivel de vida ideal que lleva en la actualidad. No obstante, entre las actividades que Javier más disfruta realizar está trabajar, podría invertir horas en ello. —Cielo, mira ya la hora que es ¿Por qué no te acuestas? —Ya casi acabo. —Apúrate y vemos la serie un ratico. El trasfondo de este personaje tan trabajador, de estatura promedio para un hombre colombiano, cabello negro y rizado pero escaso, contextura gruesa, nariz chata y líneas que ya rodean parte de sus ojos, es que es la cabeza al mando de Operaciones Rápidas S.A.S Oprap, corresponsales bancarios del grupo Bancolombia , que tal vez se le hagan familiares si usted ha hecho alguna transacción en algún local donde el letrero que lo encabeza es blanco con letras azules, enmarcando el nombre Oprap en un ovalo y compartiendo la mitad del anuncio con un amarillo donde sobresale el logo del banco antes mencionado. La entidad cuenta con más de setenta puntos de atención a nivel nacional, pero antes de su expansión y de la ocupación de los más de ciento noventa asientos que atienden al público a diario y que ayudan en el área operativa, esta compañía inició en el año 2013, cuando en enero pasó de ser una idea que rondó en la cabeza de Javier Ruiz y sus colegas por mucho tiempo, a materializarse. El Gobierno Nacional inició un proyecto que manejaba todo lo relacionado a la bancarización a nivel general y nacional, llamado el proyecto Midas, el cual sería el encargado de la creación de los corresponsales bancarios. Durante cuatro años, Javier trabajó como consultor de Bancolombia para el montaje de estos corresponsales, y fue entonces que el sueño que tenía desde que era un joven trabajador de treinta años se hizo realidad, Bancolombia le ofreció la oportunidad de abrir su propia empresa, de dirigirla y llevarla por el camino que considerara. La apertura de un nuevo concepto de corresponsalía bancaria nació de la necesidad de crear un servicio para la gente , de ampliar todas aquellas redes de corresponsales que se encontraban en las tiendas de barrio. Además, estos pequeños puntos no daban abasto para Bancolombia en la operación que ellos requerían, por lo que el banco tenía en mente conseguir cuatro grandes proveedores para prestar un servicio robusto que brindara utilidades diferentes y netamente bancarias, asimismo ofrecer otra clase de productos y prestar un servicio mucho más dinámico, de mayor alcance y mucho más flexible para sus clientes. Oprap entró en la lista de proveedores para ejercer esta tarea y al mando de Ruiz, en el 2014, se empezó con el montaje y la apertura de cinco corresponsales. La vasta experiencia que Javier recogió a lo largo de su vida laboral en el sector bancario lo impulsó a ser una pieza clave en la definición del esquema que la empresa iba a manejar. Él siempre buscó definir de manera muy concreta los objetivos establecidos desde un principio e instaurar un servicio competitivo y receptivo. Por otro lado, contribuyó significativamente al tema de seguridad dentro de los puntos de atención. Logró dar reconocimiento a su marca y depositó en sus clientes confianza, quería hacer sentir más seguras a las personas al momento de dirigirse a hacer un pago en efectivo, para no tener que bajar la vista hacia alguna sombra que se encontrara detrás o mirar de reojo cada vez que alguien se acercara. Agarraba las llaves de su vehículo, bajaba al sótano, encendía su Corolla beige y se disponía a atravesar la ciudad, pasaba por el tráfico tan característico de Bogotá y visitaba las diferentes locaciones que más mostraban necesidad de su servicio. Luego, los viajes se volvieron más extensos y comenzaron a llevar al economista de la Universidad de América a aventurarse en las principales ciudades del país para la expansión de sus corresponsales. Los cinco puntos de atención abiertos en un principio se convirtieron en diez y nueve. Bogotá, Medellín, Villavicencio y Tunja ya contaban con sus locales de nueve metros cuadrados en promedio, y Oprap pasó a tener una planta de treinta personas para el año 2015, lo que obligó a Javier a dedicarse por completo a su empresa. A principios de 2016, se dio cuenta de la magnitud que estaba alcanzando la empresa, en primer lugar, por la cantidad de empleados que poseía y solo él manejaba y en segundo, los ingresos de Operaciones Rápidas en el año 2015 superaron los mil millones de pesos, estas cifras no son tan importantes en el ámbito empresarial pero para lo que Javier había administrado y se había propuesto, ya era una cifra significativa; esto creó una necesidad en este empresario, que en algún punto se vio ahogado de trabajo y empezó a sentir un peso pernicioso en sus hombros, pues empezó a necesitar de un supervisor, de alguien que manejara la nómina y en sí, de personal que lo ayudara en la parte operativa y administrativa. —¿Qué les parece? —dice Javier al abrir una puerta de vidrio que expone el logo de Oprap en su parte delantera y esconde una amplia oficina en su interior. —Super bonita, Javi. Tiene buena luz. Quedó bien chévere —añade su cuñado luego de dar una pequeña ojeada al sitio. —Lore escogió casi toda la decoración. Terminamos el sábado ¿cierto amor? —su esposa asiente mientras contempla la reacción de su familia al ver la nueva sede de la empresa. —Ocho, nueve, diez puestos pueden poner. Bueno, está perfecto. Apenas para todos —proclama de nuevo su cuñado al referirse a todas las personas de operaciones que ocuparán cada silla que se encuentra en la oficina. Con el crecimiento también vino la crisis, no por algún fallo dentro de la compañía o por una mala decisión. Llegó en marzo de 2020 y trajo consigo una pandemia por un virus ignoto. Se contó con la gran fortuna de que, a pesar de los cierres, el decreto que manejó el Ministerio de Salud habilitó a Oprap para prestar servicio y se contó también con algunos apoyos brindados por Bancolombia, los cuales anticiparon una facturación para poder tener capital de trabajo. No obstante, con las personas en sus casas, el número de transacciones disminuyó y los números empezaron a tener un signo negativo a su lado izquierdo. En su oficina en forma de ele, con completo silencio proveniente de la calle, su esposa como única compañía y su hogar convertido en su nuevo espacio de trabajo, Javier tuvo que decidir, y un lunes, a la par con su equipo de trabajo que sólo veía en pequeños recuadros de su pantalla Mac, tuvieron que llegar a acuerdos que definirían el camino de Operaciones Rápidas. —Evaluando números, se ha concluido que no se va a sacar a nadie, no vamos a cerrar puntos, vamos a seguir operando sin afectar en lo posible y nos mantendremos hasta donde más alcancemos. Son ciento sesenta familias que dependen económicamente de la compañía, entonces tranquilidad, y atentos a lo que pueda ocurrir. Javier trató de brindar la mayor tranquilidad posible en sus empleados, pero en su interior, tenía todos los números muy claros, sentía miedo y durante el confinamiento nunca se le había visto tan angustiado . Por meses, sus chistes desaparecieron y su peculiar sonrisa estuvo ausente mientras las cosas fueron volviendo a la normalidad. —Javi está bien estresado, sí, casi no ha dormido —dice Lorena, esposa de Javier, mientras habla con uno de sus hermanos por teléfono. —No, Lalo, y las transacciones de este mes no dan abasto, no alcanzaría para pagar toda la nómina… Pues eso le cuento Lalo —responde Lorena con una expresión de decepción en su rostro. —Que saludes de Jairo, amor, que queda pendiente a ver si logran entrar en alguna ayuda —dice a su esposo esbozando una ligera sonrisa para darle algo de optimismo, mientras él solo teclea con su dedo índice en la pantalla del celular. —Gracias —responde sin levantar la mirada. Pese a las pérdidas, que por suerte fueron naturales y no lograron escalar a un punto de hablar de un cierre, se logró superar la crisis de una manera aceptable, con mucho trabajo y esfuerzo por parte del Gerente y su equipo, salvaguardando sobre todo la salud laboral de sus empleados. Mas allá de haber estado resguardados por algunos decretos, porque también el Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF) contribuyó a mitigar las consecuencias de la pandemia, el desasosiego de Javier durante los meses más difíciles de confinamiento y la pasión por su empresa, lo llevaron a tomar las decisiones correctas. En el tiempo invertido cada día, en la manera en cómo se dirige a sus colegas, en el tono de voz que usa para resolver una duda, en su vista en el más mínimo detalle físico de un punto, de una grieta, en cada aspecto de su vida laboral se ve reflejada la pasión que tiene por su compañía, sobresale el amor y el gusto en cada detalle. Con el crecimiento diario de la organización y el seguimiento paso a paso de la planeación estratégica diseñada por Javier cuando arrancó la empresa, la cual se convirtió en un sueño hecho realidad para él, este hombre dejó de lado su salud, y constantes dolores empezaron a ser una molestia mayor en su cuerpo. En un principio, fue su espalda en la que los doctores de la Fundación Santa Fe encontraron ciertas inconsistencias, hasta que un día tuvo que someterse a una cirugía en su columna cervical, introduciendo un tornillo dentro de su cuerpo en septiembre del 2021, intervención que lo dejó en cama unos días y con cuello ortopédico, inhabitando su movilidad. Un año después de la intervención, su dolor pasó a sus costillas y tuvo que ser sometido a otra cirugía por una hernia hiatal. En esas largas noches de recuperación, en la que sólo se escuchaban las voces del pasillo del hospital a lo lejos, un televisor con bajo volumen solo para no sentir tanto silencio, el goteo del suero que se introducía en el tubo que conectaba con el paciente y el constante sonido de notificaciones en el celular, Javier solo podía concentrarse en el dolor de su cuerpo, permaneciendo despierto así sus ojos pidieran ser cerrados. Tal vez a medianoche, cogía el celular para ver qué podía encontrar en su correo y se ponía a adelantar algo de trabajo. —Eso, no haga más sino estar pegado a ese celular. Tú no descansas amor —lo interpela Lorena algo enfadada al entrar a la habitación y encontrar a Javier en cama a primera hora de la mañana con el celular en mano. —Cielo, pero yo qué culpa si el dolor no me deja dormir. Toca entretenerse. Si se me cruza el correo por ahí o WhatsApp ya es otra cosa —dice Javier con un tono algo sarcástico mientras su joven esposa lo mira seriamente ladeando la cabeza de un lado a otro. —¿Ya el médico te dijo que te dan salida el viernes en la tarde? Me lo encontré ahorita en el pasillo. —Si, él vino bien temprano. Bueno a ver si en la casa puedo descansar mejor —responde con un tono que denota cansancio. Javier siempre tuvo claro que en su jubilación no quería vivir de una pensión, pues, al ser alguien que le gusta vivir en constante movimiento, agradece contar con una ocupación que puede mantener sin importar la edad, pero al centrarse tanto en esa productividad olvidó enfocarse en la parte física que contribuye directamente a la eficiencia laboral y que lo ayudará a vivir, en un futuro, sus años de retiro en tranquilidad, ya que, cuando sea momento de descansar y Oprap esté lo suficientemente estable, la empresa podría ser vendida a inversionistas del país e incluso a empresas de España que se han mostrado interesadas en comprarla. Cuando decida que llegó el momento de no avanzar más y haya vendido su empresa por un precio considerablemente alto, Javier podrá contemplar desde un cómodo sillón la vista al lago, un lago rodeado de preciosas casas grises de dos plantas, como aquella situada justo detrás de él, que indica la dirección 22 St, Miramar, Florida en su placa del frente.
- Volver a vivir
Volver a vivir Danelys Vega Cardozo y Juan Nicolás Barahona Espinosa Danelys Vega Cardozo y Juan Nicolás Barahona Espinosa Los problemas de depresión son cada vez más comunes en la población joven. ¿Cómo se están atendiendo estos casos en Colombia? ¿Cómo puedes ayudar a alguien en estas circunstancias? Revisa este especial. Haz clic para acceder al contenido Ver también: Depresión, la enfermedad que padecen 300 millones de personas en el mundo Compartir
- Un plan para disminuir la brecha laboral entre poblaciones discriminadas
Un plan para disminuir la brecha laboral entre poblaciones discriminadas María Paula Díaz Vela, estudiante de Comunicación Social y Periodismo María Paula Díaz Vela, estudiante de Comunicación Social y Periodismo El programa de Empleabilidad de Prosperidad Social ha permitido que mujeres y minorías étnicas tengan la oportunidad de acceder al mercado laboral y a un ingreso monetario digno. Haz clic para acceder al contenido Ver también: ¿Cómo eliminar la brecha salarial de género en Colombia? Compartir
- Colombia, tradicionalmente panelera
“Nacimos y crecimos con aguapanela” Un dulce recorrido por la cultura gastronómica del país, a base del endulzante que hoy está en la cuerda floja, por la solicitud de una patente para producir Polycane y Poliazúcar. Colombia, tradicionalmente panelera Maria Paula Montoya “Nacimos y crecimos con aguapanela” Un dulce recorrido por la cultura gastronómica del país, a base del endulzante que hoy está en la cuerda floja, por la solicitud de una patente para producir Polycane y Poliazúcar. Disponible en Infobae Maria Paula Montoya En la casa de mi abuela nunca puede faltar la panela, sea para el aguapanela, el peto, el tetero o la limonada (que a lo largo del país recibe diferentes nombres como guandolo y preparada). Mamá Elcira me enseñó desde pequeña a consumirla y preferirla. Sin embargo, a mi hermano sus abuelos, por parte de papá, le enseñaron lo contrario: él prefería una Coca-Cola antes que una limonada; pues decía que la panela “era para pobres”. Y en una misma casa se reflejaba lo que se vive en toda Colombia. Siempre he disfrutado las historias de la juventud de mi abuela, así fue como por primera vez escuché el proceso para hacer panela, cómo ella madrugaba e iba a ver la producción y, en ocasiones, ayudaba a la misma. Por supuesto, de pequeña no entendía la importancia de estas historias, mucho menos del producto. Villeta, Cundinamarca Cuando empieza la producción, Armando Hernández y su esposa Neida León se levantan muy temprano, pues el proceso de corte de la caña es largo y dispendioso. Solo se cortan las cañas que ya estén maduras, para que el sabor sea mejor. Los trabajadores cortan la caña y la montan en las mulas, de la forma más tradicional, para llevarla hasta el trapiche. Armando y Neida son dueños de una finca panelera en Villeta, el municipio panelero ubicado aproximadamente a tres horas de Bogotá. Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), el trapiche se define como un “molino para extraer el jugo de algunos frutos de la tierra, como la aceituna o la caña de azúcar”. Para la industria panelera colombiana, se conoce como trapiche toda la zona de producción de la panela; es decir, el molino, la hornilla, la bagacera, las mesas con las gaveras (o moldes), e incluso la zona de embalaje de la panela. Antes envolvían la panela en hoja de caña; sin embargo, hoy se utiliza plástico, cartón e incluso periódico. Pulí, Cundinamarca Cuando mi abuela era joven, madrugaba a la finca de sus tíos, que la heredaron de sus abuelos, para ayudar a arrear las “bestias” que movían los molinos (hoy en día, funcionan con un motor de combustión), para extraer el jugo de la caña. Este caía en una especie de recipiente, mientras que el bagazo, o el residuo de la caña, era llevado a que se secara. Luego aquel jugo, también conocido como guarapo, se limpiaba de impurezas. Julián Charry es el primo en segundo grado de mi abuela, cuando era pequeño tuvo un accidente en la molienda que cambió por completo su vida y la de su familia: su brazo quedó atrapado en los molinos, y lo perdió. Él era muy pequeño pero esto no hizo que su amor por ese producto y tradición se perdiera. Para mi abuela, la mejor panela de Colombia es la de Pulí –porque nací y crecí tomando aguapanela. Conozco el proceso y es de mi tierra, me recuerda mi vida allí. Por eso siempre se la doy a mis hijos y nietos–, dice ella. Este producto, consumido a lo largo y ancho del país, es tan tradicional y, probablemente, por eso cada persona dirá que la mejor panela es la del lugar donde se crio. Bogotá, D.C A principios de julio, por los medios nacionales empezó a rondar la noticia de que el ingeniero Jorge Enrique González Ulloa estaba tramitando en Colombia, Australia, Ecuador, Nicaragua, Costa Rica y la Unión Europea una patente de un método con el cual se obtienen dos productos, que él llamó Polycane y Poliazúcar. Esta noticia generó polémicas, especulaciones y sacudió al gremio panelero por la similitud entre el método de González Ulloa y el utilizado por los productores del país. Para aquel momento el ingeniero ya había obtenido la patente en Estados Unidos. José Pardo, director de comunicaciones de Fedepanela, comenta que dentro de la organización se ha tomado muy en serio este tema. Contrataron una oficina de abogados experta en propiedad intelectual, y presentaron un recurso de apelación frente a la patente, que es un derecho exclusivo sobre una invención. González Ulloa registró como propios e innovadores los procesos de corte manual de caña, uso de floculantes naturales y utilización de cal para la preparación de lo que él denomina Polycane y Poliazúcar. Estos mismos procedimientos se ejecutan en la preparación de la panela. Si González Ulloa obtiene la patente, los paneleros tendrían que pagarle o pedirle permiso para llevar a cabo estas tres actividades. Villeta, Cundinamarca – Si se lograra la patente, ya no le sacaríamos el jugo a la caña. Sino que ellos nos sacarían el jugo a nosotros– comenta Armando con una risa que esconde preocupación. Él hace parte de las 350.000 familias que viven de este producto y están a la espera de la respuesta de la Superintendencia de Industria y Comercio. La hechura de este producto requiere varias manos: en la finca de Armando entre 6 y 8 personas deben estar trabajando a la par, en perfecta sincronización. Un horno que es alimentado con el bagazo de la caña previamente secado calienta las ‘pailas’ donde se prepara la panela. En una primera olla o fondo se termina de clarificar o limpiar el jugo con ayuda de floculantes como el balso, el guácimo, entre otros. Luego con un cucharón de acero inoxidable, conocido como remellón, se pasa el guarapo a una segunda paila y allí comienza un momento clave, pues el líquido en las ollas debe ser revuelto y recibir constantemente guarapo limpio para que se vaya evaporando el agua del jugo de la caña y quede el dulce de este, formándose así la miel de la panela. Bogotá, D.C. El centro de Bogotá es, entre tantas cosas, el lugar perfecto para degustar la gastronomía tradicional del país. Allí se encuentra la Plaza la Perseverancia que, a pesar de no ser la más grande de la ciudad, ha sido nominada por dos años consecutivos a los premios La Barra en la categoría mejor restaurante de comida tradicional colombiana. Hace dos años, Yamilé Alcalá llegó a este lugar y abrió La Puloy, el negocio de postres que tiene desde que se graduó de la universidad. Ella nació en Barranquilla, y aunque ha vivido la mayor parte de su vida en la capital, no se olvida de esas recetas tan típicas de la Costa Atlántica, que ama preparar: las Cocadas y las Alegrías, unas bolitas de millo (que es un tipo de maíz pequeño), con melao o miel de panela y coco. Yamile con sus postres quiere volver a lo tradicional, que cuando las personas prueben su cuajada con melao y sus brevas con arequipe “hagan remembranza, degusten el sabor inigualable que da el cocinar en caldero, con cucharas de palo, y se fomenten esos sabores que ya no son tan comunes”. Un poco más hacia el sur llegamos a La Candelaria, un lugar que no puede faltar en el recorrido de los extranjeros que vienen al país. En esas calles tan coloniales y coloridas se pueden encontrar las bebidas típicas del país, entre ellas las más características de la zona cundiboyacense: el aguapanela, que suele ser acompañada con queso y algún amasijo, como el pandebono o la almojábana, y el canelazo, en el que se mezcla aguardiente, aguapanela y canela al baño María, preparación que deja en la cocina un olor embriagante y aromático. Manizales, Caldas Rosahelena Macía acaba de enviar a receso a los estudiantes de su clase Logística de eventos en la Universidad Autónoma de Manizales cuando revisó su correo y encontró uno que le informaba que estaba nominada a dos Premios Gourmand, los “Nobel” de libros gastronómicos, en las categorías Mejor Libro de Escuela Culinaria y Mejor Libro Tema Único por su obra Panela: una tradición. Ella estaba sorprendida: “incluso por un momento pensé que era falso”. Pero meses después, se encontraba en China recibiendo el premio, junto a quien fuera su compañero durante todo el proceso del libro, Andrés Gómez, director del centro de Investigación del sector panelero, BEKDAU. Este libro es el primero en darle valor a los cultivadores de caña, productores de panela y fabricantes de golosinas tradicionales. El primero de recetas sólo con panela, representativas de la región y otras nuevas, que habla de la historia de la caña y la panela y su llegada a Supía. –Yo quería que fuera un libro bonito– y así fue. –Al papel se le dio un color de aguapanelita con leche, lo que nosotros llamamos tetero– una bebida con la que han crecido miles de colombianos. –Hicimos un diseño de panelitas (en las hojas) e ilustramos la solapa con el proceso gráfico de la panela. La ilustración se hizo con una foto tomada en un trapiche real. Pensaron tanto en los detalles que incluso se hace alusión al lugar que inspiró este libro –En la portada hay dos personas que representan a Supía. Este es un municipio de más 450 años– ubicado a dos horas de Manizales –que cuenta con una comunidad afrodescendiente ubicada en el Guamal, un resguardo indígena conocido como: San Lorenzo, Cáñamomo y Lomaprieta. En el separador del libro está impresa la portada y la contraportada, en donde se muestra el viaje de la Caña desde Nueva Guinea hasta llegar a América, en el segundo viaje de Colón–. Rosahelena afirma que la panela de Caldas es la mejor del país. Con su acento y forma de hablar tan característico de los caldenses, un poco cantando arrastrando las palabras. Me contó sobre numerosas recetas con panela: el cortado santandereano; la limonada de panela y los múltiples nombres que esta recibe; los tirados, un tipo de melcocha caldense; las cucas, que tradicionalmente sólo requieren panela, bicarbonato y harina; la natilla, plato insignia de la navidad colombiana; el sirope inspirado en el syrup inglés, que en algunas ocasiones se acompaña con chorizo; la mazamorra paisa; la torta de panela; las colaciones; los alfandoques, un tipo de melcocha y el hogagato, una torta de maíz y yuca que se servía antiguamente en matrimonios; entre muchas otras más. Incluso, me contó de las propiedades cicatrizantes de la panela y me dio una mascarilla para la piel. Villeta, Cundinamarca Cuando ya se tiene la miel de panela, se sigue cocinando para que se espese y se encuentre el punto. Luego se debe enfriar un poco batiéndola, con una pala de madera, lo que hará que obtenga una textura más densa para llevarla entonces a las mesas de moldeo. Aunque a veces los costos de producción son más altos que los de venta, el compromiso y pasión de los paneleros es mayor. Eneida, la esposa de Armando, cuenta que producir una carga cuesta 80.000 pesos y esta puede ser vendida en el mismo precio o menos y en días buenos en 100.000 pesos. Una carga está compuesta por 5 cajas, que a su vez, cada una consta de 20 panelas de un kilo o 40 de un libra. El peso y la forma dependen del cliente. Armando afirma que hoy el precio está un poco mejor pero esa estabilidad puede variar pues ellos no son los que fijan el precio del producto. Bogotá, D.C Para Carlos ‘Toto’ Sánchez, un investigador en Patrimonio Cultural Colombiano, dar en el punto de cocción es clave y en muchas fincas lo hacen de una forma “que ni la NASA puede explicar […] Meten una cuchara o una hoja de una planta en la panela líquida caliente y luego en agua fría, ahí saben si está a punto”. La clave está en que si cuando se saca del agua fría la panela cruje significa que ya está. Pulí, Cundinamarca Las mesas de moldeo son generalmente mesones de cemento en donde hay unas gaveras o moldes artesanales, que pueden ser de una libra, 4 libras, un kilo, cuadradas, redondas, rectangulares, etc. –Allí se deja (la panela) por unos 20 minutos y luego queda totalmente dura, aunque sigue un poco caliente pero ya se saca del molde y se deja enfriar 30 minutos más, para ser empacada. –Explica Julián, quien aunque no está al frente de la finca panelera, ayuda a su papá cada vez que puede y siempre está muy cerca del proceso, pues hace parte de su historia e identidad. Luego de ser empacada, en Villeta, en Pulí, en Supía, y en los demás municipios de los 28 departamentos que la producen, es distribuida hacia cada rincón del país. Bogotá, D.C La panela es el único edulcorante considerado alimento, pues tiene glucosa, fructosa, minerales y vitaminas. Y recibe múltiples nombres alrededor del mundo como Chancaca piloncillo, papelón, atado de dulce, tapa de dulce, raspadura de guarapo. Colombia es el segundo país productor de panela, después de India, donde es conocido como jaggery. En el país suramericano se consumen 25 kilos per cápita al año, de modo que si González Ulloa obtuviera su patente, el estímulo de consumo se vería afectado, pues el precio de la panela tendría que aumentar. Y al ser considerada un producto popular, muchas personas la dejarían de lado perdiéndose, aún más, la tradición gastronómica y cultural. Este momento tan crítico es, según Carlos ‘Toto’ Sánchez, una oportunidad para revalorar la panela y volverla ‘chic’, llevándola, por ejemplo, a preparaciones de alto nivel, como ha pasado con otros productos como la guatila, también conocida como la papa del pobre. Hoy ya entiendo la importancia de la panela y las historias de las abuelas, pues mantienen la tradición, nos unen y vuelven más rica la cultura. Son parte de nuestra historia e identidad. Como me dijo Toto Sánchez: “colombiano que se respete debe tener 20% de panela, 20% de café y 10% de chocolate; el 50% restante es de creatividad, alegría y sabor”.
- ¡Moñona, sumercé! Se aprende y se pasa bueno
¡Moñona, sumercé! Se aprende y se pasa bueno Laura Tatiana Rocha Barrera, Comunicación Social y Periodismo Fecha: La profesora Gladys Gómez utiliza el juego del Tejo para enseñar a estudiantes de primaria las asignaturas de Matemáticas, Historia y Sociales. Lea también: La Casa Sito, el lugar donde la palma seca da vida a las historias Compartir Foto: Foto: Laura Rocha Con un disco de oro en mano, el cacique Pedro Naizaque fue hace más de 500 años uno de los representantes de una actividad cultural nombrada como Turmequé. El pasatiempo consistía en lanzar un disco de oro, y el cacique que lo aventara más lejos ganaba el torneo o partida. El nombre del municipio (Turmequé) donde jugaban los caciques es el mismo con el que bautizaron el deporte, procede del idioma muisca y su significado es jefe vigoroso o gran cacique vigoroso. Sin embargo, en la actualidad se le conoce mayormente como Tejo (mismo disco de hierro que es necesario para jugar). Con la conquista española, en 1537 llegó a Turmequé la religión Cristiana-Católica que instauró la monogamia entre los pobladores. Esto obligó al cacique a elegir una sola esposa entre sus 7 compañeras. A todas les propuso jugar Tejo y la que triunfara podría contraer matrimonio con él. La ganadora fue la indígena María Lucero, quedando así como la primer mujer vencedora del primer torneo en la historia de este juego. Turmequé, de apenas 106 km², es un municipio boyacense que transmite calma, en donde los lugareños dicen que la tragedia más grave ha sido una estrellada de un vehículo. Las oficinas y puntos más importantes, en este pueblo, están separados entre sí por apenas unos cuantos pasos. Por ejemplo, accediendo al parque central se encuentran juntos la Alcaldía, la institución educativa Diego de Torres y la parroquia. Los lugares que quedan en la pasividad de ese parque tienen vista a tres de cinco esculturas. La del Cacique Diego de Torres, quien fue un defensor de los indios y llevó un memorial de agravios a España, la india María Lucero y el Cacique Turmequé, quien representa a todos los caciques que atravesaron el pueblo y la indianidad. Todas tienen un relieve que imita la forma de diferentes herramientas de trabajo y fueron esculpidas por el artista Santa María, que fue contratado por el alcalde. Luego de la conquista española, cambió la forma de jugar Tejo. El vigía del pueblo, Heither Sánchez, dice que se delimitó el lanzamiento y se crearon las canchas. Ahora consta de lanzar un tejo hecho de hierro de 11 centímetros de diámetro, el cual se parece a una roca, en una cancha que tiene una longitud de 19 metros en total y es rodeada por rejas y costales, para limpiarse las manos del barro o greda que conserva el tablero o las cajas donde tiene que caer el tejo. Así como María Lucero logró dejar huella en su pueblo, la profesora Gladys Gómez al día de hoy es una mujer que intenta, no solo seguir marcando los puntos que se necesitan para ganar una disputa de Tejo, sino, por medio de la pedagogía, lograr que en un futuro sus estudiantes adquieran el desempeño académico que la vida escolar les demandará. Usualmente este juego se acompaña con licor o “politas ” y se conforma por parejas, tríos o grupos de cuatro personas para hacer una suma de 27 puntos y ganar. Sin embargo, los cambios de la ley 613 del 2000 —que declara al Tejo como deporte nacional—hacen que la informalidad repose únicamente en las personas que practican este deporte como un pasatiempo o recreación. Ya no sería más solo un juego. Como deporte oficial, se establecen normas estrictas que personas como la profesora Gómez siguen al pie de la letra. Normas que esta mujer, que a simple vista se ve de mano dura, lleva cumpliendo y enseñando más de 30 años. Cumplir con las medidas del área de juego y enseñar un deporte sano, en el que las bebidas alcohólicas no hagan parte, son algunas de ellas. La profesora enseña asignaturas como matemáticas, sociales e historia por medio del deporte a un a grupo conformado por los estudiantes de los grados cero a quinto de primaria, en una vereda que queda a una hora caminando del parque central de Turmequé, y la cual es una de las cinco sedes de la institución Diego de Torres, llamada Pozonegro. Antes de salir a la práctica del deporte junto a sus pequeños alumnos, tiene en vez de un tejo, un marcador a la mano. Con este, en un tablero, explica matemáticas refiriéndose a los puntajes que se dan en el mismo deporte. Los niños realizan sumas, multiplicaciones y divisiones con marcaciones como: “la mano” (1 punto), “la mecha” (3 puntos), “embocinada” (6 puntos) y “moñona” (9 puntos). —Cuando el tejo se acerca al bocín (círculo metálico ubicado en el centro de la caja de greda) es mano; cuando se revienta la mecha (triángulo de papel con pólvora dentro) es mecha; cuando queda enterrado dentro del bocín es embocinada; y es moñona cuando cae dentro del bocín y a la vez totea una mecha. Al salir a la parte trasera de la vereda, los niños se encuentran en un lugar donde pueden respirar aire puro, de campo, y donde pueden jugar mini tejo (igual al Tejo, pero en canchas reducidas). Se les imprime pasión por el deporte, o al menos eso ha intentado promover la profesora Gladys entre sus estudiantes. La docente ha sido dos veces campeona nacional: en el 2000 y 2015. Así como es tan importante ser preciso a la hora de lanzar el tejo y que no caiga fuera de las cajas donde debería totear una mecha o al menos enterrarse, es mucho más importante evitar que un niño resulte herido. Por eso, la profesora decide que los niños que aún no pueden coger un tejo, y mucho menos lanzarlo, deberán jugar con conos de seguridad y fuchis (similar a una pelota de tenis, pero hecha de lana). El deporte, asociado con la asignatura de matemáticas, en el campo de juego se basa en reiterar los puntos que se enseñaron en el salón y que a la par de una jugada se vayan practicando junto a la suma de los mismos, su resta o multiplicación dependiendo de la indicación de la profesora. En cuanto a las materias de sociales e historia no hay un aprendizaje práctico, pero sí se relaciona con el Tejo ya que la estrategia por medio de estas dos es generar apropiación por el deporte por medio de datos curiosos. Como en el aspecto histórico: La importancia de la indígena María Lucero o simplemente el hecho de saber que el Tejo viene desde los indígenas y respecto a sociales: Enseñar los pensamientos que antes tenían los caciques y las personas que jugaban siglos atrás y que aún algunas personas conservan. Según la profesora, “les enseño que el tejo puede significar un Dios, asociado a algo supremo, o llamado antiguamente como el sol. Cuando se lanza el tejo, significa la salida del sol y cuando el tejo cae en la greda, es la puesta del sol . ¡Ah!, y también que cuando se llega a ese final, es que la persona terminó su recorrido”. Todo se aprende mediante la experiencia y los sentidos. Según la directora en pedagogía María Hernández, entre más sentidos conectados, más aprendizaje habrá. Se genera una relación empática con el aprendizaje y se contextualiza. Por ejemplo, un niño de pueblo aprenderá más rápido con una actividad como el Tejo, que preguntándole cuánto es la suma de las llantas que tiene un carro. Lo que busca Gladys es, aparte de un simple aprendizaje, que los niños logren apropiarse del deporte, pues, aunque hayan nacido en el municipio de Turmequé, a las personas actualmente no les interesa. En la vereda hay dos niñas que viven muy cerca a sus hogares aledaños, Paula Morales y Lina Valero. Sin embargo, causa impresión ver que llegan al colegio y se van solas, así como los otros niños. Sus padres tienen que ejercer el trabajo de la ganadería y en lo que respecta a la educación de sus hijas, lo dejan todo en las manos de Gladys. — ¿El Gobierno o la Alcaldía, o el propio colegio transfieren recursos para los niños? —Solo el colegio me apoya, soy muy cercana al rector, pero hay veces que tengo que sacar de mi bolsillo para darle a los niños - indica Gladys. Por ejemplo, a veces llegan sin desayunar o no tienen los útiles escolares y toca colaborarles a los padres. La educación en el municipio es prácticamente gratuita, no obstante, los recursos CONPES—ayudas económicas que el Consejo Nacional de Política Económica y Social brinda a todos los municipios y distritos para que, a través de actos administrativos, sean transferidos a los Fondos de Servicios Educativos de las instituciones educativas — y las pocas ayudas de parte de la Alcaldía, ayudas que se dan por lazos amistosos entre el rector y el alcalde, dicho esto por el propio rector del colegio, no alcanzan para la totalidad de gastos. Según el concejal Jefferson Sánchez, otros municipios como Tunja sí son reconocidos ante la liga de Boyacá. Esto se da porque no hay un solo club dentro del pueblo. Los únicos que están gestionando la salida del problema son él y su padre (Heither Sánchez), quienes piensan conformar el “Club deportivo de alto turmequé”. Si reciben personería jurídica podrían presionar a la liga para que dé recursos y así gestionar la creación de escuelas de formación de Tejo. La Federación Colombiana de Tejo establece que hay 23 ligas nacionales, que para tener reconocimiento deben existir por lo menos 10 clubes por municipio y que cada club debe estar compuesto por 10 personas como mínimo. Otra profesora de la institución Diego de Torres, Flor Ángela, baja el tono paulatinamente y dice apenada que no hay suficientes canchas en el municipio donde nació el Tejo, donde nació ella. Comenta que los recursos los usan para útiles académicos más importantes como libros y demás y que le da melancolía saber que el deporte o la actividad del Turmequé se esté perdiendo. Aunque Gladys intenta promover el deporte y enseñar de una manera auténtica, no es suficiente para que todas las personas se motiven a pensar como ella o a actuar de una manera similar. Según el rector del colegio, Beder Núñez, no todos los profesores entrenan, ni les gusta Tejo, y además cada quien tiene su forma tradicional de enseñar. Al final de una jugada de Tejo y como en cualquier deporte, se busca triunfar, ser el mejor. En otros países, como en los europeos, existen proyectos educativos desde el 2014 como el “European Music Portfolio: Sounding Ways into Mathematics (EMP-M)” que han sido un éxito y consisten en elevar el nivel matemático de los estudiantes a través de la música. Por resultados efectivos y ajenos al país como este, la profesora Gladys toma ejemplo de ello y se esfuerza por no dejar desfallecer el deporte al menos en los que respecta de su municipio, además de mantener el patrimonio del mismo. Su mayor sueño es que “ sus niños ” vayan a competir en torneos nacionales de Tejo, poder llevarlos a Tunja para que tengan más oportunidades de competir dentro de la Liga de Boyacá y pensar en qué nuevas estrategias innovadoras para la pedagogía ella podría elaborar o proyectar.
- Iniciativa para acabamos con brecha de género en Colombia
Iniciativa para acabamos con brecha de género en Colombia Katyellen Cañizares Caro, Comunicación Social y Periodismo Fecha: Mujeres alrededor del mundo hacen historia y son valoradas, pero aquí en Colombia no contamos con esa dicha todavía. Lea también: 'Micromachismos, la violencia encubierta' Compartir Foto: Unsplash Malala, ganadora del Nobel de Paz en 2014; Frida Kahlo, mujer más influyente de su época; Rosa Parks, primera dama de los derechos civiles; Valentina Tereshkova, primera mujer en viajar al espacio sola, y así podría seguir mencionando ejemplos de mujeres que hicieron historia. Aunque hemos dejado huella, en Colombia muchas veces no tenemos las mismas oportunidades laborales que los hombres, pero esto pronto acabará (eso quiero pensar). Marta Lucía Ramírez (primera vicepresidenta en la historia de Colombia) firmó el 1 de marzo de 2019, en el evento ‘Reunión de alto nivel: El aporte de las mujeres a la Agenda 2030’, un acuerdo para aumentar la inclusión laboral y disminuir la brecha de género en este ámbito, incentivando así la autonomía económica en las mujeres. Si esta iniciativa se cumple, nosotras lograremos ocupar el lugar que nos corresponde y también adquiriremos la independencia que nos merecemos. En Colombia, nosotras somos las más afectadas por el fenómeno del desempleo. La tasa de desocupación afecta a las mujeres en un 14,0%, mientras que la tasa en hombres es de 7,8% . ¡Cifra alarmante! ¿Cómo es posible que la brecha sea tan grande cuando las mujeres tenemos las mismas capacidades que los hombres? Por suerte, el acuerdo firmado por la vicepresidenta Marta Lucía llegó justo a tiempo y nos salvará de esta injusticia (en serio, espero que lo haga). Confío en la buena voluntad de las personas, pero si no se cumple lo acordado, estaré muy decepcionada como muchas colombianas al ver que los líderes de este país no aportan a la construcción de un mundo más igualitario y justo. En el año 2012, el capital humano de las empresas en Colombia no era equitativo, pues el personal ocupado en los sectores de Industria, Comercio y Servicios en su mayoría era hombres. A pesar de que han pasado varios años, esta realidad no ha cambiado mucho. ¿Por qué sucede esto? Porque el Gobierno no ha enfrentado una situación que aumenta la brecha entre hombres y mujeres parcializando así el mundo laboral. Obvio, esto todavía no ha cambiado, pues para transformar esta realidad se requiere un tiempo prudente, sin embargo, por algo se empieza, ¿no? Este acuerdo es un gran paso para seguir construyendo una mejor sociedad. Las mujeres tendremos más participación en los diferentes sectores de la economía, más igualdad, mejor salario y, por ende, mayor autonomía económica. Aunque siempre hemos sido mujeres empoderadas y con ganas de superarse, muchas veces este sentimiento se opaca al ver las injusticias en el campo laboral, pero ahora todo será diferente; abundarán las oportunidades y Colombia emprenderá su camino hacia la igualdad de género. La búsqueda equilibrada en el ámbito laboral parece ser ahora un movimiento a escala mundial, pues Panamá, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana también se sumaron a esta iniciativa. Asimismo, el 4 de marzo de 2019 en España, Pablo Casado, presidente nacional del Partido Popular, anunció su lucha por alcanzar un pacto de Estado que acabe con la brecha salarial entre hombres y mujeres. Ojalá se sigan sumando países a esta inciativa, a ver si por fin tendremos justicia en este mundo laboral. El buen desarrollo de este acuerdo ayudará a reducir la brecha de género contra la mujer. Generar un cambio real en nuestra sociedad depende también de nosotras. Si bien es cierto que una sola persona no puede cambiar el mundo, la suma de individuos que cambian sus actitudes frente a diferentes temas sí puede hacerlo. Sigamos trabajando por alcanzar una verdadera igualdad que nos permita disfrutar de una vida laboral digna y justa, teniendo en cuenta que tanto mujeres como hombres debemos ser respetados y valorados.
- Un tejido inquebrantable
Un tejido inquebrantable Luisa González y Juan Esteban Castro, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo Fecha: Tejidos Chakana y la fundación Color Esperanza formaron un proyecto textil integrado por mujeres víctimas del conflicto armado y excombatientes de las FARC. Lea también: Reclusas en Bucaramanga, tejiendo la primera oportunidad que nunca han tenido Compartir Foto: Luisa González y Juan Esteban Castro. La gran mayoría de estas mujeres han sufrido de depresión y ansiedad. En un salón pequeño de un jardín infantil, ubicado en la localidad de Bosa, al suroccidente de Bogotá, se encuentra cada domingo un grupo de mujeres con edades entre 50 y 65 años para tejer. Sin embargo, este no es como cualquier otro encuentro de un grupo de amigas que se sientan a charlar y pasar el tiempo. Algunas hacen manillas, otras correas artesanales para bolsos, pero todas elaboran retratos con pequeñas chaquiras de diferentes colores. La particularidad de estos últimos tejidos es que cada uno representa la imagen de un hijo, hermano o familiar que fue asesinado en el marco del conflicto armado colombiano. Esta idea nace de la fundación Color y Esperanza, liderada por Gladys Acevedo, y por Tejidos Chakana, fundada en 2020 por Mateo Perea. En resumen, son talleres semanales que crean un espacio de paz y memoria. Aquí participan tanto excombatientes, de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como víctimas del conflicto. Según Mateo, "este proyecto es un proceso de reconciliación, el cual está divido en 3 dimensiones: la comunitaria, la personal y la institucional”. El proceso para integrar a los excombatientes en el proyecto se dio mediante una convocatoria hecha por la Asociación Nuevo Agrupamiento, quienes presentaron la idea a, aproximadamente, 30 personas que voluntariamente se ofrecieron para ser partícipes. Durante estos talleres se busca tener un espacio de tranquilidad y concentración. Se escuchan algunos murmullos, pequeñas risas que retumban en cada esquina del recinto de, aproximadamente, 7 metros cuadrados y los sonidos de las agujas haciendo puntadas sobre unos hilos azules que están amarrados a cada extremo de una tabla de madera. Usualmente asisten un promedio de 15 a 20 personas. Cuando llega el momento del silencio, no es como los típicos segundos incómodos que necesitan llenarse con cualquier sonido para romper la tensión. Lo primordial parece que fuera mantener un periodo de calma y paz, precisamente aquello que les han arrebatado a estas mujeres pero que no están dispuestas a abandonar. Dentro del inventario de Tejidos Chakana se encuentran camisas en algodón, correas para guitarra y cinturones hechos en hilo acrílico y aretes en cristal japonés. Sin embargo, los retratos de los familiares que fueron muertos en combate no están a la venta porque pertenecen a cada mujer que los fabricó , aunque son exhibidos en algunas exposiciones. Por ejemplo, el 11 de junio se hizo una en el Centro de Memoria Histórica. Asimismo, los precios de estos productos oscilan entre los 70.000 y los 130.000 pesos. Idalit Becerra, de 55 años, es una de las personas que participa en estas actividades. A diferencia de las demás, se sienta sola y revisa cuidadosamente que no le quede mal el orden de los colores del tejido que está elaborando. Ya había hecho uno mal, pero pacientemente se percata de no cometer los mismos errores. Tiene una voz dulce y unos modales refinados que le impiden alzar la voz o quebrantarse ante el dolor. Con un nudo en la garganta, cuenta: “A los ocho días de la muerte de mi hijo (soldado alcanzado por un explosivo en combate) me llamaron a Tolemaida y allá simplemente me dijeron que era algo que debía suceder. Nunca me reconocieron como víctima del conflicto ni me dieron acompañamiento por parte de la Fiscalía por no haber denunciado en el momento . Yo no sabía qué debía hacer. Estaba sola. (…) Realmente solo busco la verdad porque nunca me esclarecieron los hechos de su muerte”. Ahora, acaba de terminar una manilla de color azul y blanco. En el medio tiene escrito la palabra “Oscar”, el nombre de su hijo, quien murió en combate en el año 2012. Prefiere portar una prenda sencilla que le rinda un homenaje a su memoria, que ponerse algo costoso y vacío. Gladys Acevedo, una mujer de 50 años y madre del soldado Edwin Carranza- muerto en combate-, creó la Fundación Color y Esperanza Por Nuestros Héroes porque quiere visibilizar la historia de todas las mamás de soldados profesionales y regulares y de policías que fueron asesinados en esta guerra colombiana. Según ella, “al principio, todas sentían mucho odio en sus corazones y un dolor vivo, pero nos tocaba transformarnos para poder hablar de justicia transicional y restaurativa”. — ¿Luego de que ustedes empezaron a tener más visibilidad, recibieron algún apoyo, así sea psicológico, por parte del Estado? — No, nada — menciona Gladys—. Solamente la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) nos enseñó cómo hacer unos informes para contar nuestra verdad. Por lo que tuvimos que buscar fotos, donde veíamos a nuestros hijos destrozados y trabajar solas, pero unidas. Por eso mismo ya ni buscamos un acompañamiento psicosocial. No queremos que alguien nos empiece a preguntar detalles de cada historia y luego nos revictimicen . Acá se debe avanzar con proyectos como el que estamos haciendo con Tejidos Chakana porque ayuda a la superación y a minimizar el dolor. Tocar puertas y encontrar apoyo para esta iniciativa no fue fácil, incluso, según cuenta, su dolor fue utilizado por otras personas para beneficio propio, como el Mayor Carlos Ospina, quien llegó a la Comisión de la Verdad. Allí ellas esperaron con el fin de que él les diera una oportunidad para hablar y escuchar la verdad, pero nunca lo hizo. El rechazo y la minimización de su dolor fueron otros factores que las llevaron a sentirse abandonadas por las instituciones. “A las madres de los militares nos han rechazado en todo lado. — Reclama Gladys—. No entienden que nosotras también somos víctimas. Una vez nos dijeron que teníamos síndrome de Estocolmo por estar en el mismo lugar con los que habían matado a nuestros hijos”. Esta iniciativa cuenta con una particularidad. No solamente participan víctimas, sino también excombatientes . Para algunas es difícil estar en un mismo espacio con quienes, para ellas, les arrebataron sus seres más queridos. Por ejemplo, Esperanza Martínez es otra de las madres que perdió a su hijo, la cual nunca ha recibido ningún apoyo por parte del Estado aparte de la pensión mínima, de aproximadamente un millón de pesos, que recibe por parte del Ejército. Para ella “fue muy incómodo al principio. No podía siquiera ver a los exguerrilleros. En este momento siento que soy como una niña chiquita que va aprendiendo en este proceso largo de paz y reconciliación”. Aunque para ella estos momentos son para distraerse y no pensar en el dolor, aún siente depresión cuando llega a su casa y se siente sola con varias dudas sin responder. Esperanza es una mujer de tez blanca, con el cabello rizado y ojos redondos y marrones que permanecían achinados por las sonrisas que les regalaba a todos sus compañeros. Llegó hace 20 años a Bogotá con el objetivo de obtener una mejor calidad de vida tanto para ella como para sus 5 hijos. Uno de ellos era Jairo, un joven lleno de sueños, quien, en el año 2016, a la edad de 24 años, fue asesinado en combate. Esperanza ha perdido la fe en los procesos del Estado y aún el perdón ha sido un componente difícil en su vida. —Qué paz ni qué nada —Comenta Esperanza—. Eso es puro pantallazo. Mire, yo no creo en nada de eso. —¿El Gobierno ya no está en contacto con ustedes? —Nada, nada, nada, ni apoyo psicológico siquiera. Nosotros no tenemos nada, en cambio los excombatientes tienen todo. En Colombia, entre los años de 1958 y 2012, fallecieron 40.787 militares y 177.307 civiles en el marco del conflicto armado. En tanto el Centro Nacional de Memoria Histórica registra hasta el 2013 “25.007 desaparecidos, 1.754 víctimas de violencia sexual, 6.421 niños, niñas y adolescentes reclutados por grupos armados, y 4.744.046 personas desplazadas”. Los reportes de víctimas tienen un enfoque claro en la población civil; es así que en noviembre del 2021 el Ejército Nacional presentó un informe en el que la cifra de militares muertos en la guerra interna fue de 18.800. Es curioso observar que casi todas las personas que pierden un ser querido tienen una denominación. A los niños sin padres se les dice huérfanos. Una mujer que perdió a su esposo se le dice viuda. Pero no hay un nombre para las madres o padres que ya no tienen a sus hijos. En ese pequeño jardín no solo se construyen prendas y accesorios que luego serán vendidos como cualquier taller textil de Bangladesh o Birmania; allí se busca construir un espacio para la memoria y la integración. Aunque el dolor sea un sentimiento que todos comparten; su ímpetu de superar todas las barreras que la vida les ha impuesto hace que sus tejidos tengan una textura y un mensaje contundente.
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